La máquina de deportaciones de Trump es heredada
While there are many illegal immigrants in our country who are good people, many, many, this doesn’t change the fact that most illegal immigrants are lower skilled workers with less education, who compete directly against vulnerable American workers, and that these illegal workers draw much more out from the system than they can ever possibly pay back. And they’re hurting a lot of our people that cannot get jobs under any circumstances.
–Donald Trump
Le entregan en el centro de detención una sábana de aluminio incómoda para evitar que muera de hipotermia y queda sin saber qué le pasará en las próximas horas. En ese cuarto inhóspito hay otros. De verles se sabe la edad, que llega más rápido con el trabajo duro. La mayoría habla español pero no conversan, solo se miran fugazmente. Atrás, quedaron sus hijos y la familia que hicieron. Sus pertenencias quedan como pequeños altares en lo que eran sus casas y vacío queda el espacio en las fábricas, los restaurantes, las oficinas, los talleres, los proyectos de construcción o los hoteles en donde se reportaban a trabajar. El inmigrante quedó desaparecido, próximo a ser desterrado.
Trump ha logrado que se le preste atención mundial a estas redadas en contra de inmigrantes sin estatus legal. En sus palabras, se trata de “operaciones militares” para atender lo que ha reiterado en su discurso inverosímil, que expulsando a los inmigrantes ilegales se acaba con la importación ilegal de droga a Estados Unidos, el escalamiento de la violencia y hasta la competencia laboral injusta. La amenaza va contra 11 millones de inmigrantes y 3 millones de niños ciudadanos estadounidenses que podrían sufrir la separación de sus familias. A cambio de la ficción de seguridad, el país vive aterrorizado y el mundo observa atento.
La maquinaria de las deportaciones lleva tiempo aceitada en contra de los inmigrantes que por realidades jurídicas y no humanas no cuentan con la autorización legal para vivir en el territorio de los Estados Unidos. La maquinaria, que no es más que un conjunto de agencias con molleros para hacer cumplir leyes y la política pública del momento, hoy la dirige Trump y ayer la dirigía el señor Obama.
Obama, el carismático expresidente, que con una sonrisa puede hacer olvidar la cantidad de guerras que mantuvo vivas, deportó a 2.7 millones de inmigrantes en menos de una década, el número más alto desde que se tiene constancia. Si algo debe quedar claro para récord histórico es que a Obama le faltó la voluntad política para destruir esa maquinaria obsesiva de deportaciones en dos términos como presidente. Aunque más tarde, con el esfuerzo del activismo de la comunidad inmigrante, se aprobó una serie de órdenes ejecutivas nobles como lo fue el Deferred Action for Childhood Arrivals o DACA y Deferred Action for Parents (DAPA) para permitir la inserción de inmigrantes que llegaron siendo niños y sus padres a Estados Unidos en el sistema legal, sujeto a ciertas condiciones.1 Sin embargo, las acciones fueron tardías e insuficientes.
El terror hace tiempo lo viven los inmigrantes, tanto bajo la administración de Clinton, como la de Bush y Obama, pero el mundo no lo sabía. Trump, le ha añadido el miedo y la xenofobia abierta como fórmula disuasiva para detener las inmigraciones ilegales haciéndolo ásperamente insensible. Ahora bien, en cuanto al tema de la inmigración ilegal, Obama y Trump han usado la misma hebra para coser sus discursos.
Cuando Obama se expresaba sobre el tema de la inmigración ilegal, no dejaba de intentar criminalizar a los inmigrantes: “Felons, not families. Criminals, not children. Gang members, not a mom that’s working hard to provide for her kids… if you meet the criteria, you can come out of the shadows and get right with the law. If you’re a criminal, you’ll be deported”, expresó Obama en el 2014.2
A pesar de que el discurso oficial de Obama negaba que se persiguiera a los inmigrantes en general y que la maquinaria de deportaciones se utilizaba solamente para dar con los criminales, un análisis llevado a cabo por el New York Times, en el 2014 concluyó que desde que Obama tomó el poder, dos tercios de casi dos millones de deportaciones involucraban a personas que habían cometidos infracciones menores a la ley como boletos de tránsito o tan siquiera contaban con historial criminal. Solamente un veinte por ciento o 394,000 de las personas deportadas, contaban con historial de crímenes violentos o delitos relacionados a droga.3
Al igual que Trump, el discurso de Obama era proteccionista y arremetía contra los inmigrantes que ocupaban trabajos en Estados Unidos o quienes los empleaban, como si el trabajo disponible para los inmigrantes estuviera en alta demanda entre los ciudadanos: “business owners who offer their workers good wages and benefits see the competition exploit undocumented immigrants by paying them far less. All of us take offense to anyone who reaps the rewards of living in America without taking on the responsibilities of living in America.”
Lo anterior era una negación a la aportación de los inmigrantes ilegales en industrias como la agrícola. A modo de ejemplo, el economista James S. Holt, testificó ante el Congreso de Estado Unidos en el 2007, que de ser deportado un número sustancial de trabajadores de la agricultura indocumentados, habría una tremenda escasez de mano de obra. En el caso de la industria lechera, el National Milk Producers Federation, testificó que el efecto de una reforma migratoria podría significar el aumento del precio de la leche en un 61%.4
La propaganda para aumentar la seguridad de la frontera y hacerle creer al mundo que así se detenía el fenómeno de la inmigración ilegal también fue practicada por Obama. Obama estaba muy orgulloso de la máquina de deportaciones. Para el mismo año en que anunció diversas medidas ejecutivas con el fin de quedar bien ante el sector conservador, nos recordó lo que consideraba un logro: fortalecer su máquina de deportaciones con más agentes y tecnologías:
“When I took office, I committed to fixing this broken immigration system. And I began by doing what I could to secure our borders. Today, we have more agents and technology deployed to secure our southern border than at any time in our history. And over the past six years, illegal border crossings have been cut by more than half.”
En Puerto Rico, no nos hemos visto muy alarmados. Caminamos sin miedo porque estamos en nuestras calles con derecho a hacerlo y nos vamos a y venimos de Estados Unidos mientras el Congreso federal nos deje. Lo que le pasa al resto de los inmigrantes de nuestro país y de Estados Unidos no parece afectarnos aunque aproximadamente unos 80,000 residentes de la isla emigramos cada año por la pasada década5 Lo que quiere decir que de continuar el patrón, en menos de cinco años 320,000 residentes de la isla seremos emigrantes, pero preferimos no vernos así, sino como puertorriqueños con ciudadanía que viajamos pensando que algún día volveremos, como si no se tratara de un éxodo creado por las precarias condiciones políticas y económicas en la isla.
Recientemente, medios estadounidenses revivieron la noticia del señor Caraballo, puertorriqueño radicado en Chicago, que estuvo a punto de ser “deportado” de Estados Unidos a Puerto Rico bajo la administración Obama en el 2010. Hubiera sido una necedad. El posible deportado necesitaría el mismo pasaporte o documento legal para que los mismos que lo deportaban allá lo dejarán entrar a la isla. Así, las políticas de Obama/Trump contra los inmigrantes comenzaron a sentirse más de cerca, hasta nos dimos el espacio para sentirnos inmigrantes ilegales por un segundo. Era inaguantable la sensación de molestia: ¿cómo esos ‘americanos’ no saben que somos puertorriqueños, antillanos, colonia bajo la tutela de Estados Unidos, que recibimos fondos federales, hablamos español, participamos en el sacro ejército, tenemos nuestro equipo de pelota pero también somos united states citizens? Era imposible. Trump se hizo realmente insoportable.
La dificultad al momento de identificarnos con los inmigrantes de Estados Unidos es en parte porque tenemos la autorización jurídica para ir y venir de nuestro país sin ninguna inconveniencia. Este privilegio tangible ha empañado el espejo en el que nos miramos, negando nuestra condición de inmigrantes en Estados Unidos. Igual, el perfil de la migración fronteriza es muy distinto al nuestro. Por otro lado, según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el peso cuantitativo de la migración proveniente de México y América Central tiene un perfil asimilable al de la migración fronteriza donde predominan los migrantes poco calificados y de bajo nivel educativo.6 Por lo que hay otra barrera al momento de identificarnos con el inmigrante transfronterizo o el que ha ocupado la mayor parte del debate mediático en la era Obama/Trump.
Ahora bien, ¿qué nos hace abandonar a Puerto Rico? ¿Por qué buscamos otro lugar? ¿Acaso no son las respuestas las mismas razones que tiene cualquier inmigrante hoy, bajo la amenaza de ser detenido y expulsado? La contestación es que sí, para intentar vivir mejor. Como lo simplificó por todos nosotros Bertolt Brecht, el dramaturgo y poeta alemán quien sufrió el exilio:
“Pero emigración significa éxodo. Y nosotros
no hemos salido voluntariamente
eligiendo otro país. No inmigramos a otro país
para en él establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros hemos huido. Expulsados somos, desterrados.
Y no es hogar, es exilio el país que nos acoge”.
Poco se ha hablado del efecto de las políticas de Trump y Obama en Puerto Rico sobre las poblaciones de inmigrantes sin estatus legal definido que viven en la isla. Hoy, quedan amenazados en nuestro país y la colonia se ve con los brazos amarrados para defenderlos. El silencio constante de los gobiernos sobre este tema es preocupante, como si aquí no hubieran madres y padres que pudieran ser separados de sus hijos e inocentes que no merecen ser desaparecidos del país que han hecho suyo.
¿Por qué no se habla del tema? ¿Dónde quedan las investigaciones para conocer al detalle el panorama de los inmigrantes sin estatus legal definido en el país? ¿Qué se ha hecho para apoyar a los inmigrantes en el país en riesgo de sufrir una deportación? ¿Cuál será la colaboración de la Administración con la Jefa de la Fiscalía Federal en Puerto Rico, Rosa Emilia Rodríguez que ya ha expresado que sobre las políticas de inmigración Trump: “[h]aremos cumplir la ley y las personas que no pueden estar aquí, por razón que entraron ilegalmente, que ya sabemos que ha sido así a través de la historia de Puerto Rico, pues esas personas tendrán que volver a sus países. Algunos tendrán que ser acusados”.7 ¿Colaborará el gobernador Rosselló con las autoridades federales locales para hacer cumplir las políticas anti-inmigrantes?
Hay varias formas que podemos aliviar el miedo que viven los inmigrantes en la isla de todas partes del mundo, como la comunidad asiática de la que nunca hablamos, la dominicana de la cual se habla más cerca de las elecciones, como si se tratara de silencios ante semicorcheas, la colombiana y la venezolana que va en aumento, entre otras.
Se debe asegurar el cumplimiento con la Orden General firmada el 26 de mayo de 2016 bajo la administración del ex superintendente Caldero para prohibir el que un policía estatal indague sobre el estatus legal de cualquier residente de la isla. La Administración debe negarse a cooperar con el gobierno federal en cualquier asunto que resulte en la deportación de inmigrantes de la isla sin ningún tipo de convicción criminal y limitar su cooperación en casos de inmigrantes acusados por crímenes violentos o delitos sexuales.
Para esto, se debe conocer el contenido del acuerdo firmado este año entre la Administración y las autoridades federales en la isla que hasta el día de hoy no se conoce. Es vital exigir su publicación. La Asamblea Legislativa, debe asignar fondos especiales para garantizar la representación legal a aquellos inmigrantes que se enfrentan a procesos legales relacionados a su estatus migratorio, tal como hizo la ciudad de Los Ángeles y Chicago. Sobre todo ahora que Trump amenaza con eliminar los fondos de diversas clínicas legales en todo Estados Unidos. Por último, tiene que lograrse la publicación por parte del Departamento de Estado de todos los casos de deportaciones y retornos de inmigrantes en Puerto Rico, de los cuales resulta casi imposible conocer.
Entretanto, ¿quién visibilizará a los invisibles? ¿Cuándo se comenzará a atender esta realidad en el país? ¿Cuánto más nuestras condiciones laborales precarias como puertorriqueños y residentes de la isla tienen que parecerse a la de los inmigrantes que buscan una mejor vida en Estados Unidos para solidarizarnos con su causa?
- Sin olvidar la constante voz del congresista Luis Gutiérrez, quien fue arrestado en el 2011 en un acto de desobediencia civil para exigirle a Obama acción sobre el tema y luego de ganarse un “Why don’t you get off my back?” de Obama. [↩]
- https://obamawhitehouse.
archives.gov/the-press-office/ 2014/11/20/remarks-president- address-nation-immigration [↩] - https://www.nytimes.com/
2014/04/07/us/more- deportations-follow-minor- crimes-data-shows.html [↩] - http://thehill.com/blogs/
congress-blog/foreign-policy/ 203984-illegal-immigrants- benefit-the-us-economy [↩] - http://www.estadisticas.
gobierno.pr/iepr/LinkClick. aspx?fileticket=6fUAO-4gbb0% 3D&tabid=165 [↩] - http://repositorio.cepal.
org/bitstream/handle/11362/ 7172/1/S033146_es.pdf [↩] - http://www.noticel.com/
noticia/199683/fiscalia- federal-acatara-mandato-anti- inmigracion-en-pr-segun- prioridades-de-trump.html [↩]