La muerte del hombrenegro y la indignación performativa
El asesinato a sangre fría de George Floyd y Breonna Taylor a manos de la policía, y Ahmaud Arbery a manos de vigilantes blancos, ha generado una discusión sobre el racismo en Puerto Rico. Mis experiencias, aunque de seguro no se comparan con las experiencias de otros sujetos racializados en Puerto Rico, son la norma. Sin embargo, en Puerto Rico domina la ideología nacional del mestizaje que invisibiliza y encubre la violencia que sufren sujetos racializados. Más precisamente, la negritud (Blackness), fenomenológicamente, constituye la marca de Otredad, y por tanto constituye una amenaza existencial al orden hegemónico de la supremacía blanca. Bajo el lema de la mezcla armoniosa de tres razas, se promueve una ideología que constituye a aquellos sujetos de tez oscura como Otros, invisibilizando el racismo rampante que permea la estructura social en Puerto Rico, o como dijo el filósofo camerunés Achille Mbembe, “El poder en la colonia, por lo tanto, consiste fundamentalmente en el poder de ver o no, de permanecer indiferentes, de hacer invisible lo que uno desea no ver.”[1] El “blanquito” en Puerto Rico goza de un privilegio porque encaja dentro del encuadre de la ideología del mestizaje, incluso, es el destino escatológico de la ideología del mestizaje como producto de “mejorar la raza”, y por tanto su forma física no constituye una amenaza al orden hegemónico. No es hasta que se traslada a los Estados Unidos que “siente el peso de su melanina”[2], o para el “blanquito”, siente el peso de su Otredad como sujeto caribeño al presentar su identificación o hablar español.
Sin embargo, aunque todo sujeto racializado sufre la violencia racista, los hombres y niños racializados sufren un tipo de violencia racista particular y nefasto. Incluso, “El hombre no-blanco era y sigue siendo el blanco preferido del racismo colonial.”[3] Por ejemplo, al final de 2009, aproximadamente 841,000 hombresnegros (comparado a 64,800 mujeresnegras) estaban encarcelados en los Estados Unidos.[4] El término “mujernegra” lo tomo de las activistas y feministas decoloniales Yuderkys Espinosa Miñoso y Celenis Rodríguez Moreno quienes lo emplean para distinguir el concepto de “mujer” como aquello que solamente les aplica a mujeres blancas. Plantean que “Ser mujer se corresponde entonces más estrictamente con las experiencias de las mujeres blancas, urbanas, de clase media, letradas y heterosexuales.”[5] Esto ocurre debido a que “la negritud distorsiona el género, haciéndolo inoperante en los cuerpos negros.”[6] Por lo tanto, no se puede estudiar la experiencia del sujeto racializado/colonizado con los mismos conceptos de género de la modernidad europea. Siguiendo a Espinosa Miñoso y Rodríguez Morena, empleo el término “hombrenegro” partiendo de la misma premisa: ser “hombre” solamente les aplica a sujetos blancos, urbanos, de clase media, letrados, y heterosexuales.
No nos debe sorprender que los hombresnegros, según el Departamento de Justicia de EEUU en un informe publicado en diciembre de 2014, tenían tasas más altas de encarcelamiento que los reclusos de otras razas o de origen hispano en todos los grupos de edad.[7] Por otro lado, un informe de The Washington Post, actualizado el 2 de junio de 2020, “la tasa de muertes de sujetos afronorteamericanos por la policía es más del doble que la de blancos americanos” en los Estados Unidos. Sin embargo, 1,218 hombresnegros han muerto a manos de la policía desde enero de 2015 comparado a 47 mujeresnegras.[8] Incluso, se han publicado estudios que han concluido que educadorxs de pre-kinder “que fueron incitados a esperar problemas en un aula entrenaron su mirada significativamente más tiempo en los estudiantes negros, especialmente los niños, que en los estudiantes blancos.”[9] Es decir, niños y hombrenegros son sujetos a políticas de vigilancia y control de manera más agresiva que niñas y mujeresnegras.
Pero no para ahí. En Filadelfia en 2014, Darrin Manning, un niñonegro de 16 años, sufrió una rotura de testículo después de un chequeo (pat down) por una mujer policía, dejándolo infértil.[10] Incluso, Manning contó que escuchó cuando reventó su testículo. En Nueva York en 1997, Abner Louima, un imigrante haitiano, fue sodomizado por un hombre policía con un palo de escoba partido en un cuartel en Brooklyn.[11] La práctica de castrar al hombrenegro antes de lincharlo era común en la época de Jim Crow. Por ejemplo, el periódico Chicago Defender publicó un artículo titulado “Boy Unsexes Negro Before Mob Lynches Him” el 13 de octubre de 1917, donde cuenta cómo un niño blanco de diez años castró a un hombrenegro con un “cuchillo carnicero grande” antes de que fuera linchado.
El racismo constituye una obsesión homoerótica con el cuerpo negro. El hombrenegro es constituido como violador, como un falo andante con un apetito sexual insaciable, como una amenaza constante para la feminidad blanca que el proyecto imperial tiene que proteger para asegurar su perpetuación. Es esa feminidad blanca que se constituye como símbolo de “pureza racial destinada a ser preservada y perpetuada”, donde “el cuerpo de la mujer blanca significa las motivaciones, las justificaciones y la culminación del imperio americano.”[12] Por lo tanto, «el patriarcado depende de la feminidad blanca para su propagación. […] El patriarcado evolucionó para proteger la feminidad blanca porque la feminidad blanca no es sólo la base sobre la que se construye el imperio, sino también la nacencia del excedente blanco necesario para la conquista imperial.”[13] Es decir, la feminidad blanca es aquello que se constituye como fundamental para la reproducción del patriarcado supremacista blanco imperial, precisamente, porque la feminidad blanca es quien (re)produce patriarcas. Con razón son tan frecuentes las instancias de mujeres blancas llamándole, o amenazando a llamarle, la policía a hombresnegros, como el caso que vimos de Amy Cooper hace unas semanas.[14] Solamente así se puede entender por qué Donald Trump caracteriza a los migrantes de Latino América como “violadores”,[15] al igual que el sujeto blanco que abrió fuego en un Wal Mart de El Paso en 2019, matando a 20.[16] ¿Cómo explicar, entonces, que un 47% de las mujeres blancas que votaron en las elecciones presidenciales de EEUU votaron por Trump (vs 45% quienes votaron por Clinton), un misógino probado?[17] Para la feminidad blanca, es preferido tener un misógino en la Casa Blanca que poner en riesgo el proyecto supremacista blanco, pues, es la feminidad blanca quien moviliza el terror racial.
Sin embargo, con los lentes de la teoría de interseccionalidad estas dinámicas y este tipo de violencia particular que sufren los hombresnegros queda invisibilizado porque solamente se concibe al hombrenegro como capaz de sufrir violencia por su raza, no por su género. A los hombresnegros no sólo los matan, encarcelan, y vigilan por negros, sino por ser hombresnegros. La interseccionalidad, que fue un argumento jurídico que giraba en torno a unos casos particulares de título VII de la Ley de derechos civiles de 1964,[18] se ha utilizado de manera ahistórica e igualó la masculinidad con privilegio, independientemente de raza y aun más, tomó por sentada las categorías mismas de raza y género, ambas construcciones coloniales. Sin embargo, para el año académico 2015-2016 en los Estados Unidos, un 13% de hombresnegros se graduaron con un grado asociado (comparado a 32% para mujeresnegras), un 28% de hombresnegros se graduaron de bachillerato (comparado a 53% para mujeresnegras), un 20% de hombresnegros se graduaron de maestría (comparado a 49% para mujeresnegras) y 20% de hombresnegros se graduaron de doctorado (comparado a 40% para mujeresnegros).[19] Con respecto a empleos docente en la academia estadounidense en 2017, mujeresnegras y hombresnegros constituyeron un 3% de la fuerza laboral cada una, comparado a 41% para hombres blancos y 35% para mujeres blancas, lo que pone en relieve la noción falsa de que en la academia estadounidense los hombresnegros tienen privilegio para conseguir empleo debido a su masculinidad.
De igual forma, se nos hace difícil concebir al hombrenegro como víctima de violencia doméstica, aunque estadísticas de 2018 en los EEUU muestran que hombresnegros y mujeresnegras reportan incidentes de violencia doméstica con una frecuencia aproximada (40% y 45%, respectivamente, y para sujetos hispanos, 30% y 34% para hombres y mujeres).[20] Sin embargo, si solamente se concibe la violencia doméstica como producto de una supuesta masculinidad tóxica por parte de los hombresnegros heterosexuales, ¿cómo explicar que “personas que se autoidentifican como lesbiana, gay, o bisexual tienen mayor riesgo de violación, violencia física, y acoso por una pareja íntima, y la victimización de hombres y mujeres bisexuales es la más prevalente”?[21] Si la violencia doméstica se concibe como producto de una heteronormatividad tóxica que se despliega en abuso hacia una pareja íntima, ¿cómo explicar que el 67% de las victimizaciones reportadas a la policía fueron perpetradas por familiares?[22]
Por otro lado, Angela Davis ha planteado que “las mujeres [esclavizadas] también sufrían de modos distintos, puesto que eran víctimas del abuso sexual y de otras formas brutales de maltrato que sólo podían infligírseles a ellas.”[23] Esto es un planteamiento falso, pero debido a que no se concibe al hombrenegro como capaz de ser víctima de agresiones sexuales, se invisibiliza; el hombrenegro solamente penetra, no puede ser penetrado ni ser forzado a penetrar. No es hasta reciente que se están produciendo textos que analizan las violencias sexuales que sufrían los hombresnegros esclavizados, como el texto Rethinking Rufus: Sexual Violations of Enslaved Men (2019) de Thomas A. Foster, quien planteó que las condiciones de la esclavitud “dio lugar a una variedad de formas de agresión y explotación sexual que afectaron la vida de muchos hombres, sus familias y sus comunidades.”[24] Es decir, con los lentes de la interseccionalidad no se concibe al hombre o niñonegro como capaz de ser violado, como lo fue un hombrenegro con diversidad funcional por Anna Stubblefield, exdirectora del Departamento de Filosofía de la Universidad Rutgers quien fue sentenciada a 24 años de cárcel, pero que luego el veredicto fue anulado después de una apelación.[25] Es decir, una mujer blanca que violó a un hombrenegro de 37 años –porque fue incapaz de dar consentimiento– solamente cumplió 22 meses de prisión. Si llegara a ser al revés, de seguro botaban la llave.
Existen dinámicas problemáticas dentro de las comunidades racializadas, sin duda alguna. Queda claro que las estadísticas citadas son de EEUU, que tiene dinámicas o tendencias distintas a las de Puerto Rico. Sin embargo, analizar los sistemas de opresión no es un juego de suma cero. Se puede conceder que los hombresnegros sufren violencias particulares por su raza y género sin quitarle al hecho de que las mujeresnegras también las sufren. Hay que cuestionar, seriamente, las categorías coloniales de raza y género para entender de qué manera las opresiones coloniales operan sobre los cuerpos. Hay que tomar en serio las experiencias de los hombresnegros, quienes tienen el debut sexual más temprano que cualquier otra raza,[26] y entender cómo los hombres racializados construyen su sentido de masculinidad dentro de la modernidad europea como mecanismo de resistencia a ella o como producto de un condicionamiento dentro de este sistema violento, como cuando una familiar cercana y quien adoro mucho me decía cuando niño “mejor puto que pato”. De lo contrario, me parece que se produce una indignación performativa cuando mueren los hombrenegros a manos de la policía o cuando surgen reclamos para abolir las cárceles, ambos fenómenos que impactan mayormente a los hombresnegros. Si no nos importa el dolor, sufrimiento, y victimización de los hombresnegros en vida, pues, porque no podemos centrar a los hombresnegros por su privilegio por tener un falo, que no nos importe cuando mueran.
*Originalmente publicado en el panfleto Linchamiento y castraciones: Notas sobre la violencia racista. Moca: Ediciones Guamo, 2020. http://www.girodecolonialpr.org/folletos.html
[1] Achille Mbembe, Critique of Black Reason, trad. Laurent Dubois (Durham: Duke University Press, 2017), 111.
[2] Frantz Fanon, Black Skin, White Masks, trad. Richard Philcox (New York: Grove Press, 2008), 128.
[3] Houria Bouteldja, “Feminist or Not? Thinking about the Possibility of a ‘Decolonial Feminism’ with James Baldwin and Audre Lorde”, Islamic Human Rights Commission (blog), de diciembre de de 2014, https://www.ihrc.org.uk/blogs/houria/11307-feminist-or-not-thinking-about-the-possibility-of-a-decolonial-feminism-with-james-baldwin-and-audre-lorde/.
[4] Tommy J. Curry, The Man-Not: Race, Class, Genre, and the Dilemmas of Black Manhood (Philadelphia: Temple University Press, 2017), 30–31.
[5] Yuderkys Espinosa Miñoso y Celenis Rodríguez Moreno, “Hacia la recuperación de una memoria de resistencia afrocaribeña en República Dominicana”, CLACSO (blog), el 13 de marzo de 2020, 6, https://www.clacso.org/hacia-la-recuperacion-de-una-memoria-de-resistencia-afrocaribena-en-republica-dominicana/.
[6] Curry, The Man-Not, 28.
[7] Curry, 31.
[8] “Fatal Force: Police Shootings Database”, Washington Post, consultado el 3 de junio de 2020, https://www.washingtonpost.com/graphics/investigations/police-shootings-database/.
[9] Melissa Healy, “Eye-tracking technology shows that preschool teachers have implicit bias against black boys – Los Angeles Times”, LA Times, el 28 de septiembre de 2016, https://www.latimes.com/science/sciencenow/la-sci-sn-black-boys-preschool-20160928-snap-story.html.
[10] Alex Greig, “Boy, 16, suffers ruptured testicle ‘during police pat-down’ and may be infertile”, Daily Mail Online, 18 de enero de 2014, https://www.dailymail.co.uk/news/article-2541780/Boy-16-suffers-ruptured-testicle-police-pat-infertile.html.
[11] Beth Fertig y Jim O’Grady, “Twenty Years Later: The Police Assault on Abner Louima and What It Means”, WNYC, 9 de agosto de 2017, https://www.wnyc.org/story/twenty-years-later-look-back-nypd-assault-abner-louima-and-what-it-means-today/.
[12] Meghan Johnston Aelabouni, “White Womanhood and/as American Empire in Arrival and Annihilation”, Religions 11, núm. 3 (marzo de 2020): 5, https://doi.org/10.3390/rel11030130.
[13] Curry, The Man-Not, 42.
[14] Michael Harriot, “Amy Cooper Is the Kind of White Woman Black Families Warn Their Children About”, Washington Post, el 29 de mayo de 2020, https://www.washingtonpost.com/outlook/2020/05/29/amy-cooper-white-woman/.
[15] Michelle Mark, “Trump refers to campaign remarks calling Mexicans ‘rapists’”, Business Insider, de abril de de 2018, https://www.businessinsider.com/trump-mexicans-rapists-remark-reference-2018-4.
[16] Julio Ricardo Varela, “Trump’s anti-immigrant ‘invasion’ rhetoric was echoed by the El Paso shooter for a reason”, NBC News, 5 de agosto de 2019, https://www.nbcnews.com/think/opinion/trump-s-anti-immigrant-invasion-rhetoric-was-echoed-el-paso-ncna1039286.
[17] “An Examination of the 2016 Electorate, Based on Validated Voters”, Pew Research Center – U.S. Politics & Policy, 9 de agosto de 2018, https://www.people-press.org/2018/08/09/an-examination-of-the-2016-electorate-based-on-validated-voters/.
[18] Véase Kimberle Crenshaw, “Demarginalizing the Intersection of Race and Sex: A Black Feminist Critique of Antidiscrimination Doctrine, Feminist Theory and Antiracist Politics”, University of Chicago Legal Forum 1989, núm. 1 (1989).
[19] Institute of Education Sciences: National Center for Education Statistics, “Status and Trends in the Education of Racial and Ethnic Groups 2018 (NCES 2019-038)” (U.S. Department of Education, 2018), 17, https://nces.ed.gov/pubs2019/2019038.pdf.
[20] Office for Victims of Crime, “2018 National Crime Victims’ Right Week Resource Guide: Crime and Victimization Fact Sheets” (Office of Justice Programs, 2018), https://ovc.ncjrs.gov/ncvrw2018/info_flyers/fact_sheets/2018NCVRW_IPV_508_QC.pdf.
[21] Office for Victims of Crime, 2.
[22] Office for Victims of Crime, “2018 National Crime Victims’ Right Week Resource Guide: Crime and Victimization Fact Sheets”.
[23] Angela Davis, Mujeres, raza y clase (Madrid: Ediciones AKAL, 2005), 15.
[24] Thomas A. Foster, Rethinking Rufus: Sexual Violations of Enslaved Men (Athens: The University of Georgia Press, 2019), 2.
[25] Daniel Engber, “The Strange Case of Anna Stubblefield, Revisited”, The New York Times, 5 de abril de 2018, https://www.nytimes.com/2018/04/05/magazine/the-strange-case-of-anna-stubblefield-revisited.html.
[26] Patricia A. Cavazos-Rehg et al., “Age of sexual debut among US adolescents”, Contraception 80, núm. 2 (agosto de 2009): 158–62, https://doi.org/10.1016/j.contraception.2009.02.014.