La noche te llama: “12 horas” cumple diez años
En 2001, una película puertorriqueña estrenó con la esperanza, de todos los filmes boricuas, de llegar a un público dispuesto a darle su apoyo contra viento y marea. A pesar de recibir tempestades de críticas negativas de los reseñistas del momento, el filme logró su cometido: permaneció en cartelera por seis semanas, superando la exhibición promedio de dos semanas de las películas puertorriqueñas.
El filme fue “12 Horas”, escrito y dirigido por Raúl Marchand, y el hecho de que 2011 marca su décimo aniversario no ha sido cubierto ni celebrado como es debido. Para remediar este caso de amnesia cultural (desafortunadamente, un mal recurrente en el ambiente artístico puertorriqueño), presentamos a la consideración de los lectores un listado de virtudes que hacen que “12 Horas” deba ser considerado un filme tan importante para el cine puertorriqueño del siglo XXI como lo fue “Dios los cría”, de Jacobo Morales, para el ámbito fílmico boricua en el último tercio del siglo XX.
1-Tres años luego de que el filme danés “The Celebration” inaugurara el uso de la tecnología digital para la realización de largometrajes, “12 Horas” inicia esta práctica en Puerto Rico, poniendo el modo de hacer cine boricua al día con las tendencias internacionales y presentando una manera más económica de hacer películas que resultará en un aumento considerable de producciones cinematográficas hechas para exhibición en salas de cine, la televisión y para el mercado “straight-to-video”.
2-En materia de contenido, “12 Horas” rompe con los temas de la añoranza del pasado de los filmes puertorriqueños más célebres (“Linda Sara”, de Morales, con su protagonista literalmente viviendo de sus recuerdos, y “La Guagua Aérea”, de Luis Molina, recreando los viajes de los migrantes a New York de los años Sesenta) y, así como “Dios los cría” presentó historias de la actualidad de los Ochenta, explora temas y personajes contemporáneos en su propuesta argumental: la vida nocturna santurcina, poblada de seres que salen a la calle de 6:00 PM a 6:00 AM a liberar tensiones e inhibiciones (las tres mejores amigas Liza, Ada y Virginia), a divertirse en una fiesta juvenil (la adolescente Cristina, hija de Liza), a trabajar en la subcultura sexual (el aspirante a gígolo Abraham, la vedette transexual Jacqueline Bom Bom), o a ganarse el pan del modo tradicional (el taxista Roberto, la periodista Kathy).
3- En otro paralelo interesante con “Dios los cría”, un film-omnibús compuesto por cinco historias independientes, “12 Horas” presenta una serie de narrativas paralelas y simultáneas, adoptando el estilo narrativo del filme mexicano “Amores perros” al intercalar la progresión de las historias de modo dinámico, con ocasionales intervenciones de personajes de una historia dentro de otra: Roberto interactúa tanto con Cristina como con Kathy. Liza y Cristina comparten espacio dramático por su relación familiar, y vemos en el mismo hospital a las tres amigas y a la mujer que contrató a Abraham para una noche de amor. Así, la línea narrativa del filme está tan a la vanguardia como su grabación en digital.
4-La crítica de cine del 2001 criticó severamente a “12 Horas” por lo que se consideró su estilo demasiado vulgar, cargado de palabras soeces y de situaciones escandalosas desde el ángulo moral. El tiempo le ha dado la razón al filme, pues esos “defectos” en realidad demuestran una cualidad muy especial: Dentro de un cine puertorriqueño más bien recatado en materias de sexualidad, “12 Horas” rompió las trabas moralistas con su retrato de conducta sexual diversa, atrevida y liberadora.
Las mejores amigas son mujeres activas sexualmente, con sus criterios bien definidos: Liza es la más seria, sobreviviente de maltrato conyugal, Ada es una bola de fuego promiscua que se le insinúa a casi todos los hombres que conoce, divorciada por insatisfacción amatoria, y Virginia es reprimida en el placer por un marido que la controló a su gusto hasta dejarla por un hombre.
Cristina va a la fiesta “rave” impulsada por la presión de grupo de sus amigas de colegio, quienes hablan sin vergüenza de sus aventuras sexuales, haciendo sentir a Cristina diferente e inferior por ser aún virgen. Habiendo sido seducido por amigas de su madre, Abraham busca repetir la experiencia con mujeres que estén dispuestas a pagar por sus servicios en la cama, para luego ser masturbado por Jacqueline en una guagua, y conocer el mundo del hedonismo homosexual de la discoteca Eros, donde rechaza los avances de un “hustler” y observa, con gradual interés y comprensión, trazos del estilo de vida gay boricua.
Es la secuencia de Eros la más chocante para quienes desconocen este centro de la subcultura gay, donde los hombres se besan y abrazan desenfrenadamente, pero donde hay miembros de la comunidad bien educados que respetan la heterosexualidad de Abraham. Jacqueline Bom Bom cuenta su historia, tan desesperada como las de las tres amigas: fue antes un hombre gay travesti, quien se hizo el cambio de sexo por otro hombre, quien la dejó por una mujer “normal” luego de la operación. Ante su triste situación, Jacqueline deriva una carrera exitosa como entertainer “draga”, aunque en realidad no lo sea (siendo lo que se clasifica como una “post-op trannie”), pero interpretando su papel artístico con la soltura y carisma de los grandes transformistas.
Esta actitud tan liberal y franca respecto a la sexualidad representa otro de los legados de “12 Horas”; el cine puertorriqueño posterior será mucho más franco y gráfico en sus actitudes ante la sexualidad, desde los filmes de una nueva generación de cineastas boricuas (“Miente”, “Ruido”, “Maldeamores”) hasta figuras establecidas como Morales (quien presentará personajes en situaciones sexuales explícitas en “Dios los cría 2” y “Ángel”).
5-Finalmente, “12 Horas” presenta un trabajo estético de primer orden, desde la fotografía expresiva de Jaime Costas hasta la ambientación siempre exacta de los centros de acción nocturna; desde una banda musical excelente hasta un elenco muy profesional y convincente en sus caracterizaciones, que reúne nuevos talentos (Yadira Nazario, Wanda Rovira y Michelle Deliz como las amigas, Cielomar Cuevas como Cristina), actores reconocidos y jóvenes (Charlie Massó como Abraham, Flavia Manes Rossi como Jacqueline) y veteranos del oficio actoral (Marcos Betancourt como Roberto, y –en papeles pequeños pero impactantes– Teófilo Torres, Modesto Lacén y Jaime Bello).
Estas razones, junto a muchas más obviadas por razón de espacio, justifican la celebración abierta de “12 Horas”, felicitando a su guionista/director Marchand y su equipo técnico-artístico por crear un nuevo punto de partida para el cine puertorriqueño, enriquecido y nutrido por sus logros. No exageramos al clasificar a “12 Horas” como uno de los filmes boricuas más importantes de la historia del medio en la Isla.