La política en el “otoño boricua”
Rosselló renunció, pero se desquitó firmando muchas leyes pendientes e hizo nombramientos de última hora, cosa que no cayó nada bien entre los ciudadanos. A pesar de eso —y de cómo el gobierno Wanda Vázquez Garced sigue teniendo elementos de los estilos de Rosselló y del PNP— aquella gran masividad de las protestas terminó. En parte para darle espacio a ella para que demostrara si iba a gobernar o no a favor del Pueblo. Pero en parte también por el agotamiento de quiénes protestaron por 12 días consecutivos y que deseaban volver su atención a sus asuntos personales y familiares.
Al parecer, mucha gente trasladó a noviembre de 2020 —a las elecciones espurias que se celebrarán entonces— sus ansias de protesta y de cambio. Digo, “al parecer” porque trasladar el poder social del Pueblo ciudadano a unas elecciones que no cuentan ni con el dinero suficiente para celebrarse bien, y después de las cuáles el Gobernador electo (o gobernadora) no tendrá poder real para decidir finalmente nada importante debido a las decisiones de la Junta de Supervisión Fiscal y de la Jueza Laura Taylor Swaine, es un estímulo más bien al aumento de la abstención electoral que ya en 2016 llegó a un nivel histórico del 45% de los inscritos. Y la abstención electoral, aunque puede tener efectos en el sistema político, como impedir que el Gobernador o Gobernadora que gane las elecciones obtenga una mayoría real del apoyo del Pueblo, es más bien una reacción pasiva, algo que no moviliza realmente el poder social del pueblo, solo el poder político del voto, en este caso, del no-voto.
Las condiciones del país en octubre de 2019
Por lo que se observa, existen hoy condiciones que dan al Pueblo motivación de sobra para una nueva oleada de protestas. Manifestaciones públicas ha habido realmente muy pocas y más pequeñas. Y algunos ciudadanos se han reunido en Asambleas de Pueblo, muy dispersas y muy locales, sin que den base a un movimiento político nacional.
Puerto Rico, tiene hoy muchas razones para no estar tan “tranquilo” como aparenta. El Tribunal Supremo de Estados Unidos acaba de ver el caso del Juez Torruellas de Boston y ha decidido en contrario. Los funcionarios de la Junta de Supervisión Fiscal son “territoriales”, y no federales, y por lo tanto, según el Tribunal Supremo no necesitaban consentimiento del Senado. No solo el tribunal mantuvo la Junta de Supervisión Fiscal como válida, al igual que sus decisiones de austeridad, sino que dejó sin analizar para nada los famosos casos insulares, y encima, se refirió a Puerto Rico, no como la “Commonwealth”, que se alegó engañosamente que antes existía, para llamarle, como lo hace la ley PROMESA: “the territory”. Eso dejó con la lengua afuera a todos los incautos boricuas que fueron allí pensando que habría una decisión histórica sobre nuestro “estatus político”. Nada de nada, como hubiera esperado cualquier persona inteligente que conozca cómo funciona el imperio. Sobre todo los estadistas ingenuos, se quedaron “vestidos y alborotados” por la indiferencia del Tribunal Supremo de EEUU ante el asunto medular de Puerto Rico: el colonialismo y su falta de oportunidad real para ejercer el derecho a la autodeterminación nacional. Es algo que ha debido incomodar a todo el mundo: independentistas, libre asociacionistas y estadistas. No obstante, el país sigue como si nada. Regresamos políticamente a la paz de los sepulcros.
¡Y muchos sepulcros que hay y habrá! En el residencial Ramos Antonini acaba de ocurrir un asesinato múltiple de 6 personas. Los expresos del país no son seguros y los disparos de auto a auto se han multiplicado. Los car-jacking en los centros comerciales y otros lugares públicos abundan más que antes. Los crímenes y asesinatos de la violencia de género se han disparado. El crimen, el robo y la corrupción siguen campeando por sus respetos en el país, mientras la reacción del gobierno es la que no funciona: aumentar el número de policías “vigilantes”. Así que se observa una “tranquilidad política” en medio de provocaciones políticas y de gran intranquilidad en la seguridad pública.
La Gobernadora Wanda Vázquez Garced intenta mantenerse en su cargo a base de no tomar decisiones importantes. En todo el tiempo que ha morado en La Fortaleza son muy pocas las decisiones clave que ha tomado. Y entre las decisiones tomadas hay algunos absurdos como despojar a la Directora de la Autoridad de Transporte Marítimo de sus intervenciones con los problemas de las lanchas para Vieques y Culebra, pero dejarla en el cargo para todo lo demás. Son las mismas malas mañas de los PNP de siempre, gobernar a base de disparates con tal de mantenerles los sueldos elevados a los suyos, a quienes los gobernadores han nombrado a la dirección de entidades públicas como un favor político. La última lindeza de la flamante Gobernadora fue nombrar a Erik Rolón como Secretario de la Gobernación y en seguida, nombrar a la esposa de éste, sin preparación académica ni experiencia para ese cargo, como Directora del Sistema de Pensiones del Gobierno. Esa es la importancia real que Wanda Vázquez les adjudica a las pensiones de los empleados públicos, a pesar que prometió defenderlas. Es obvio que Wanda Vázquez sigue tan comprometida con la elite PNP como el que más. Y de los legisladores de ese partido ni se hable, porque ya fueron examinados por el periodismo investigativo de El Nuevo Día y se publicaron sus nefastas confabulaciones para dar contratos nepotistas y para beneficiar la corporación que poseen Edwin Mundo y su señora esposa.
La desigualdad social que asfixia nuestras posibilidades de desarrollo económico continúa vigente y se agrava con las decisiones de la Junta de Supervisión Fiscal. Dichas decisiones empobrecen más a los más pobres y vulnerables, zumban a los pensionados a la miseria económica y a las angustias mentales, y van reduciendo la clase media, muchos de cuyos antiguos integrantes van descendiendo a la “clase media baja” y se acercan peligrosamente a la pobreza. Eso ha sido así en tal grado que hasta una de las aseguradoras médicas más importantes del país está incluyendo ayudas en los beneficios gastos de pago de luz, agua y teléfono, ante los aumentos desaforados en esos servicios sin que haya aumentos ni en los sueldos ni en las pensiones. Esto se decidió por la aseguradora con el propósito de mitigar la situación común de muchos envejecidos pobres: no pueden comprar los medicamentos que necesitan para mantener su salud por tener que pagar más cara la luz o el agua, a pesar del mal servicio. Todavía, dicho sea de paso, sufrimos muchos de los apagones post María, que aunque más espaciados, han continuado. Si ello ocurre a pesar de que el dinero de FEMA para la AEE llegó, es evidente que el mal gobierno de Rosselló continúa bajo la dirección inepta de Wanda Vázquez.
El colonialismo en Puerto Rico, además, prosigue y viento en popa. Estados Unidos trata mal al país desde diversos ángulos: fondos asignados por el huracán María que —todavía— no llegan completos; referencia de los federales a que el país es un territorio bajo los poderes plenos del Congreso; acusaciones públicas del Presidente Donald Trump de que Puerto Rico es uno de los países más corruptos del planeta y de que su gobierno interno es, además de corrupto, inepto; más de mil millones en fondos para el Departamento de Educación de Puerto Rico que están detenidos porque el Gobierno Federal espera nombrar un síndico para que asegure que los fondos se usan debidamente; y encima, no hay nada que indique que las malas mañas de los puertorriqueños maleados se han enmendado: los conductores del país que se mueven por San Juan siguen luciendo tan egoístas y desordenados como siempre.
Las pensiones de los jubilados del gobierno, o se han afectado ya, o siguen amenazadas por esa misma Junta de Supervisión Fiscal que ahora el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha refrendado; continúa vigente la amenaza a los galleros del país por una Ley Federal; José Carrión sigue campante en la Presidencia de la Junta de Supervisión Fiscal a pesar de que, al mismo tiempo, es un importante participante público en la campaña electoral para la re-elección de Donald Trump en Estados Unidos. Como no se le considera funcionario federal, sino “del territorio”, al parecer, ello implica que puede hacer lo que le dé la gana, aunque ello sea políticamente inmoral.
En fin, razones demás habría para calentar protestas in crescendo hasta conseguir objetivos que sabemos que muchos de los no corruptos desean para este país: la descolonización plena de Puerto Rico o un compromiso de fecha para ello, como se hizo en Washington con la salida de la Marina de Vieques pautada para 2003; la transformación del sistema político del País, mediante la adopción de una nueva constitución que sea realmente democrática y esté puesta al día en cuanto a los derechos que les pertenecen a sus ciudadanos; y, por supuesto, el establecimiento de sistemas inteligentes que permitan disuadir y castigar la corrupción político-administrativa.
Como sabemos, con la corrupción ocurre que el sistema actual, en lugar de disuadirla, la promueve. Es así porque deja impunes a los corruptos o a los que usaron mal el dinero público por una razón muy evidente: ni el PPD hace verdadera oposición al PNP ni castiga los corruptos de los gobiernos del PNP (por miedo a que cuando el PNP vuelva al poder castigue a los corruptos del PPD), ni cuando es el PNP el que controla el gobierno, castiga con fuerza la corrupción que haya podido haber durante un gobierno del PPD. En ese sentido, el bipartidismo de esos dos —PPD y PNP— es parte del gran problema que tiene Puerto Rico para poder construirse como un nuevo país, verdaderamente democrático, con una reducción notable en la corrupción y en los crímenes y con un gobierno más o menos bueno y efectivo, que sea capaz de beneficiar al Pueblo en general y no a las élites partidistas minoritarias.
De hecho, dos características se combinaron en las protestas de junio de 2019 para lograr, con disciplina encomiable, que solo se usaran banderas de Puerto Rico en las manifestaciones públicas, que no hubiera banderas partidistas. Una fue que las marchas estuvieron principalmente integradas por jóvenes. Y la segunda, que los jóvenes puertorriqueños desde hace un tiempo están desvinculados de los partidos. Eso lo comprobamos en estudios empíricos de Ciencia Política en la UPR desde la década del 1980. Y se han intensificado dichas tendencias. Los jóvenes ni confían en los partidos ni los quieren: a ninguno de ellos, ni PPD, ni PNP, ni PIP ni PPT, salvo unas minorías de militantes en ellos, la mayoría por tradición familiar. Es por esa causa que muchos de ellos se abstienen de votar en las elecciones — y ahora con mayor razón— porque las saben huecas de consecuencias para el País. Y es por eso que este autor considera un grave error que el Movimiento Victoria Ciudadana haya querido imitar los errores del PPR de Rogelio Figueroa y del PPT de Rafael Bernabe de inscribirse como partido con un nombre y un carapacho, pero sin la realidad de un verdadero movimiento de masas. Los partidos de hoy, o son de masas, o no lo son. Esa es una de las razones por las cuales PPD, PNP PIP y PPT están tan mal. Por un lado los partidos grandes, PPD y PNP, han perdido vertiginosamente sus otrora grandes masas de militantes. Tanto es así, que con todo y el “entusiasmo” que quisieron proyectar en la prensa, en la Asamblea de Delegados del PPD hubo solo 1,700 de más de 3,000 delegados posibles, muchos de ellos personas envejecidas y conservadoras a morir. Esa no es receta adecuada para atraer la juventud. Y el PNP, ni siquiera ha hecho su Asamblea nacional correspondiente: así de complicados están. No tengo que decir nada del PIP y del PPT porque los números en las pasadas 2 elecciones generales hablan por sí solos.
Entonces, si tantas buenas razones hay para protestar porque todo se ha agravado en Puerto Rico en octubre en comparación con el verano, ¿por qué tanta “tranquilidad política”? Tengo dos hipótesis principales y ya las expuse por lo que solo falta explicarlas un poco más. La primera, que el movimiento de junio no logró trascender el objetivo concreto de hacer renunciar a Rosselló. Renunciado el Gobernador, se logró el objetivo y finalizaron las protestas. La segunda es que ninguna fuerza política logró, a lo largo de las protestas continuas de junio dirigir a esas masas, sobre todo de jóvenes, hacia objetivos ulteriores muy importantes para el país. He dicho que esos objetivos son tres principalmente: ponerle fecha al fin del colonialismo en Puerto Rico. Sea cual sea el producto de la negociación entre los puertorriqueños y su metrópoli, es necesario un nuevo acuerdo propio del siglo XXI que trascienda el modelo colonial agravado que vive Puerto Rico hoy. En segundo lugar, necesitamos crear un nuevo sistema político que sea realmente democrático, con una nueva Constitución que esté a la altura de los tiempos, de las democracias más adelantadas del siglo XXI. Finalmente, y muy importante, la nueva estructura política y la nueva Constitución tienen que incluir sistemas inteligentes, incluso con el uso de nuevas tecnologías, para impedir la corrupción, castigarla si ocurre, y para ofrecer verdadera paz social y seguridad pública.
La psicología social podría orientarnos más en comprender lo examinado
En Puerto Rico existen numerosos y excelentes académicos de la Psicología Social y de la Psicología Social Comunitaria. Hace falta que realicen estudios empíricos con personas participantes en las protestas de junio para examinar cuáles son sus percepciones propias y sus explicaciones para la relativa tranquilidad que vive el País ahora, a pesar de que muchos problemas se han agravado. Y hace falta que nos ayuden a los demás con hipótesis científicas sobre el por qué la ausencia de luchas ciudadanas aunque los tres problemas medulares del país persisten. Los estudiosos clásicos de la mentalidad y conducta de los colonizados, por ejemplo, Frantz Fanon y Albert Memmi, nos enseñaron hace tiempo cómo los colonizados, al sentirse impotentes ante el poder y la prepotencia de la metrópoli que los ha colonizado, canalizan sus frustraciones y disgustos atacando a otros colonizados. Que esa hipótesis estuvo presente en las manifestaciones públicas de junio de 2019 en Puerto Rico es lo que yo llamaría una suposición amarga. Tal hipótesis o suposición explicaría las manifestaciones públicas y protestas de junio de 2019 como una indignación emotiva de los colonizados. Tienen muchas razones para protestar, sobre todo para enfrentarse al Imperio que los oprime y los ha engañado por años, pero no lo hacen, sino que canalizaron sus disgustos y malestares contra uno de los suyos, en una especie de catársis emocional: Ricky renuncia: Puerto Rico se respeta. Así leían muchas de las pancartas que aludían al CHAT.
¿Pero y quién se indignó con las faltas de respeto o los engaños provenientes de Washington, de la metrópoli todopoderosa e intocable? Por el contrario, a veces escuchamos personas para quienes si desde Washington asignaron $1,200 millones para algo y solo llegan $200 millones, pues los celebran, porque, según ellos, peor estaríamos los puertorriqueños sin esos doscientos millones que para los estadounidenses no es nada, pero para nosotros es “mucha plata”. Y para los políticos que hacen su agosto con esos dineros, pues más todavía.
El problema con esa hipótesis tomada de Fanon y Memmi es que dejaría sin explicar las luchas exitosas por Vieques que sí fueron de frente a los intereses de la metrópoli y nada menos que de su Marina de Guerra. Es decir, el asunto de Vieques y su militancia pacífica demostró que, con una base racional suficiente, masas de ciudadanos, incluso jóvenes, estarán dispuestas a movilizarse y protestar mediante desobediencia civil pacífica. Ello a pesar de la amenaza de cumplir un tiempo en cárcel, precisamente por su desobediencia a la ley federal. No se deben olvidar tampoco los miles que marcharon liderados por el Sin Miedo de Doña Inés María Mendoza contra la presencia de un campo de concentración de la metrópoli en Puerto Rico para encarcelar migrantes haitianos. En ese proceso también hubo éxito y fue un acto de masas frente a los intereses metropolitanos. Ni tampoco olvidamos la experiencia de La nación en marcha que fue una actividad no solo muy masiva, sino también muy política y exitosa en demostrar que sí somos una nación con conciencia clara de nuestra nacionalidad distintiva.
Eso no niega que haya muchos colonizados hasta el tuétano que cumplan con las hipótesis de Fanon y Memmi: atacar a otros colonizados pero no a la metrópoli. O como dicen las teorías psicológicas de la personalidad autoritaria individual: ser severo y hasta agresivo con los inferiores, pero mansos como ovejas ante los que perciben como superiores o más poderosos.
Examen de una posible hipótesis económica
Por otra parte, los buenos economistas del país podrían realizar estudios empíricos para comprender hasta qué punto sucede o no en Puerto Rico lo siguiente. La distancia entre la riqueza de Estados Unidos y la pobreza agravada en Puerto Rico se ha hecho tan extrema, que muchos puertorriqueños se conforman con cualquier migaja que caiga desde la metrópolis. La pobreza material —y los miedos y delirios concomitantes— estarían así detrás de la incapacidad del Pueblo puertorriqueño para enfrentar a su metrópoli a causa del colonialismo agravado y otras situaciones de rechazo y desprecio de Estados Unidos hacia Puerto Rico.
Está por verse si esa hipótesis o suposición es parte o no de la explicación para la falta de continuidad en las luchas de Puerto Rico mientras en otros lugares como Hong Kong, Cataluña o Ecuador las luchas se multiplican. ¿Y qué están investigando sobre todo eso, los científicos políticos más jóvenes del país?
A fin de cuentas, habrá de ser el propio Pueblo puertorriqueño — con sus actitudes y sus acciones futuras— quien podrá decir si realmente nuestros ciudadanos, sobre todo los más jóvenes, y con las experiencias de la lucha por Vieques y las de “Verano Puertorriqueño de 2019”, como las bautizó Jaime Lluch a su haber, han o no despertado la conciencia de más y más ciudadanos sobre cómo el poder social y sus luchas colectivas puede llegar a promover cambios medulares en Puerto Rico. Como he dicho, la meta más amplia sería para sentar las bases de la construcción de un nuevo país: descolonizado, más democrático, más socialmente igualitario y con una mayor capacidad para el buen gobierno y para atajar la vil corrupción y el egoísmo de los politiqueros que nos ha venido arropando por décadas.
El escenario político camino a las supuestas “elecciones” de 2020
Aún es muy temprano para juzgarlo a fondo, pero si todo madura como pinta, las llamadas elecciones de 2020 pueden resultar en un fiasco inconsecuente. No solo por el colonialismo agravado en Puerto Rico, que deja con pocos poderes —y ahora también con poco dinero y bacalao que repartir— al Gobernador electo y a quienes salgan victoriosos en cada cargo. Ni un triunfo del PPD, ni una revalidación del PNP, son capaces de cambiar nada esencial en el Puerto Rico en que vivimos. Y la gente lo sabe, incluso los todavía militantes en esos partidos ya anquilosados. Es por eso que puede esperarse una continuidad en el ascenso de la abstención electoral.
Nada me alegraría más que equivocarme completamente cuando indico que el Movimiento Victoria Ciudadana no es una opción de consenso de los indignados en Puerto Rico. Primero y principalmente porque pretenden una alianza con los estadistas, quienes prefieren abstenerse de votar con su amargura y frustración, a votar por opciones de la izquierda política. Ni el PPR, ni el PPT lograron nada significativo intentando atraer estadistas. Si algunos pueden ser atraídos por el MVC son los independentistas cansados de las derrotas sufridas por el PIP y por el PPT y algunos Populares disgustados que, en lugar de abstenerse, votarían por el MVC. Muchos de los soberanistas pensantes no van a apoyar a Victoria Ciudadana porque repugna a sus valores y a su ideología el considerar la estadidad federada como un proceso descolonizador para Puerto Rico. En segundo lugar, y muy importante, Victoria Ciudadana tiene las de no acabar en victoria por lo que ya señalé antes. La masa de jóvenes de ahora huye de los partidos políticos. Y al MVC le ha tocado inexorablemente ser un partido político en las peores condiciones: sin endosos suficientes a la altura de mediados de octubre de 2019, sin dinero porque van a rechazar el fondo electoral y sin que todavía se vislumbre algún candidato o candidata que sea atractivo y que no quede opacado y opacada por otros que buscan protagonismo en el MVC. No se vio por ningún lado la capacidad política de los dirigentes del MVC de dar liderazgo y continuidad hacia logros más importantes a las protestas de junio de 2019. Los jóvenes militantes no los llamaron a ellos a liderar, sino más bien a los artistas que no mostraban tener ataduras de partido. Y ellos asistirían a las marchas como individuos, pero sin un llamado contundente a ir más allá de la renuncia del Gobernador que tuviera éxito llevándolos a ejercer liderazgo efectivo sobre quienes protestaban.
Y, claro está, no se puede convertir en verdadero partido político de consenso para un cambio a una entidad que no ha sido antes un movimiento exitoso de las masas indignadas del país. Un carapacho de partido, sin organización, no es verdadero partido. Tengo el mayor respeto y admiración por el compañero Ángel Villarini quien ha propuesto en el MVC una organización a base de red de redes, utilizando los medios electrónicos. Creo que es un ingrediente correcto, pero su mensaje no puede estar contaminado ni con el de los estadistas del PNP ni con el de los colonialistas del PPD. Creo que en términos organizativos la red de redes podría concitar apoyo de jóvenes si de dieran otras condiciones favorables. Pero puede ser que sea “too late” para ese tipo de experimento con el poco tiempo que queda. El resultado de las elecciones de 2020, si se pueden celebrar, daría la medida de la fuerza política presente y futura de un movimiento como Victoria Ciudadana.
En cuanto a los partidos tradicionales, su posición es extremadamente patética. Tratan de lucir como si aquí no hubiera pasado nada, como si no estuviera ocurriendo nada y como si 2020 fuera una elección más, favorable al bipartidismo. Algunos de sus líderes cándidamente dicen que “sopesan” determinar si les conviene o no “tirarse el ruedo de candidatos”, todo en un cálculo que no solo toma en cuenta el apoyo popular y los votos posibles, sino también las posibilidades de que lanzarse al ruedo ahora pueda no ser conveniente económicamente para sus bolsillos, acostumbrados como estuvieron a tiempos más promisorios. Las malas mañas de siempre las exhiben en todo su esplendor. ¡Lo mismo que ahuyenta el voto joven del País!