La socialdemocracia y el rescate de la política
La agitada y convulsa situación interna en la Isla y la recesión a escala mundial nos lleva a replantearnos viejos cuestionamientos sobre las opciones de futuro que tiene Puerto Rico en un mundo caracterizado por una extrema conflictividad y desigualdad. Algunos piensan que se le debe dar oportunidad a una opción socialdemócrata que ponga la inclusión social en el centro de la agenda política. Por mucho tiempo la Isla parece atascada en un debate de status sin plantearse adecuadamente cómo adelantar una agenda integral que eleve el nivel de vida de la mayoría pobre.
Las etiquetas políticas ya no sirven de mucho. En China, la nueva potencia mundial emergente del siglo XXI, un país designado como comunista, cerca de 200 millones de obreros emigrantes del campo a la ciudad no tienen plan de salud adecuado y hoy es el país más contaminante del mundo.1 Estados Unidos, país que reclama liderato en el mundo como superpotencia, tiene 43 millones de pobres (cerca de un 14% de la población) y esa población pobre tiene, en realidad, una ciudadanía disminuida con menos recursos y educación para defender sus intereses. Un plan de salud universal, en su versión corporativa, es una conquista reciente que el Partido Republicano se propone desmantelar si llega al poder electoral.
Ya es lugar común afirmar que el viejo modelo de Puerto Rico, basado en la promoción de la exportación de ganancias del capital estadounidense y muy dependiente de fondos federales anti-pobreza, está agotado y no es la base desde la cual construir modelos de calidad de vida a los que aspiramos. Ya Puerto Rico no es “vitrina”. En muchos casos, por el contrario, se estudia nuestra trayectoria en medios académicos para no replicar nuestros errores en el proceso de gestionar un rápido crecimiento económico. Todo ello lleva a preguntarnos si podemos promover otras formas de generar una sociedad de mayor productividad, eficiencia, equidad y solidaridad social.
¿Un nuevo modelo para Puerto Rico?
Algunos empiezan a proponer un proyecto socialdemócrata para Puerto Rico. Aunque en el pasado algunos partidos y organizaciones han dicho defender la socialdemocracia, lo cierto es que en Puerto Rico 2010 este proyecto es todavía un espacio político por ocupar. A veces, incluso, los logros socialdemócratas son subestimados. Cuando se habla, por ejemplo, de “sociedades exitosas” en el mundo, muchas veces lo que observamos son países (o regiones del mundo) en diseños de colaboración que han logrado combinar la eficiencia y productividad del capitalismo con el compromiso de la calidad de vida de los trabajadores y los sectores vulnerables que impulsa la ética socialista. Por eso algunos denominan a la socialdemocracia como la “tercera ruta”.
En Puerto Rico esa búsqueda de marcos normativos alternos que guíen el manejo de los asuntos públicos también se monta sobre el desencanto profundo con la gestión de gobierno en la Isla. La llegada de un gobierno absolutamente comprometido con la ideología de que el gobierno es parte del problema y no de la solución y la insensibilidad que ha mostrado ese liderato partidista con los problemas de los empleados públicos y otros sectores pobres de la sociedad también impulsan la pregunta: ¿No habrá una forma más humana de conducir la gestión de gobierno? ¿Hay algo profundamente defectuoso en la formación ética de nuestro liderato político y profesional que los tornan insensibles al dolor de los más humildes?
Conscientes o no, buscamos nuevos paradigmas que orienten nuevos valores de equidad social. Algunos entienden que esa búsqueda nos debe llevar a reivindicar la política como instrumento para superar la calidad de vida de los ciudadanos.
La socialdemocracia
La socialdemocracia es un movimiento político europeo que surge de una escisión del movimiento socialista iniciado por Carlos Marx en el siglo XIX. Es una tercera ruta caracterizada por la libre competencia de partidos y grupos de interés en circunstancias en que los sectores trabajadores y empresariales tienen un voz dominante en la formulación de políticas públicas de diverso tipo. Es un sistema caracterizado por un alto nivel de regulación gubernamental para garantizar el cumplimiento de metas nacionales de inclusión social. En una sociedad socialdemócrata es impensable el despido masivo de empleados públicos porque las uniones que participan activamente del proceso de definir opciones de política pública tienen la fuerza para bloquear esas iniciativas.2
A los socialdemócratas nunca les pareció adecuada la posición adoptada por muchos “marxistas” de que el fin del capitalismo era inevitable y que las propias contradicciones del capitalismo harían la llegada del socialismo inevitable. Para éstos era importante no subestimar la capacidad del capitalismo de adaptarse a nuevas circunstancias incorporando medidas distributivas que ayudaran a generar mayores niveles de equidad en una sociedad de mercado.
Lo importante para los que defienden esta ideología era rescatar las posibilidades transformadoras de la política como ejercicio de la voluntad democrática. Coincidían con Marx sobre cómo el capitalismo lograba transformaciones económicas y sociales muy profundas pero insistían que lo realmente necesario era desatar un proceso de reformas paulatinas que crearan condiciones para la mejor calidad de vida de las mayorías asalariadas. Lo verdaderamente relevante, siguen insistiendo hoy en día, es la evolución de la acción política no violenta que va surgiendo del propio movimiento político en el contexto social.
Por tanto, en el mundo de hoy este movimiento político internacional es antagónico al neoliberalismo. Mientras los neoliberales defienden el abandono de la política a favor de las decisiones del mercado, el socialdemócrata defiende la autonomía de la política como medio hacia el logro del bien común. En los países que han adoptado este modelo las mayorías trabajadoras están organizadas (generalmente en sindicatos) y participan de acuerdos tripartitas (gobierno, sindicatos y empresarios) en la definición de políticas sociales de avanzada. En países como Suecia, uno de los países de mayor trayectoria socialdemócrata, entre un 80 a un 90% de los trabajadores están organizados en uniones. Por ello el poder de los sindicatos de negociar altas compensaciones, y ofrecer a cambio paz laboral, es muy alto.
Existen, sin embargo, distintos modelos socialdemócratas en cada país. En algunos casos los esfuerzos socialdemócratas son parte de un impulso de unificación regional como es el caso de Europa. Aunque la estabilidad de las políticas socialdemócratas es muy fuerte como es el caso de Suecia. En otros lugares, como en Estados Unidos, los esfuerzos socialdemócratas tienen grandes adelantos en ciertos periodos (como el llamado Nuevo Trato de Roosevelt en la década del treinta) y otros periodos de franco retroceso. No se sabe aún si la agenda de Obama de impulsar algunas reformas socialdemócratas va a tener un impacto de largo plazo pero sabemos que la oposición de la derecha a cualquier adelanto en esta área ha sido feroz. Obama también se ha mostrado demasiado cauteloso en su proyección reformista y ha lucido más como un “insider” listo para evitar confrontaciones con el sector corporativo.
El impacto socialdemócrata
No es hasta luego de terminada la Segunda Guerra Mundial que el impacto de los modelos socialdemócratas empieza a adquirir mayor prominencia en países europeos tales como Suecia, Finlandia, Noruega y el Reino Unido para citar sólo algunos casos conocidos.
Al calor de mandatos políticos electorales de partidos socialdemócratas en el control del gobierno, en estos países se comienzan a instaurar sistemas de beneficencia públicas muy generosos. Estas políticas sociales reconocen que la pobreza no es principalmente, como aducen los defensores del neoliberalismo, una opción individual, sino el resultado de un contexto institucional que le hace más difícil a individuos y familias escapar de las limitaciones materiales y culturales que la pobreza genera.
La política social socialdemócrata asume como función central del Estado proteger a la ciudadanía de distintos riesgos: quedar desempleado especialmente en momentos de recesión económica, verse afectado por discapacidades físicas o mentales, tener que criar una familia con un sólo ingreso, o no tener fondos suficientes para la jubilación durante la vejez.3
Más importante aún, la política social socialdemócrata influye sobre la distribución de ingresos en la sociedad al intervenir activamente sobre el mercado para reducir la desigualdad. En los países socialdemócratas las contribuciones sobre ingreso y corporativas son relativamente altas pero ello es recompensado por servicios educativos y de salud de gran calidad.
El Índice de Desarrollo Humano de la Organización de Naciones Unidas es un instrumento útil para calcular métricas tales como expectativa de vida al nacer, acceso a servicios de salud y educación de excelencia, desarrollo tecnológico, ingreso medio de la población, etc. Entre los gobiernos que propician mejor calidad de vida a su población podemos observar que muchos de ellos tienen modelos políticos de fuerte influencia socialdemócrata. Tal es el caso de países como Islandia, Noruega, Canadá y Suecia.
En Estados Unidos, hasta ahora, la influencia socialdemócrata ha sido limitada. Los esfuerzos para lograr una reforma de salud universal como la que ha promovido la Administración de Obama son el mejor ejemplo de lo difícil que es promover esta agenda. Ello a pesar de informes que señalan que, entre el año 2000 y el 2006 cerca de 137, 000 personas murieron en dicho país por falta de cubierta de salud adecuada4.
Obama: ¿Un proyecto socialdemócrata para Estados Unidos?
Con mucha dificultad el presidente Barack Obama está intentando adelantar ciertos objetivos de política pública que son congruentes con la propuesta socialdemócrata. Ha promovido el acceso universal a la salud y está apoyando legislación para hacer más sencillo el proceso de organizar un sindicato.
Sus propuestas de generar una nueva economía verde enfatizando la utilización de fuentes renovables de energía también colocan a la Administración en sintonía con aspiraciones importantes que se comparten en países socialdemócratas de avanzada, sobre todo en Europa. Suecia, por ejemplo, está en vías de adoptar como meta convertirse en el primer país libre de petróleo como fuente de energía para el año 2020. Ya más del 25% de la energía en Suecia proviene de fuentes renovables.
A Estados Unidos le cuesta mucha dificultad caminar en esta dirección socialdemócrata y además, se caracteriza por un sistema político sumamente influido por sectores y grupos económicos muy poderosos que ejercen un poder cardinal en los organismos decisorios del Estado. Este país representa las consecuencias de un pluralismo con un acento elitista bastante pronunciado. Los Comités de Acción Política que ayudan a financiar las campañas representan intereses empresariales y comerciales excesivamente poderosos e influyentes. Esa tendencia se debe agudizar ahora con la decisión, CITIZENS UNITED v. FEDERAL ELECTION COMMISSION 558 U. S. (2010, ) del Tribunal Supremo de Estados Unidos, que impide imponerle límites a lo que puedan invertir las corporaciones en publicidad política a favor de un candidato o partido.
Mientras se consideran las posibilidades de una agenda socialdemócrata en Puerto Rico debemos seguir de cerca el desarrollo de los esfuerzos en una dirección socialdemócrata en Estados Unidos. Las consecuencias de la política social que adopte Estados Unidos no es irrelevante en su efecto sobre el Estado Libre Asociado y los puertorriqueños.
¿Cómo abrirle espacio a una agenda socialdemócrata?
Puede ser éste un momento propicio para plantearse la opción de una alternativa política socialdemócrata en Puerto Rico. El problema es que el asunto del estatus ocupa una atención muy grande en los procesos electorales y en cierta medida impide que se discutan asuntos de política pública a profundidad. Es penoso decirlo pero en ocasiones dicho debate lo que hace es debilitar el análisis serio de nuestras opciones de política pública. Todas las soluciones quedan atrapadas en la lógica de que primero hay que resolver la situación política para luego discutir nuestros planes de trabajo concretos en áreas urgentes de nuestra vida colectiva.
Si podemos acordar entre todas las facciones políticas de estatus un mecanismo procesal para dilucidar el problema de las relaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos que sea distinto y separado de las elecciones generales que se celebran en Puerto Rico cada cuatro años, eso va a constituir un gran salto en la calidad de nuestra vida política. La posible convocatoria de una asamblea constitucional de status es una de esas propuestas que debe ser estudiada con detenimiento. Afortunadamente hay líderes políticos de todos los partidos políticos que se han expresado a favor de esa opción.
En otras palabras, en las elecciones generales se la daría un mandato a los partidos a crear un mecanismo procesal exclusivamente ocupado en el problema de l a situación política. De esa forma el elector no tendría que votar por sus preferencias de estatus en las elecciones generales sino en elecciones especiales convocadas exclusivamente para elegir los delegados que formen parte de la asamblea constitucional y para dar otros mandatos específicos que requiera el proceso largo y trabajoso de encaminar a Puerto Rico hacia otro posible estado político. Por consiguiente los partidos tendrían que explicar, por ejemplo, sus estrategias para atender problemas como el abuso de sustancias o el maltrato y la violencia familiar con un nivel de detalle y enmarcados en una filosofía coherente de gobierno. En ese contexto las soluciones socialdemócratas que han sido efectivas en otras regiones podrían ser consideradas con más seriedad.
¿Habrá espacio político para un proyecto que enfatice la justicia social para las grandes mayorías? Esta es una interrogante importante. Ahí puede estar la clave para destrancar el juego político y salir del atolladero y la parálisis en que nos encontramos.
- Organización Mundial de la salud, “Making health care affordable in China”: China, Bulletin of the World Health Organization 86.11 (Nov 2008): p. 821-3 [↩]
- Sheri Berman, “Unheralded Battle: Capitalism, the Left, Social Democracy, and Democratic Socialism”, Dissent, Winter 2009 [↩]
- Brady, David, et al, “Putting Poverty in Political Context: A Multi-level Analysis of Adult Poverty Across 18 Affluent Democracies”, Social Forces, 88-1, septiembre 2009. [↩]
- Dorn, Stan, “Uninsured and Dying Because of It: Updating the Institute of Medicine Analysis on the Impact of Uninsurance on Mortality”, Urban Institute, 2008 [↩]