Las penitentes (2018, 2019), de Maira Landa
Con Las penitentes, la escritora cubana-puertorriqueña Maira Landa continúa contando historias del Holocausto o la Shoá como su éxito editorial y long-seller Concierto para Leah (2010), en su cuarta edición y ya traducida al inglés. En esta nueva entrega, la autora nos lleva a Roma, Buenos Aires, Salzburgo y Florencia siguiendo las pistas de una monja retirada en un centro geriátrico. Andrea, restauradora de arte, sus amigas y un investigador privado, llegan hasta la estatua de madera titulada María Magdalena Penitente (1443-55) del escultor renacentista Donato di Niccolò di Betto Bardi (1386-1466), mejor conocido como Donatello, la que les revelará una dolorosa verdad.
La intriga de la novela se devela a través de una intensa correspondencia electrónica, llamadas telefónicas, textos y consultas en internet, pero es el pasado de Klara -narrado en itálicas a través de un diario que constituye una memoria- el que poco a poco da todas las claves al lector para armar la trama que se cifra en el fascinante mundo del arte, en una estatua del Renacimiento italiano donde se esconden unos papeles importantes. En este aspecto, Landa va marcando su voluntad de estilo como narradora porque se vale de un recurso exitoso que usó ya en Concierto para Leah a través de la magia de la música, del violín del personaje central y, ahora, lo ultiliza en el arte plástico de una escultura que le sirve como pie para comunicar otra vez un período turbulento como lo fue el de la Segunda Guerra Mundial y sus efectos en Europa. Música y arte, estética y narración, son algunos de los elementos que componen hasta ahora el universo narrativo de Maira Landa como lo afirma muy bien en uno de los epígrafes de su autoría: “La novela es ficción; la historia a veces también” (9) dialogando con otro epígrafe del gran Miguel de Cervantes y Saavedra, autor de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605): “…y si esta aventura parece apócrifa, yo no tengo la culpa; y así, sin afirmarla por falsa o verdadera, la escribo” (11). En otras palabras, Landa adopta una estética cervantina donde ficción e historia van de la mano y si una parece ficción y la otra historia, o viceversa, ambas son parte de un proceso especular de la realidad que imita siempre inevitablemente a la ficción.
En los veintiocho capítulos y un “Epílogo” de Las penitentes asistimos a la penitencia que varios personajes femeninos tienen que llevar a cabo para poder sobrevivir el horror del Holocausto y el impacto en sus vidas. Esta cita de la novela ilustra esta idea: “-Tal vez hoy conozcamos gran parte de la verdad histórica que por muchos años se ha mantenido oculta. Los hechos que nos han presentado como ciertos, en muchas ocasiones están muy lejos de la realidad” (203). La relación entre verdad y mentira histórica es uno de los objetivos de estos relatos de la guerra donde se quiere traer a la luz los hechos que han sido suprimidos por la historia oficial por medio de una posmemoria o narración histórica de una voz que no vive en primera persona los hechos, sino que los recopila y los cuenta. ¿Está viva Eva Braun la consorte de Hilter? ¿Fue ella la madrina de Klara, Irma Müller? ¿Irma Müller es Eva Braun? Estas y otras interrogantes se hacen y se intentan contestar en este libro.
A lo largo de la trama uno de los aspectos que llama la atención del lector es el entramado de historias que casi en una novela detectivesca lleva a los personajes a seguirle la pista a la famosa estatua de Donatello porque es la clave que puede dilucidar todo el nudo narrativo. Cuando al final se desata ese nudo y podemos asistir a una realidad ficcionalizada, quedamos satisfechos con las diversas teorías que tanto el investigador privado como los dos personajes femeninos principales han sabido exponer a lo largo de su historia. Uno de los momentos más conmovedores es la reunión de hermanos que han sido separados a causa de los campos de concentración de los que han sobrevivido. Los espacios en los que se desarrollan estos encuentros de América hasta Europa otra vez hacen del arte de narrar de Maira Landa, una historia transatlántica, de Cuba y el Caribe hasta Alemania, en Concierto para Leah, y en Las penitentes de Argentina a Salzburgo e Italia. Quien lea una de las dos novelas debe leer la otra para entender la propuesta orgánica que Maira Landa nos presenta contando estas infrahistorias de memoria y posmemoria que iluminan la historia oficial. La particular textura de este relato, la construcción de los personajes y una prosa impecable hacen de Las penitentes una lectura sorprendente, tanto obligada como necesaria para intentar entender los horrores inenarrables del nazismo y sus efectos hasta nuestros días. La insistencia de esta autora en recrear este período parece decirnos que no se permite olvidar.