Latino/a Imaginary: el ángulo boricua
El pasado 19 de febrero fue la apertura de la exhibición Latino/a Visual Imaginary: Intersection of Word & Image en la galería 516 ARTS de Albuquerque, Nuevo México. Como lo puertorriqueño y los puertorriqueños no abundan por estos lares nuevo mexicanos, asumí que los artistas boricuas brillarían por su ausencia. Afortunadamente, me equivoqué.
Resulta que la exhibición, curada por la Dra. Holly Barnet-Sánchez, fue inspirada por la conferencia bi-regional titulada Latino Literary Imagination: East Coast/South West Dialogue on Narrative Voices and the Spoken Word auspiciada por la Universidad de Nuevo México (Albuquerque), el National Hispanic Cultural Center (Albuquerque), la Universidad de Rutgers (New Jersey) y el Nuyorican Poets Café (Nueva York). Como el énfasis de la exhibición y la conferencia está en el diálogo entre los latinos del suroeste y los latinos del este de Estados Unidos, recibí la agradable sorpresa de que tres de los 10 artistas de la exhibición son puertorriqueños: Pepón Osorio, Wanda Raimundi-Ortiz y Kai Margarida-Ramírez de Arellano.
Cada uno de estos artistas tienen trayectorias y estilos muy particulares y provocadores.
Las obras en papel picado de Kai Margarida-Ramírez de Arellano son estremecedoras y fueron recientemente tema de un entusiasta artículo en el semanario The Alibi. Me impactaron particularmente sus piezas tituladas “Juárez” y “Tripdick”. La artista llama al papel picado su «medio artístico irreverente preferido» y es una técnica con fuertes raíces (nuevo) mexicanas que aprendió de la artista local Catalina Delgado-Trunk.
Nacida en Mayagüez y criada en Albuquerque, el trabajo de Margarida-Ramírez de Arellano explora las intersecciones de la cultura chicana, caribeña y urbana desde una óptica feminista. Por ejemplo, la artista explica que su uso de la letra gótica en su obra “Juárez” hace referencia al trasfondo histórico medieval de la tortura corporal contemporánea infligida en más de 550 mujeres en esa ciudad fronteriza; a la vez, apunta hacia la re-apropiación por parte de la cultura popular chicana de este estilo de letra—“particularmente en los tatuajes que inscriben la etnicidad sobre el cuerpo de una manera que refuerza las distinciones de género”.
La perspectiva feminista de Margarida-Ramírez de Arellano es tan incisiva como juguetona. Tanto el título como el contenido de su obra “Tripdick” es una desenfadada critica a la imaginación pornográfica heteromasculina. Pero la obra no propone el decoro como remedio. Al contrario, esta lanza una impúdica mirada a la genitalia masculina en reposo, a través de la cual la artista recalca las similitudes entre penes y vaginas a la vez que yuxtapone la técnica “girlie” del papel picado con los temas “hardcore”.
En algún momento me encantaría sentarme a hablar con la joven artista sobre la manera en que su historia y experiencias en Puerto Rico, Nuevo México y ahora Nueva York han influenciado su trayectoria artística. Me interesa porque el suroeste estadounidense es el escenario de una experiencia diaspórica puertorriqueña de la cual poco se conoce y también porque los caminos recorridos por la artista son bastante parecidos a los míos (excepto que mi trayectoria me llevó de Puerto Rico primero a Nueva York y ahora a Nuevo México).
Por su parte, Wanda Raimundi-Ortiz es una artista nuyorican que recientemente se trasladó a Florida para desempeñarse como profesora de arte en University of Central Florida. La curadora Barnet-Sánchez describe a Raimundi-Ortiz en el catálogo de la exhibición como una “artista del performance completamente contemporánea” y como ejemplo se refiere al vídeo “Ask Chuleta: Contemporary Art” (Pregúntale a Chuleta: arte contemporáneo). En este ingenioso vídeo Raimundi-Ortiz personifica a Chuleta, una chica con mucha calle y un fuerte acento bronxeño que ofrece vídeo-conferencias sobre importantes temas del arte contemporáneo como el cubo blanco en las galerías y las controversias sobre la política de identidad. Chuleta explica que el propósito de sus vídeo-conferencias es salvar el abismo entre “el mundo del arte” y “la gente como nosotros”. En una reseña de esta obra publicada en el New York Times, Benjamin Genocchio señala: “La ingenuidad de Chuleta es encantadora, pero sus pintorescas y frecuentemente tergiversadas lecciones de arte tienen un propósito más serio. […] Por una parte, buscan educar a los jóvenes latinos sobre la belleza y la imaginación en el arte. Pero su propósito es también desmitificar el arte y mostrar cómo éste puede revelar cosas que de otra manera permanecerían invisibles en nuestro día a día”.
Varias piezas de la serie “WW: The Exile Series” (WW: la serie del exilio) también forman parte de la muestra de Raimundi-Ortiz en esta exhibición. La superheroína Wepa Woman es el personaje protagónico de estas obras que mucho le deben a la cultura popular urbana en forma de las novelas gráficas y el graffiti.
Para completar el trío puertorriqueño que forma parte de esta exhibición, la curadora escogió a Pepón Osorio. Igual que yo, Pepón nació y se crió en PR, pero (parafraseando sus palabras) re-nació en Nueva York. No le llegué a preguntar, pero sospecho que no objetaría en decir, como yo, que es un “born-again Nuyorican”.
Osorio y Amalia Mesa-Bains conforman el destacado dúo de artistas que ofreciera la charla principal de la exhibición y cuyas impresionantes instalaciones son el epicentro de la exhibición. Ambos son reconocidas figuras en el mundo del arte contemporáneo y, entre muchas otras distinciones, ganaron la Beca MacArthur (la llamada “beca de los genios”). Los paralelos entre Osorio y Mesa-Bains son muchos: entrenados como psicóloga y trabajador social, el arte de ambos tiene intrínseca relación con sus estudios académicos; ambos están comprometidos con cuestionar las dicotomías entre el mundo del arte y las comunidades (particularmente las de escasos recursos económicos) al igual que las falsas distinciones entre lo tradicional y lo contemporáneo; ambos trabajan los temas de trauma, sanación y espiritualidad; y, a pesar de sus logros profesionales, ambos se reconocen como laborando en los márgenes de las expectativas del mundo del arte “mainstream”.
“Drowned in a Glass of Water” (Ahogado en un vaso de agua) es la instalación de Osorio en esta exhibición. La obra reinterpreta las historias de dos familias de dos áreas rurales de Massachussets: North Adams y Williamstown. El artista compartió intensamente con estas familias por un año y luego creó la instalación en equipo con un grupo de estudiantes y otros miembros de la comunidad universitaria de Williams College.
Explica el artista sobre el proceso de interacción y compromiso social que constituye el corazón de la obra: «Estoy tejiendo historias de la comunidad. Me interesa democratizar el proceso artístico. No se trata simplemente de lo que yo puedo alcanzar a través del arte, si no de qué pueden descubrir los participantes sobre sí mismos. ‘Drowned in a Glass of Water’ representa las historias de dos familias, transformando la memoria personal en una narrativa colectiva… Sobrecogedor en escala y detalle, ‘Drowned in a Glass of Water’ urge a los espectadores a negociar su relación con la obra de arte y con el lugar del arte en sus vidas».
Para que nadie se quede con la curiosidad, aquí una imagen de la instalación de Mesa-Bains titulada «La Botánica –The Curandera’s Room»– el yin para el yang de la obra de Osorio.
Fue una delicia escuchar las charlas y el diálogo de Osorio y Mesa-Bains que se llevaron a cabo en el Museo de Albuquerque el día después de la apertura. La complicidad y afinidad de los artistas produce mucho placer. Aquí comparto varios fragmentos que grabé de su conversación. ¡Disfruten!
Osorio y Mesa-Bains hablan sobre su deseo de romper las barreras entre «la comunidad» y «los museos»:
Sobre las implicaciones de recibir la Beca MacArthur:
Sobre «centro» y «periferia» en el mundo del arte:
Para comunicarse con Raquel Z. Rivera: [email protected]