Lucy
Uno sabe más o menos —usualmente más— qué esperar de una película de Luc Besson. No importa si es el director, guionista o productor habrá sangre, explotarán automóviles antes o después que den volteretas y vengan hacia nosotros en la pantalla, alguien conducirá a toda velocidad en contra del tránsito, y habrá armas de todo tipo y tamaño en casi todas las escenas. Cuando hace más de una de esas tareas fílmicas, sálvese quien pueda. En esta que escribió, dirigió y editó, no hay un momento para tomar un sorbo de refresco ni para recobrar el aliento antes de que se le ocurra algo nuevo que nos hará reír (por lo absurdo) o porque es tan loco que nos sorprende.
Esta divertida locura comienza con una locura: ¿no puede un director y sus productores, para una película que costó más de $40 millones conseguir alguien que sepa cómo se divide una célula, o un huevo fecundado? ¿Máxime si es parte de la introducción de una cinta que va a involucrar a científicos de la talla de Morgan Freeman (el profesor Samuel Norman)? No que Freeman no sea convincente como un neurocientífico paquetero que dice que los humanos solo usamos 10% del cerebro y que si llegáramos a usar mucho más seríamos Superman o Wonder Woman. ¿Qué sucedería (se plantea el filme) si fuéramos gobernados o dominados por alguien que usa 100% de su cerebro? (Yo estaría encantado; mejor eso que neurocientífico que usa 5% de su cerebro.) Las consecuencias, nos dice Besson, pueden ser funestas. Una mula (en el sentido del tráfico de drogas), representada en la pantalla por esa maravilla que vive, habla y se mueve, que es Scarlett Johansson, llega a usar porcentajes cada vez más altos de su cerebro y su poder es devastador.
La célula que se divide según aparecen los títulos es, me parece, un chiste. El guionista no quiere que vayan a pensar que él cree en la jeringonza de la pseudociencia que la película despliega, mucho menos que él usa solo el 10% de su cerebro. De todos modos, hay un mensaje en esta historia de la mula a quien le implantan una droga llamada CPH4 (no existe) que es una de las más fuertes de las que puede “acceder el cerebro” y aumentar las fuerzas físicas y cerebrales del que la usa. El mensaje es: no se dedique a mula ni a usar drogas. La mula Lucy (Scarlett) sufre un contratiempo que hace que se dispare en su sistema una gran cantidad del material que transporta en su cuerpo y, para asombro de sus atormentadores, va en pleno plan de venganza.
Lo que sigue es una sorpresa tras otra de cómo se puede plagiar un par de docenas de películas anteriores y hacer que todo parezca nuevo e impresionante. Viajamos por el cuerpo de Lucy a velocidades supersónicas y por recintos recónditos y aún no descubiertos del cerebro y los sitios donde se asienta el conocimiento. Lucy es una especie de pionera en exhibir estas fuerzas inducidas por la droga y que se manifiestan en su capacidad de leer las más de seis mil páginas de informes de las investigaciones del profesor Norman y sabérselas de memoria (y aprender a escribir y entender mandarín) en unas horas. Ante nuestros ojos vemos a Besson convertido en surrealista de ciencia ficción que toma de 2001: Sapce Oddyssey, The Matrix; The Tree of Life; Inception; sus propios filmes como La Femme Nikita; The Fifth Element (una de sus mejores); y las series que ha ideado The Transporter y Taken; y muchas otras.
Lo sorprendente de todo este menjunje es que tiene momentos de verdadera belleza, como en una escena digna de lo mejor de Dalí cuando Lucy parece que se va a desintegrar y otra en que se convierte en unos de esos paisajes dalinos de sustancias amorfas y alongadas, trenzadas que nos recuerdan una montaña de regaliz que se tuerce infinitamente. O una en que Lucy vislumbra el flujo de savia en un árbol. Periódicamente Besson nos lleva a algún paraje del mundo cuya belleza física casi compite con la Scarlett, quien, mientras tanto, está cobrándosela con los coreanos que le han fastidiado la vida. El grupo, encabezado por Jang (el siniestro y excelente actor Choi Min-sik), es casi un ejército que va vestido de negro y portan armas como nosotros llevamos iphones, pero pasa generalmente desapercibido por la policía de Paris. ¿Dónde está el inspector Clouseau cuando se necesita?
Hay que admitir que Besson no tiene par cuando hay que filmar escenas de acción con tiros y balas y autos destrozados, y tiene la estética de un buen coreógrafo para hacer ver atractiva la violencia que resulta de la retribución. Si Sam Peckinpah era el rey de la representación del realismo crudo del oeste, Besson nos lo sirve con espesas salsas francesas que saben muy bien, aunque nos den un poco de herbederas. De que tiene un estilo no cabe duda, pero hay que tener cierta resignación. Por suerte, muchas veces escoge bien las estrellas para estas historias de violencia urbana que son parte de una visión distópica que parece tener del mundo.
No creo que Lucy es un nombre que Besson haya escogido al azar. ¿Lucy in the Sky with Diamonds, o LSD? O pensó que en una película llena de referencias científicas inventadas y exageradas, tiene que haber algún punto de referencia con pie en la ciencia verdadera. Lucy es el nombre del la etíope que vivió hace 3.2 millones de años y que en su tierra se le conoce como “la maravillosa”. ¿Qué otra cosa describe a Scarlett Johansson? Con su bello rostro, a pesar de ser un poco torcido, y sus labios carnosos y sensuales, con un cuerpo pequeño y hermoso, esta actriz de veinte y nueve años es capaz de conmovernos en cintas como Lost in Translation (2003) y Girl with a Pearl Earring (2003)o demostrar su sentido dramático en una como Her (2013), en la que nunca la vemos. Ahora comprueba que el aplomo que demostró para participar en cintas de acción es duradero. En cuatro años (2010 al presente) ha hecho cuatro películas de acción. Espero que no se forme un hábito y acepte otros retos. Hay que añadir que, como la pionera Lucy de la antropología, Lucy la de la película, es la primera mujer capaz de convertirse en una unidad flash (“flash drive”).
Si quieren pasar un momento de goce visual esta película les dará eso y mucha acción. En cuanto a repetir que el humano solo usa 10% de su cerebro, les sugiero que lo eviten. Antes de hacer tal cosa, por favor lean un artículo sobre el tema en “The Atlantic” (está en el la red o pueden buscarlo en la página de FB del magacín). Alguien podría ponerse a darle significado a los disparates científicos del filme y a conjeturar. Les deseo buena suerte.