Más postiza que poetisa
(Las malas palabras
las biliosas
las absurdas
las quísticas
cancerígenas
metastásicas
palabras
hundieron su hormiguero
en el terreno
menos habitable
y más despreciado del planeta.
Lo hicieron trampa de arcilla
desolación ruinosa
pordiosero.
Las palabras hemorrágicas
sordas
narcisas irredentas
públicas
impúdicas
histéricas
contra el tránsito
suben corriendo la escalera.
El que baja las resiente inhóspitas, duras
lo acuchillan
lo abemolan
lo desmiembran. La que trepa
se precipita a las alturas
de su clímax
perfumado
de vísceras
patrióticas.
─Las cándidas palabras embusteras.)
(Y dice, tan postiza que poetiza, la Poetriz.)
Yo te maté, Luis Palés,
Filí no me leas ni Tembandumba.
Detrito de máquina destartalada
evapora tu caldo macaco en mis axilas.
Tú siempre bailas, remeneas
las caderas de tus palabras
en sinuoso movimiento igualitario
masa con masa. Pero ¡túmbala!,
no hay majestad que impere
ni lomo de Antilla que resista
el lábil ten con ten que noctambule
la sonrisa amarga ya sin música.
Tú siempre bailas, Filí Palés.
En el habla blanda del blanquito.
En el mirar lechoso del gatillero.
En el religado ejemplar político.
Ten con ten, ten con ten,
tu fugaz inexistente taconeo
cruza, hembra isla, el frágil puente
hiperbólica de sexo y nalga.
Tú siempre bailas, Luis Melé,
trapicheando susto en paso, densos
los jugos del nombre y de la raza.
Nombrada destruida, existida ya pensada,
ten con ten el disfraz me contentabas.
Pero no me tembandumbes más,
Luis Palés, que no hay quimbamba.
Filí no me leas, ten con ten ni sulamita.
Me lees, ¿o no me lees? ¡Túmbala!
*Continúa la serie Loquios de La Poetriz.