Maternidad Invisible
La Universidad de Puerto Rico, así como algunas universidades privadas del país, no se han preocupado por hacer de sus recintos zonas apropiadas para estudiantes mujeres con hijos e hijas (hijxs). Parecería que la cultura universitaria ha arrojado un velo de invisibilidad ante las necesidades de las personas con familia entre su estudiantado, especialmente las mujeres. Institucionalmente no se han tomado en consideración los recursos apropiados para que las mujeres que tienen hijxs puedan entrar y permanecer en sus programas universitarios. Por años se ha hablado de la accesibilidad de comunidades marginadas en la educación superior, pero en ningún instante se ha tratado de manera particular a las mujeres con hijxs como parte de ese grupo. No solamente a nivel estudiantil vemos la inequidad en la distribución de los recursos, también en la facultad y en el área administrativa vemos cómo se ignora con vehemencia todas aquellas necesidades que no tocan de cerca la población masculina en la cual se cimienta la cultura universitaria. Académicos de la educación superior han llamado a esta cultura universitaria la cultura de “los hombres con esposas”, en que se espera que las mujeres sean las cuidadoras principales de lxs hijxs dejando así que los hombres puedan adelantar su trabajo intelectual sin altibajos (Lynch, 2008). Esta cultura la perpetúan profesorxs, administradorxs y pares estudiantiles cuando se le exige a una estudiante con hijxs se ajuste a la cultura universitaria del “hombre con esposa” mientras contradictoriamente se espera que estas mismas sean las cuidadoras principales de las crías. Culturalmente nuestro país está aferrado a visiones patriarcales de lo que significa ser mujer y ser madre. Por lo tanto, el “familismo” obliga de manera tácita e implícita a que las mujeres juren lealtad a las necesidades de los miembros de la familia por sobre su propio bienestar y desarrollo. La imagen de la “buena hija” y de la “buena esposa” transgrede las paredes del hogar para ser reproducida en las políticas públicas, las aulas y la cultura universitaria puertorriqueña (Espinoza, 2010).
Un grupo de estudiantes graduadas a nivel doctoral y de maestría logró identificar algunas de las formas en que se reproduce el sexismo en la educación superior en la universidad pública y en una institución privada en Puerto Rico. Viniendo de una preocupación personal sobre el estatus de las mujeres en la educación superior boricua, las estudiantes se reunieron para discutir sus experiencias como mujeres con hijxs en escuela graduada. Diferentes áreas fueron identificadas en las conversaciones, entre estas: la falta de recursos y oportunidades que se les niega a las estudiantes con hijxs, así como la violencia institucional reproducida por miembros y procesos de las instituciones de educación superior representadas (la UPR de Río Piedras y Mayagüez, el Recinto de Ciencias Médicas y la Universidad del Sagrado Corazón). También identificaron los apoyos y las estrategias utilizadas por las estudiantes mujeres con hijxs en aras de tener éxito en sus programas.
El primer y más desventajoso olvido de las administraciones universitarias es ignorar el costo –muchas veces inaudito- del cuidado de niños y niñas (niñxs) a cualquier nivel. Las estudiantes entrevistadas dijeron tener grandes dificultades en poder encontrar un cuido seguro y económico para sus crías, por ejemplo, una estudiante doctoral del Recinto de Río Piedras indicó que “estudiaba a tiempo completo diurno y para pagar el cuido tenía que trabajar en las noches”. El estrés emocional se combina con la escasez económica que tienen que pasar las mujeres con hijxs mientras cursan la escuela graduada. Otra de las compañeras del mismo recinto habló sobre su experiencia con el centro de cuidado del recinto “yo pagaba $400 de cuido al mes, en la UPI me dicen que eso es por sorteo y que depende de mi suerte que caiga o no, hay 15 espacios para una universidad de 15 mil estudiantes y encima de eso la prioridad es para los profesores y administradores, o sea eso no es un cuido para estudiantes”.
Las estudiantes graduadas también conversaron sobre la crasa falta de orientación con respecto a cuáles son las ayudas y recursos disponibles en la universidad para las mujeres con hijxs una vez son admitidas en los programas. Así también señalaron la falta de actividades familiares a las cuales ellas puedan integrarse a la comunidad universitaria sin poner en riesgo la seguridad de las crías. Además de los centros de cuidado de niñxs, la universidad no está preparada físicamente para que una madre pueda traer a su hijx y cuidarlo dentro del recinto. Ellas informaron sobre la falta de accesibilidad para coches en los recintos, así como la falta de cambiadores y salas de lactancia para la higiene y alimentación de los niñxs. Como explica otra estudiante del Recinto de Río Piedras “yo no encontraba un sitio cómodo para extraerme leche, luego crearon una sala de lactancia en un edificio que quedaba lejano de muchas facultades y no era práctico, por lo que muchas estudiantes madres se sentaban cerca de los enchufes durante las clases y se extraían ahí mismo para no perderse la clase”.
Las estudiantes graduadas con hijxs parecen ser un problema para la administración y el profesorado, especialmente el profesorado masculino. Las estudiantes expresaron recibir señales de discriminación por parte del profesorado por el hecho de tener hijxs, como denunció una compañera del Recinto Universitario de Mayagüez: “yo sentía que por ser madre no me consideraban tanto como a otros”. Explicó cómo en su programa le han coartado oportunidades de investigación y desarrollo por tener un hijx. La compañera indicó que “hubo un profesor que estaba anunciando que necesitaba un estudiante para hacer investigación, pero no podían ser madres, ni tener hijxs, ni estar casadas”. Su experiencia refleja una cultura universitaria que tiene vicios patriarcales que son reproducidos a diario y que se reducen a burdas exclusiones hacia las mujeres que han decidido ser madres mientras están en la universidad. Las estudiantes son aisladas de los recursos y físicamente de la facultad mayoritariamente masculina de los recintos, algunas indicaron sentir presión por parte del profesorado masculino en acabar sus programas bajo el estándar de los dos años sin considerar sus necesidades y tareas maternales. Por su parte, una compañera de la Universidad del Sagrado Corazón indicó haberse sentido mal acogida por un profesor cuando tuvo que llevar a su hijx al salón de clases porque no encontró quién cuidara del bebé mientras tomaba la clase. Todas las estudiantes entrevistadas dijeron sentirse incapaces de confrontar a los profesores por miedo a represalias, como indicó una de las compañeras: “lo pienso mucho antes de confrontar a un profesor por el hecho de ser madre”.
Las estudiantes graduadas con hijxs en universidades públicas y privadas han tenido que recurrir a estrategias para navegar la escuela graduada que muchas veces están en contra de su bienestar físico y emocional. Además de tener que llevarse trabajos a sus hogares, tienen que recurrir a establecer prioridades sobre las tareas académicas por sobre las tareas del hogar, como indicó una estudiante del recinto de Río Piedras: “una hace una lista de prioridades, la universidad, tu hijo y tu familia van primero, las tareas del hogar pasan a un segundo plano”. Para las estudiantes dormir es un lujo que no pueden costear, así como alimentarse adecuadamente y tener tiempo de ocio. Para las universitarias puertorriqueñas con hijxs parecería que el sacrificio del mismo cuerpo es necesario si quieren terminar con un título a nivel graduado. Para una estudiante del Recinto de Ciencias Médicas en su práctica profesional tener hijxs mientras cursaba sus estudios graduados se convirtió en una verdadera pesadilla: “yo recurría a empezar a estudiar luego de la hora de dormir de mis hijxs, comenzaba a las 8 en punto de la noche y podía salir el sol sin yo pegar un ojo, me enfermé, me empezaron a dar ataques de pánico, episodios de llanto incontrolable e inapetencia”. Su enfermedad fue recibida con indiferencia por parte de sus profesorxs, exigiéndole aún con un diagnóstico médico, que continuara con sus funciones clínicas, con los trabajos grupales y exámenes para culminar el semestre (Van Stone, Ron & Niemann, 1994).
Algunas cuentan con el apoyo de profesoras mujeres con hijxs, las cuales les brindan información y entendimiento a las mentoradas. Pero este no es el caso para todas, una estudiante de maestría de la UPR de Río Piedras se topó con profesoras que asumían que «como era madre tenía más capacidades que la estudiante promedio» poniéndola en clara desventaja con sus pares sin hijxs. Todas las estudiantes dijeron tener que recurrir al apoyo de familiares y amigos, especialmente sus madres y sus compañerxs para poder balancear sus quehaceres maternales y estudiantiles. Esto conlleva, como en otras instituciones sociales plagadas de sexismo la resistencia a estereotipos y roles de género asignados a las madres, como informó otra de las compañeras “para ellos [la familia] el hecho de ser estudiante queda en un segundo plano, tenía que cumplir, primero con la casa, y cuidar de mi esposo y mi hijx”. La cultura del familismo en Puerto Rico exige tener como prioridad a la familia por sobre los intereses individuales de las estudiantes, lo que es inverso a las exigencias que implica ser estudiante graduada en la Isla (Espinoza, 2010).
El sexismo se manifiesta en la vida de las estudiantes graduadas con hijxs en todas las áreas del cuidado de sus hijxs, la lógica masculina se extiende a las relaciones sociales con el profesorado y la familia. La cultura institucional se ha creado alrededor de la imagen de los hombres, y sus roles de género, haciendo que las mujeres con hijxs que quieran educarse a nivel graduado tengan que amoldarse a sus requisitos. La falta de oportunidades, la falta de apoyo institucional y el privilegio paternalista del profesorado hace de esta experiencia universitaria una muy lejana a lo que las estudiantes pensaron que recibirían. El sexismo se cristaliza en las instituciones universitarias en las que el poder simbólico y monetario se concentra en las figuras masculinas. La falta de solidaridad de las administraciones con las necesidades de sus estudiantes que han decidido tener hijxs se traduce en pobreza, insatisfacción y sacrificio innecesario para estas y muchas otras compañeras. (McLaughlin & Randolph, 2011).
Algunos dirán que esa fue su decisión, otras dirán que ellas lo hicieron sin quejarse, a los dos repiqueteamos que la responsabilidad recae sobre las instituciones al momento de aceptarlas entre sus filas. Las estudiantes graduadas merecen la inclusión de sus necesidades como madres en todos los procesos y consideraciones que se tomen con respecto al estudiantado en general. Los reclamos más apremiantes para las estudiantes fueron: mejores facilidades, centros de cuidado de niñxs exclusivamente para estudiantes, salas de lactancia accesibles, transporte seguro y ser remuneradas financieramente en sus trabajos según su necesidad. Pero, por sobre todo, el cese y desista del profesorado en excluir las mujeres con hijxs de oportunidades de trabajo e investigación. Es de vital importancia la creación de cursos de desarrollo profesional dirigidos a orientar a la facultad sobre la igualdad de oportunidad entre todas y todos sus estudiantes. Es el deber de las juntas administrativas de las universidades públicas y privadas investigar la experiencia de sus estudiantes mujeres con hijxs y atender con premura sus necesidades. (Cerven, 2013) La ley federal (Título IX, U.S.C §§ 1681) prohíbe la discriminación por género de lxs estudiantes de programas y actividades financiados por agencias federales, por lo que se sobrentiende que es solo justo pedir que no se siga reproduciendo el sexismo institucional que sigue negándole a las mujeres su derecho de proseguir sus estudios hasta donde su capacidad intelectual lo permita. La educación es un derecho que se le ha negado históricamente a generaciones de mujeres en el mundo y en la Isla. Por ende no se puede pedir más que el más alto nivel de compromiso por parte de las distintas administraciones universitarias para contribuir a la accesibilidad de las mujeres con hijxs a los recintos y universidades.
Referencias
Cerven, C. (2013). Public and private lives: institutional structures and personal supports in low-income single mothers’ educational pursuits. Education Policy Analysis Archives, 21(17).
Espinoza, R. (2010). The Good Daughter Dilemma: Latinas Managing Family and School Demands. Journal of Hispanic Higher Education, 9(4), 317-330.
Lynch, K. (2008). Gender roles and the American academe: a case study of graduate student mothers. Gender and Education, 20(6), 585-605.
McLaughlin, A. & Randolph, K. (2011). Development of the School Support Scale for Low-Income Mothers in College. Research on Social Work Practice, 22(1), 68-76.
Van Stone, N., Ron, N., & Niemann, J. (1994). Poor Single-Mother College Students’ Views on the Effect of Some Primary Sociological and Psychological Belief Factors on Their Academic Success. The Journal of Higher Education, 65(5), 571-584.