Mínimos
I.
Desde la incertidumbre y el presentimiento,
en su vientre tibio, en tu cuello tenso.
Indiscreta de palabra cornamusa:
meciéndome, meciéndome.
II.
Duele estar desprovista de la crueldad de ayer.
Hoy no hay tiempo, no hay ni para hacer paseos. Ni para el sirimiri.
La tarde entra violeta por las ventanas,
pega a puñetazos sobre el cristal.
Ruda, también, como estos dedos de transferencia.
III.
Son días de fantasmas.
Van y vienen, abren puertas.
Se asoman por las ventanas.
IV.
Un día, te prometo, que un día
te lo voy a poner entre las manos,
este hábito decadente
Un día, te prometo, que un día
descapoto el carro para decapitarme
y pensarte desde la carretera
Un día, te prometo, un día
explicarte la relación entre el suministro
y la necesidad de días como éste
V.
Muestra sus muslos como recompensa.
Odalisca gatuna sobre baldosas, inmensa, rayada:
tigre de sueño de Blake.
Le muerdo como merendero.
Sólo sobre plata se puede mostrar su misterio:
Obnubilación, que fascina y deslumbra y destruye.