Muertito con brécol
Las patas hacia arriba las patas hacia abajo
uh ah uh ah! Se murió.
Un trago de luz te deja ver
cosas que te oscurecen,
las copas te ahogan,
como golpes de nieve
te dejan yerto,
cuelgan cerrojos del espíritu.
Tus manos sedadas no pueden
trasladar objetos,
ni activar el mecanismo del candado,
el candor perdido.
El crepúsculo afina
las navajas del sueño,
como escritura extraña se superpone,
consume el palimpsesto
desde su habitual estado
de desesperación trascendental.
Se oblitera el mal de la forma
remando la fusta
en el pináculo de la pupila.
La piedra álgida canta
la música más elevada en frecuencias
de 27 a 56 kilohertzios
y tú no eres más que la ultrajante caricatura
de los bellos criminales.
Abyecto en el ordenador hay un archivo
nominado Mis Voces
y te exaspera
porque sabes que no puede
contener documentos reales
ni la campana de lengua polvorienta
de los pecadores.