No nos detendrán
Una y TODAS las veces que nos hieren o nos matan, en nuestra comunidad prevalece la empatía y la solidaridad. Cruzando fronteras, océanos, desiertos y montañas ahí estamos denunciando a quienes nos persiguen y matan porque somos. El Registro de violencia contra las personas LGBT en América publicado por la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH) en 2014 registró 770 incidentes de violencia contra algún/a miembro de nuestras comunidades. De los 770, 610 resultaron en muerte.
De mujeres trans son tantos que páginas tanto en Europa como en USA han sido dedicadas a documentar sus asesinatos. No queremos que las borren de nuestra historia. La mayoría de las mujeres trans en Latinoamérica morirán antes de los 35 años.
Ha sido tanta la violencia contra nuestras comunidades que hasta en Wikipedia se creó una página para documentar algunos de los eventos más conocidos. Ya sea en Jamaica donde nos apedreen hasta morir, o en Irán donde nos cuelgan, o en USA donde nos violan y asesinan o en Puerto Rico donde nos asesinan y descuartizan, la empatía y solidaridad de nuestras comunidades ha sido probada y comprobada muchas veces. Conocemos el dolor y la pérdida desde temprano. Nos matan porque somos, por más nada, el mero hecho de que somos es suficiente razón para que alguien nos mate y suficiente razón para que grupos cegados por el odio, salgan a defender y/o justificar el asesinato con alguna lógica fantástica que apenas cubre el verdadero motivo, el odio, puro odio contra nuestras comunidades, porque somos.
Pulse no es la primera disco LGBTQ atacada, varias han sido atacadas a través de la historia. El ataque a la discoteca es un ataque a la comunidad local. La discoteca para muchos y muchas de nosotras, es ese espacio más seguro que la casa familiar. Fue en una discoteca donde descubrí, sorprendido y emocionado, que hombres pueden bailar con otros hombres, y mujeres con mujeres. Fue en una discoteca donde muchos aprendimos a bailarnos, seducirnos y rozarnos sin miedo de que nadie nos juzgue. Es en una disco donde muchas veces “soltamos la trenza”, nos liberamos de ese corset ideológico patriarcal que dicta cuáles serán cada uno de los movimientos y expresiones permitidos de acuerdo a los genitales. Para muchas y muchos de nosotros la discoteca representa ese espacio seguro para protegernos en los tradicionales días festivos. Allí nos reunimos luego de la aburrida cena familiar de “Thanksgiving” o los festejos familiares de Nochebuena o Navidad. En la disco somos libres para ser quienes somos. Es por eso que este ataque homofóbico a nuestros hermanos y hermanas en Orlando se siente tan personal. Conocemos los lazos de amistad, sensualidad y amor que nos unen en la barra, las experiencias fraternales, los chistes, la música que compartimos cuando bailamos y reímos libres para ser quienes somos, lejos de la mirada juzgadora de aquellos y aquellas que nos odian.
Afortunadamente miro hacia adelante, y aún con el peso del dolor que me causan cada una de las 50 hermosas y jóvenes vidas llenas de sueños que nos quitaron y que arrancaron de nuestras vidas, no nos detendrán. Les juro que NO NOS DETENDRÁN, no hay marcha atrás. Nos hemos integrado a la cultura de formas visibles y permanentes. Y escuchen homófobos y pastores de mierda, hipócritas cobardes que ni siquiera tienen la entereza de reconocer el fruto de sus campañas de odio, y escuchen políticos cobardes y mediocres que a falta de un buen programa legislativo solo conspiran para legislar y promulgar el odio:
NO NOS DETENDRÁN. Cada matanza, cada asesinato cada acto de violencia nos muestra cuán fea y despreciable es la cara del odio. Por eso ahora corren a distanciarse y expresar condolencias porque ustedes saben cuán repugnantes son sus rostros de odio. USTEDES ya perdieron. Y les repito: NO NOS DETENDRÁN.
Seguiremos trabajando sin descanso con nuestros aliados y aliadas. Seguiremos queriéndonos, amándonos, viviendo. Seguiremos educando y haciendo comunidad para que:
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, nacerán 50 niños y niñas que crecerán aceptadxs por sus familias.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habremos 50 que comenzaremos a denunciar y combatir la homofobia en nuestros lugares de empleo, nuestras universidades, nuestros vecindarios y comunidades.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, surgirán 50 aliados y aliadas que ya no se reirán de los chistes homofóbicos, lesbofóbicos o transfóbicos.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá nuevos pastores y curas que se apartarán del camino de odio que siembran los que odian.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá 50 madres y padres que abrazarán a sus hijos LGBTQ adolescentes y les dirán que les quieren y apoyan.
- Por cada una de las vidas perdidas, habrá 50 adolescentes, hombres y mujeres que no tolerarán el bullying u hostigamiento de sus amistades LGBTQ en las escuelas.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá 50 feligreses que abandonarán la iglesia, templo, mezquita donde se enseñe el odio a nuestras comunidades.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá 50 maestras y maestros que servirán de apoyo y guía a estudiantes LGBTQ discriminados.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá 50 escritores y escritoras conmovidos que desenmascaren el odio.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá 50 obras de teatro que expongan y documenten el odio.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá 50 personas que nunca hablaron que hablarán contra el odio y la violencia.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas habrá artistas que plasmarán la belleza de esas vidas para recordarlas siempre.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas habrá artistas que develarán la putrefacta cara del odio.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, 50 personas nuevas conocerán la solidaridad y la empatía con nuestras comunidades.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá 50 campañas nuevas de educación contra la transfobia y el discrimen.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá 50 hermanos y hermanas que defenderán y serán solidarios con sus hermanas y hermanos gay, lesbianas, bisexuales o trans.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá sobrinos y sobrinas que honrarán sus tíos gays o lesbianas, que amarán sus tíos o tías trans.
- Por cada una de las 50 vidas perdidas, habrá miles de nuevas vidas ganadas para el amor, para la solidaridad, para la justicia.
Será un mundo mejor.