Otra lectura de un libro de Yolanda Martínez San Miguel
El placer crea una francmasonería deliciosa.
–Sainte-Beuve
Desde que apareció en 1999 su libro Saberes americanos: subalternidad y epistemología en los escritos de Sor Juana me convertí en lector fiel y constante de Yolanda Martínez San Miguel. Desde entonces me atrajo su capacidad para apropiarse de diversos acercamientos teóricos de manera personal e innovadora y, así, ofrecer lecturas de interés sobre una diversidad de temas. Por ello, cuando llegó a mis manos su más reciente libro, Coloniality of Diasporas: Rethinking Intra-Colonial Migrations in a Pan-Caribbean Context (New York, Palgrave MacMillan, 2014), me dispuse a leerlo de inmediato. Este es un segundo libro de Yolanda sobre el Caribe. Ya había aparecido un grueso tomo suyo que llevaba un ingenioso e inquietante título bilingüe: Caribe Two Ways: cultura de la migración en el Caribe insular hispánico (San Juan, Ediciones Callejón, 2003). Aquí Yolanda limitaba su mirada, como el subtítulo hace claro, a las Antillas de habla española. Ese libro, de gran interés como todo lo que su autora ha producido, a primera instancia parecía un tanto fragmentado ya que incluía textos sobre diversos temas que iban desde la fotografía de Jack Delano, a la relación cultural de Cuba y Puerto Rico, y de Puerto Rico y la República Dominicana, a New York como enclave caribeño. Pero la diversidad temática quedaba domesticada por la mirada crítica de la autora. En última instancia, el texto formaba una coherente unidad a pesar de esa diversidad temática. Para mi Caribe Two Ways preparó el camino para este nuevo libro, Coloniality of Diasporas…. Yo estaba listo, pues, para leer esta nueva contribución de Yolanda a las letras caribeñas. Más que listo, estaba ansioso por ver la nueva mirada del Caribe que ahora Yolanda nos ofrecía ya que, en este caso, ampliaba su marco de estudio al incluir no solo el Caribe insular hispano sino el Caribe en sus tres mayores expresiones lingüísticas.
Leí Coloniality of Diasporas… tan pronto llegó a mis manos y, de inmediato, escribí una reseña que me había pedido el editor de una conocida revista literaria. Apunto el dato por una razón importante y que viene aquí muy al caso: ya he hecho una lectura académica del libro –quien quiera leerla puede ver el más reciente número de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana donde aparece la misma– y, por ello, hoy intento acercarme al libro usando otro tipo de acercamiento, desde otra perspectiva.
Confieso que originalmente pensé leer esta noche la reseña académica ya escrita; la solución hubiera sido muy cómoda para mi. Pero las circunstancias me hicieron cambiar de idea. Fue que cuando leía Coloniality of Diasporas… apareció un texto de Yolanda en la revista 80 Grados, texto que me hizo repensar mi plan de acción. Se trata de un ensayo sobre Manuel Ramos Otero: “’Un paraíso en cantos’: Barebacking con Manuel Ramos Otero” (19 de diciembre de 2014). En este texto Yolanda declara su admiración por este autor que en nuestras letras ha llegado a representar, entre otras cosas, la aceptación clara y valiente de su homosexualidad. Ramos Otero es valorado en nuestros días por sus innegables logros estéticos y, también y a veces sobre todo, por sus planteamientos políticos, especialmente en lo que se refiere a su sexualidad, rasgo que en ocasiones se convierte, de manera indirecta pero ingeniosa, en símbolo de la situación política general del país.
Pero lo que primero me atrajo de este texto de Yolanda sobre Ramos Otero fue que ella, una estudiosa que conocemos por un marcado rigor crítico y por un acercamiento académico intachable declara a principio de su ensayo que se acercará a la obra de Ramos Otero desde otra perspectiva: “Quiero leer a Ramos Otero sin los andamiajes del vocabulario teórico o el aparato crítico que usualmente acompañan mis intervenciones académicas, para compartir el Manuel Ramos Otero que yo he disfrutado con los años. Lo leo en este momento sin las referencias a los artículos críticos que se han escrito sobre su obra, y sin la culpa teórica de quien no cita a los demás.”
Explica así el “barebacking” del subtítulo del ensayo. Recordemos que este término se emplea en la comunidad gay estadounidense para referirse a las relaciones sexuales, específicamente penetración anal, sin protección. Yolanda, pues, se propone en este ensayo leer arriesgadamente a Ramos Otero, pues lo leerá sin el condón de la crítica que mediatiza y transforma toda lectura. En otras palabras y para decirlo directamente, leerá la obra de Ramos Otero sin el condón teórico, sin el preservativo de la crítica que puede restarle placer al acto de la lectura. Recalco el sentido arriesgado de la palabra “barebacking” en la cultura gay estadounidense del momento para que se entienda lo que digo con respecto a la actitud de Yolanda frente a Ramos Otero en este interesantísimo texto.
Mi propuesta esta noche es paralela a la suya. Mis palabras hoy se podrían titular “Barebacking con Yolanda Martínez San Miguel”. Como ya he escrito una reseña académica sobre Coloniality of Diasporas…, lectura “segura”, hecha con el condón teórico puesto, ahora me quiero acercar a ese texto sin los condones teóricos de Lacan, ni de Fanon, ni de la propia Yolanda, porque su texto termina siendo una propuesta teórica para estudiar el Caribe. Quiero leer su nuevo libro sin los preservativos de Gordon K. Lewis, ni Eyda Merediz, ni Manuel Moreno Fraginals, porque Yolanda también se vale de los estudios históricos para escribir su libro. Quiero hacer “barebacking” con Yolanda para disfrutar de otra forma de este texto que, por ser tan teórico, tan histórico y tan crítico, parece para algunos –recalco así es solo para algunos– no ofrecer la posibilidad del placer. ¿Quién lee este tipo de libro por placer? Por ello y en cierta medida lo que propongo es una lectura a contrapelo de un libro de teoría y crítica porque lo que propongo es leerlo casi como su fuera un texto narrativo, como si fuera un libro de ficción.
Leer Coloniality of Diasporas… como si fuera una novela, un cuento de Manuel Ramos Otero: recalco que ese es mi propósito hoy o, al menos, mi ideal del momento. En otras palabras, leo este nuevo libro de Yolanda buscando “el placer del texto”. Estoy seguro que ustedes ya se habrán dado cuenta que bordeo en la contradicción porque al así hablar hago una referencia y propongo una intertextualidad crítica ya que apunto al conocido texto de Roland Barthes de ese título. Por un momento, solo por un momento y para descartarlo de inmediato, al hablar de Barthes me pongo el condón de la teoría.
En este ensayo de 1973 que ha sido publicado como libro, Barthes apunta a dos formas distintas de leer una novela, dos “regímenes de lecturas” los llama. No entro en los detalles de la propuesta de Barthes y solo aludo a sus teorías de la lectura para ver en el libro de Yolanda como un texto que nos ofrece dos posibles lecturas. Al así hacerlo, no me baso en la vieja y descartada división de fondo y forma de todo texto, sino que empleo una dicotomía paralela para entender mejor su libro. Por un lado, paralelo a la forma, hallo en este libro el aparato crítico que emplea Yolanda; por otro, paralelo al contenido o fondo, están las temáticas que explora. Si usara fielmente el modelo de Barthes de dos regímenes de lectura para explicar la mía de este libro, tendríamos a descartar ese aparato como algo que no produce placer. Y no es así. La agudeza intelectual de Yolanda al apropiarse de las ideas de otros teóricos para construir su propia teoría es deleitosa. Confieso que según leía Coloniality of Diaspora… quedaba conmovido por el ingenio y la originalidad de la autora quien salta de Glissant a Gates y de Gates a Gruzinski para componer un “collage” teórico que, como todo buen “collage”, dejaba de ser la suma de sus partes para convertirse en una obra nueva, original. Terminamos de leer el libro y vemos cómo, valiéndose de las ideas de otros, Yolanda crea su propia teoría que otros en el futuro podrán emplear de la misma forma que ella usa las ajenas. Y eso produce deleite, placer.
Pero mayor placer sentí cuando me trataba de alejar del marco teórico que coge prestado y el nuevo que ella misma produce para prestarle atención a los temas que Yolanda trata en su libro. Leía esa temática como si fuera el fondo, el contenido del libro. Esta parte se puede leer como si fuera la trama de una novela, lo que nos acercaría más a la propuesta teórica de Barthes, propuesta con la que coqueteo pero descarto, porque, recuerden, esta intenta ser una lectura “bareback”, es una lectura sin condón teórico.
Nos tenemos que preguntar qué temas explora Yolanda en este libro, porque estos serán paralelos a la trama de la novela, si queremos seguir –lo que en el fondo no hacemos– las teorías de Barthes sobre el placer del texto. En Coloniality of Diasporas… Yolanda se abre a todo el Caribe, aunque en el fondo predomina el acercamiento a lo puertorriqueño, pero nunca visto por sí mismo sino en comparación a situaciones paralelas en otra parte del archipiélago. A veces sorprenden las comparaciones que hace Yolanda. Para mí fue particularmente sorprendente la de Luis Muñoz Marín y Aimée Césaire. Ya Edgardo Rodríguez Juliá había apuntado a los paralelismos entre estos dos líderes políticos. Pero Yolanda toma una ruta más arriesgada que la de Rodríguez Juliá al tratar de comparar a estos dos importantes caribeños no solo por su acción política sino por su obra poética. De inmediato se revela y resalta la desventaja de Muñoz como poeta ante la monumental obra de Césaire. Pero el acercamiento comparativo de Yolanda no es valorativo; ella se sirve de la poesía de Muñoz y de la de Césaire como formas de constatar su respectivo ideario político en los que halla semejanzas: Puerto Rico y Martinica son / de un pájaro las dos alas…
El acercamiento es, pues, innovador y, sobre todo, arriesgado. Y son esos riesgos que se atreve enfrentar Yolanda lo que, para mí, hacen este libro tan deleitoso. Por un lado ella avanza la teoría sobre la literatura caribeña y, por otro, se atreve a yuxtaponer manifestaciones literarias y culturales que a primera instancia parecen alocadas. Por esos dos rasgos fue para mí la lectura de Coloniality of Diasporas… un deleite; en el libro hallé El placer del texto sin tener que recurrir a las ideas de Barthes.
No sé si en verdad podamos acercarnos a un texto, a cualquier texto, especialmente a un texto crítico y teórico como este, sin el condón de la teoría. Confieso que me parece que ese acercamiento totalmente “bareback” es imposible. Creo que aunque postulemos que nos acercamos a un texto sin un andamiaje crítico, sin el condón teórico, no lo logramos. El total “barebacking” es imposible. Solo podemos postular que lo hacemos, que intentamos acercarnos sin protección teórica o crítica al texto, a cualquier texto, particularmente a un texto crítico. Pero el deseo de así hacerlo para imitar a la propia Yolanda en su lectura de Ramos Otero –lectura que tampoco es completamente “bareback”, apunto– me llevó primero a la contradicción de usar las ideas y los postulados de Roland Barthes para lograr mi objetivo perverso y arriesgado, como era el suyo. De inmediato me di cuenta de mis contradicciones: a pesar de que Barthes intenta llegar al placer del texto lo hace con el condón de la teoría. Pero el reconocimiento de esa contradicción me llevó también a postular la imposibilidad de mi plan. Pero no por ello me di por vencido.
Por suerte, cuando escribía estas páginas volví a leer unas de Octavio Paz que me hicieron pensar que quizás, después de todo, ese intento de acercarme al texto sin la intervención de un aparato teórico-crítico era posible. En un hermoso texto sobre Rufino Tamayo, probablemente su pintor favorito o, al menos, su pintor mexicano favorito, Paz se hace la siguiente pregunta:
“¿Cómo escribir sobre arte y artistas sin abdicar de nuestra razón…?”1
De inmediato Paz responde a su pregunta:
“A los gustos no los justifica mi razón sino aquellas obras que los satisfacen. En ellas, no en mi conciencia, encuentro la razón de mi placer”.2
Ahí creo hallar la clave a mi dilema sobre una posible lectura “bareback” de este libro de Yolanda. Para acercarme al mismo de manera “bareback” tengo que convertirlo en obra de arte, lo que no es común ni corriente con un libro de este género. Pero es que mi segunda lectura del mismo, no la primera que fue una lectura tradicionalmente académica, la hice así: leí el libro como un gran ensayo, de la misma forma que Yolanda trataba de leer los cuentos y poemas de Ramos Otero. Paz, otra vez más, me ayudaba a sostener mi intención. En ese mismo texto sobre Tamayo el poeta mexicano establecía:
“…añadir placer a mi placer. Tal es, o debería ser, el punto de partida de toda crítica. (…) La obra ya forma parte de mí y juzgarla es juzgarme”.3
Mi intento de hacer “barebacking” con el libro de Yolanda podrá haber sido fallido. Pero el mismo me produjo gran placer, me hizo sumar placer al placer. Espero que mis palabras de esta noche provoquen en ustedes inquietud y que las misma los lleven a este excelente libro y que su lectura, sea tradicionalmente académica o no lo sea, sea con condón o “bareback”, resulte tan placentera como resultaron las mías, la primera, con condón, y la segunda, casi, casi “bareback”.
Nota del autor: Leí este texto el 26 de mayo de 2015 en el acto de presentación del libro de Yolanda Martínez San Miguel en Libros AC, Santurce, Puerto Rico.
- “De la crítica a la ofrenda, Los privilegios de la vista (vol. III), México, Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 125 [↩]
- p. 125 [↩]
- pp. 125-126 [↩]