Otra vez, más preguntas que respuestas
(brevísimos comentarios sobre el arte)
¿El arte puertorriqueño ha estado en una perpetua crisis de identidad y extraordinarias contradicciones casi irreconciliables? o ¿Será acaso, una continuidad histórica ficticia que pretende abarcar una totalidad sin ser más que un entramado de procesos creativos que disimula una ausencia de sentido y significación? ¿Para quién o quienes trabajan verdaderamente nuestros artistas? ¿Los artistas de hoy, banalizan nuestro pasado cuando citan o se apropian de obras de consagrados maestros y maestras, insertándose en un mercado para que la nostalgia de coleccionistas se sienta estremecida y así garantizar ventas continuas y el prestigio de su propia fama?Quizás las galerías y algunos museos deberían, de vez en cuando, evitar abrillantar la producción artística local con productos de la industria del entretenimiento. En un mundo con un excedente de información esto puede ser una ocupación peligrosa, sobre todo si ello conlleva la banalización de “mercancías” estéticas como un juego de circunloquios históricos. Existe una artificiosa impresión de libertad creativa en obras inútiles pero que le dan autoridad y exclusivismo a todo aquel que posee poder adquisitivo para pagar por ellas. La trivialización del pasado parece otorgarles a algunxs artistas el título de intelectuales con ideologías no muy claras. En el mundo del capitalismo despiadado estos fenómenos no son necesariamente contradictorios. Aparentar trabajar (por ejemplo) por y para el proletariado y las minorías siempre corre el riesgo de que las obras de arte producidas bajo estos contextos se queden irónicamente en un círculo muy elitista, donde el deseo de innovación podría fosilizarse como una mera moda, alejándose de un auténtico interés vanguardista o de cambio social.
Para algunxs artistas, garantizar el éxito comercial parece ser más importante que garantizar una continuidad histórica responsable. Tal parece que se ha abandonado el febril deseo revolucionario de muchos artistas para protegerse, en vez, en los aposentos marfilados de un mercado que aplaude solamente una producción artística ininterrumpida, aunque ya no se tenga nada más que decir o aportar. Rene Magritte siempre criticó y aborreció a los artistas que vivían prisioneros de sus propios talentos, tanto técnicos como temáticos. La ambición de lucro y la sobrevalorización artística en muchos de los circuitos mercantiles del arte parece ser lo único que legitima el arte, pero como objeto simplemente de ¿deseo? y ¿consumo?
Por otro lado, a veces, pareciera que nuestros artistas están obligados a justificar sus maniobras creativas con evidentes mensajes político-sociales para asegurar sus invitaciones a exhibiciones importantes, bienales, etc. La rigidez ideológica también puede ser una trampa. Pues, si bien los y las artistas tienen un rol social que conlleva un alto nivel de compromiso y conciencia histórica, aunado a nuestra particular situación política; no es difícil de asumir que todo el arte producido bajo estos contextos tiene que llevar, casi por obligación, los signos más evidentes de estos tejidos ideológicos y políticos.
En una ocasión, mientras esperaba mi turno para recitar un poema en un encuentro de poetas convocados por la excarcelación del otrora preso político, Oscar López Rivera, un poeta dijo en su turno: “Un poeta que no le dedique un poema a Oscar, no debe llamarse poeta”. Creo que esta estrechez filosófica es demasiado violenta y peligrosa, y atenta contra la libertad expresiva de cualquier artista o poeta, y no hace más que acentuar la crisis de identidad de algunos artistas. No creo que el problema sea exclusivamente del Tío Sam. Yo creo en la libertad en todas sus expresiones: artísticas, políticas y filosóficas, pero un comentario con esas pautas lo único que hace es restar, y lo que necesitamos es sumar. Pero como dice Woody Allen: “Whathever Works”.
¿La crisis de identidad, si existe, no es más que una crisis de compromiso, o de legitimación? No sé… “posmodernidad,” “sociedad liquida”, “globalización”; pensando yo acá mientras me acuerdo del video de “El Gañán”: El arte, ese mundo de sinvergüenzas. https://youtu.be/vBvAVhWyxzs (junio 21, 2007). De igual manera, con este video, pienso también en Michel Foucault, quien criticó duramente a los historiadores por su enmohecida idea de la realidad, dejando con muy poca libertad a la imaginación.