Puerto Rico, Manhattan, Madrid y la nueva versión de West Side Story
1.
El arte tiene la habilidad de hacer nido donde uno menos lo espera porque es como el talento, que no conoce como barreras o impedimentos la raza, el sexo, la orientación sexual, ni las barreras geográficas para manifestarse. Además, mientras más distinguido y estéticamente único es, más se posesiona de algún lugar en la mente colectiva de los artistas, sean escritores, pintores o compositores, y los influencia de forma impredecible. Jamás habría soñado William Shakespeare que “Romeo y Julieta”[1] (1597), una de sus obras más famosas (posiblemente la más famosa) fuera a constituir una de las obras maestras del teatro musical, 460 años después. West Side Story debutó en 1957 y revolucionó el género del musical para siempre.[2]
Las situaciones históricas, las coincidencias, la suerte, influyen también en cómo se concibe una obra y cómo se plasma un producto que depende de colaboraciones, y el teatro musical es algo que requiere una combinación de talentos que se unan en simbiosis sin cada individuo perder su originalidad. En cierto sentido, Shakespeare, tuvo la suerte de que cuatro artistas de primer orden se encontraran para convertir su bellísima tragedia del amor juvenil en un clásico moderno. Debemos recordar, como señala Mark Van Doren en su libro (NY Review of Books Classics, 2005) que lleva como título el nombre del bardo de Stratford-upon-Avon que, escondido en lo que se podría tomar simplemente como una historia de odio irracional entre dos familias, y los malentendidos de la mente aún inmadura de la adolescencia, hay un caudal de señalamientos a lo literario, a las palabras, a los libros y la lectura. En cambio WSS no oculta sus temas modernos. De eso se encargaron Arthur Laurents, el libretista, y Stephen Sondheim, el letrista (lyricist). En la trama paralela a la de Shakespeare, se encuentran como temas el prejuicio racial, la xenofobia, el ultraje, cuestiones de género (Pauline, una chica aspirante a pertenecer a los Jets, se siente “Paul”), y la ignorancia. Esa colaboración Laurents-Sondheim, que funde lo que se habla (diálogo) con lo que se canta, está solidificada, pero con asombrosa flexibilidad, por la música genial de Leonard Bernstein y, para completar el cuadro colaborativo, por la innovadora y extraordinaria coreografía de Jerome Robbins, que marida lo que se piensa con lo que se hace y cómo se hace.
2.
Mi relación con WSS tiene raíces profundas, pues he concentrado mucha atención y pensamiento en ella desde que la vi en Nueva York, poco después de su debut, y he visto varias repuestas después.[3] La de 1980, con Josie de Guzmán, como la primera puertorriqueña en representar a María, y Debbie Allen como Anita, fue excepcional (la vi en tres ciudades distintas). Por eso, a pesar de escuchar las loas a la producción de la obra en Madrid de parte de personas cuyo juicio respeto, fui a verla con ciertas dudas.
En ningún momento dudé del valor del montaje, del elenco, ni de la interpretación de la música, ya que he visto muchas producciones en Madrid que mantienen un nivel altísimo en todos estos renglones. Me preocupaba la traducción de las canciones. Además, de su carácter histórico sociológico, me preguntaba: ¿saben en España, en 2019, lo que significaba la experiencia del puertorriqueño en Nueva York en 1957?¿Saben lo que es Puerto Rico y su relación colonial con los Estados Unidos de América, para captar la agudeza, aún hoy día, de las palabras cantadas, escritas hace más de 50 años? Por supuesto, no hablo de los que concibieron la producción de SOMProduce, sino de la audiencia, a pesar de que han visto el filme y, muchos, la producción que viajó desde EE.UU. en 2009 para “Los veranos de la Villa” en Madrid. Claro, me di cuenta de que eran preguntas de las que no podía saber la respuesta a menos que no hiciera un sondeo de los que estaban en el teatro. Eché a un lado esa duda incontrolable y disfruté de lo que es una producción magnífica del clásico, pero desde que salí del teatro las preguntas han vuelto a machacarme sin interferir con el deleite que sentí mientras allí estuve.
3.
Federico Barrios, el director escénico y adaptador de la coreografía de la producción decidió, sabiamente, usar la coreografía creada por Jerome Robbins. Como el escenario es distinto, digamos, a los del Winter Garden o el Palace en NY o al del Teatro Nacional o al Kennedy Center de Washington, DC, siempre hay que hacer ajustes. No eché de menos nada. Mis preguntas majaderas desaparecieron en parte porque la audiencia enloqueció de júbilo y entusiasmo por lo que estaba viendo y oyendo en escena, gracias a un elenco artístico de 24 quilates.
Las traducciones de Alejandro y David Serrano[4] me parecieron estupendas. Claro, si un Shark le hubiera dicho gilipollas a alguien, se lo hubieran regalado a los Jets (y viceversa); pero es lo que entiende la audiencia. En Puerto Rico habría sido “pendejo”; en México, “pinche cabrón”.
A los primeros acordes de la música, el prólogo de la obra, un ballet que establece la rivalidad violenta entre los Jets (americanos) y los Sharks (puertorriqueños) es algo que aún estremece con su combinación de agresiones y la belleza del movimiento de los bailarines. La brusquedad de los retos que se lanzan entre sí estos adolescentes que no tienen nada que hacer, nos va alertando a lo que podrá suceder. Ese anticipo nos prepara para algo que hay que entender de los dos bandos: unos están desamparados porque su entorno los apabulla; los otros porque dejaron el entorno que los apabullaba para llegar a uno peor, en un lugar que no entienden bien. Tanto los Jets como los Sharks son víctimas de la injusticia y el prejuicio. Ambos grupos están controlados por las incertidumbres sociales que les infecta su idea de lo que es comunidad: cada miembro de cada grupo está unido con sus compañeros porque los lazos que, bajo circunstancias más adecuadas, hacen que la gente socialice son inexistentes. Solo se tienen los unos a los otros:
When you’re a Jet
Let them do what they can.
You’ve got brothers around
You’re a family man.
You’re never alone
[…]
You’re well protected!
En ese marco de dependencia entre los varones, el encuentro con María (la estupenda Talía del Val,) que Tony (Javier Ariano, cuya voz es hermosísima) ha presagiado en la canción Something’s Coming (“Algo viene”) tiene la promesa de que él ha de encontrar otra forma de vida. Al mismo tiempo, al barniz de felicidad que augura la canción hay que añadirle la tragedia que se avecina por el odio que existe entre Bernardo (Tybalt en R&J) y Riff (Mercutio en R&J), que resulta en el asesinato de este por Tony (Romeo). Desde que entona “Algo viene” hasta la escena debajo del puente están las dos canciones más conocidas del musical: “María” y Tonight, dos ejemplos del romance entre los dos jóvenes y que recuerdan muchas de las ideas de R&J: But soft, what light through yonder window breaks?/ It is the east, and Juliet is the sun. / Arise, fair sun, and kill the envious moon, / Who is already sick and pale with grief / That thou, her maid, are far more fair than she.
4.
Uno de los grandes números de WSS es el show-stopper “América”. Este último le causa ansiedad a los que piensan, erróneamente, que la letra de la canción representa una injuria al puertorriqueño sin darse cuenta de que su propulsora, Anita es presa de la ambivalencia del emigrante. Ese tema, que he discutido en detalle antes (ver la nota al calce #3) tiene su máxima expresión en el amor-odio por Puerto Rico y lo puertorriqueño que habita en muchos emigrantes de la isla a los EE.UU. (y algunos que viven en la isla y quisieran ser parte de otro país). Pero también incluye odio o desdén hacia los norteamericanos, lo cual es una forma de prejuicio al revés, que, aunque irracional, puede estar justificado. Anita quien es el fulcro dramático de la obra porque es la que verbaliza su sentir sobre su nueva situación social, “adora” Manhattan (“I love the island Manhattan”, dice), pero no quiere mezclarse con los americanos (“Stick to your own kind”, le dice a María). Aún cuando está cantando lo mucho que América le provee, critica a los americanos como explotadores (Everything’s free in America/ For a small fee in America!) quienes, por añadidura, no saben dónde queda Puerto Rico y que es “parte de América”. No se está refiriendo al hemisferio, sino al hecho de que es una colonia bajo la bandera de los EE.UU. Son estas paradojas las que me han llevado a llamar las ambivalencias de identidad que sufren muchos puertorriqueños, sean emigrantes o no, “el complejo Anita”(ver la nota al calce #3) .
Es curioso que “América” tenga unos versos que, como es el caso de “Algo viene”, desde el punto de vista de la ficción predestinada del amor entre María y Tony, sean predicciones de la realidad socioeconómica y antropológica de la isla. El siguiente intercambio lo sugiere:
Rosalía: When I will go back to San Juan,
[ … ] Everyone there will give big cheer!Anita: Everyone there will have moved here!
En 2017, la población de Puerto Rico era de aproximadamente 3.1 millones; la de puertorriqueños en EE.UU., 5.6 millones, de modo que se han mudado “todos”. De estos, poco menos de un tercio nacieron en la isla.
Anita también dice:
And the bullets flying
Always the hurricane blowing.
Always the population growing.
El huracán María se llevó 130,000 personas , de las cuales casi 70% se mudaron a Florida. ¡La población que está creciendo es la puertorriqueña en los EE.UU.! Aunque nadie niega que aquí hay tiros, en ningún país hay mas balas volando que en “the land of the brave and the home of the free”.
5.
Como musical, WSS no tiene par. La producción española, que comienza después de junio 2 del corriente una gira por todo el país, llega en un momento importante porque en unos meses Steven Spielberg comenzará a filmar una nueva versión de la obra cuyo guion escribirá Tony Kushner. Este último ha dicho varias cosas en público que me tienen nervioso (mucho más que las preguntas que tuve antes de ir y después de salir del teatro Calderón en Madrid), incluyendo lo siguiente:[5]
“There are many different versions possible of a great work of art like West Side Story, and we are doing our own version. But while this will be a different spin on the timeless tale, rest assured: iconic Bernstein and Sondheim songs such as ‘Tonight,’ ‘I Feel Pretty,’ and ‘America’ will all be included in Spielberg’s version. No one will leave the movie without hearing all the classic songs,”
¿Qué quiere decir esto, que ellos dos eliminarán otras canciones que no consideren “clásicas” o “icónicas”? ¿Quiere decir que van a alterar la obra con una versión muy distinta? Tiemblo más considerando que en una entrevista Kushner dijo que “siempre se podría ver la versión de Robert Wise de 1961 en Netflix”. Como dije en la introducción de este breve ensayo y todos saben, la concepción del arte incluye nuevas adaptaciones y nuevos giros a lo que ya existe. De eso no hay dudas. Hay también que considerar que muchos temas de la época en que transcurre una obra cambian o desaparecen. Están, también, esas conexiones que en la mente de los artistas hermanan sus obras y sus decisiones estéticas con otras y los impulsan a sus propias versiones, mejores o peores.
En ese sentido me parece un buen augurio, como lo es Something’s coming, que Ansel Ergot haya sido elegido para representar a Tony. Este joven alto y apuesto, me impresionó en Baby Driver (2017) y en The Fault in Our Stars (reseñada en estas páginas el 20 de junio de 2014). El título de la última proviene de una frase de Shakespeare en “Julio César” y, la película (y el libro) es una historia de amor entre dos adolescentes que tiene visos modernos de R&J. De modo que Ergot tiene antecedentes artísticos con Shakespeare, R&J y WSS sin saberlo. Tal vez —cabe romantizar— es posible que por eso lo escogieron, lo que sería el colmo de la intertextualidad.
6.
A pesar de la barrera histórica y social entre los españoles de 1957 y los norteamericanos y puertorriqueños en Nueva York de esa época, Madrid ha estado viendo (y pronto el resto de España) una versión fidedigna de WSS, que tuvo su origen en la pluma de Shakespeare y que ha tenido múltiples versiones a través del tiempo. Veremos la nueva versión en el cine, que se desarrolla en Manhattan y, ¿quién sabe?, nuestros nietos y bisnietos verán una que se desarrolla en algún lugar del universo, en una galaxia muy lejana, hace mucho tiempo. Debemos recordar, en relación con Spielberg y Kushner y su representación de WSS que, poco antes de morir, Mercutio (Riff) dice: “A plague o’ both your houses”. ¡La fuerza los proteja a ambos si no lo hacen bien!
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[1] R&J de aquí en adelante
[2] Mi ensayo “Hamilton Redux: ¡dejemos la vaina!” En: revistacruce.com 12 de abril de 2019 (que se
puede acceder a través de issuu.com) traza la importancia de WSS y por qué es, en términos de su originalidad, música, coreografía y forma narrativa, el salto innovador en el teatro musical, y el antecedente al Hamilton de Lin-Manuel Miranda
[3]Ver mi ensayo El complejo Anita: Por los vericuetos de la identidad puertorriqueña en West Side Story; En Puerto Rico: ¿La autodeterminación huracanada?; Ed Ramón-Darío Molinary, Ediciones CAPRE, Madrid, 2006.
[4]No pude acceder a las traducciones de los Serrano de modo que cito las líneas en inglés. Lin-Manuel Miranda hizo versiones en español del quinteto de Tonight, I Feel Pretty y A boy Like That, para la producción de 2009, pero luego de unos meses las quitaron. Oír tres canciones en español fue demasiado para las audiencias de los EE.UU. El número genial que recién compuso, It’s Almost Like Praying, que no es parte de la obra, se puede ver en YouTube.
[5] Paul Chi en Vanity Fair, 23 de octubre de 2018