¿Qué ganamos cuando perdemos?
Dícenme que mi abuelo fue el esclavo
por quien el amo dio treinta monedas.
Ay ay ay, que el esclavo fue mi abuelo
es mi pena, es mi pena.
Si hubiera sido el amo,
sería mi vergüenza.
(Julia de Burgos)
Al Campamento contra la Junta, por todo lo que nos gana, aun perdiendo.
A Marta Aponte Alsina, por su lucidez, aun perdiendo.
Perder, ganar y Mónica
Confieso que lloré frente al televisor, de pie, con Bea y Mami a cada lado. Saltamos de la alegría. Gritamos hasta quedar roncas. Ganamos, todas, un poquito ese día.Imaginé que ese hecho impensable podía ser nuestra metáfora madre para estos tiempos. Deseé que esa victoria fuera el preludio de esos triunfos mínimos y mayúsculos que forjan, día a día, nuestra libertad. Anhelé que en ese instante fugaz en que sonó nuestro himno colonial –ronco, triste y, para muchxs, desconocido–, todxs fuimos más visibles y menos silentes. Quise pensar que en esa celebración colectiva se manifestaban las fuerzas y las voluntades precisas para salir de la debacle actual.
Quise escribir por aquellos días, pero no lo hice. No pude. Justo en esa coyuntura, quería recordar las derrotas previas de Mónica –que fueron muchas– y las de todxs lxs que no han ganado tantas veces. Quería consignar cuán efímero es el instante del premio y cuán dilatada y frecuente es la pérdida. Quería historiar nuestra alegría en el marco de las derrotas que le precedieron y le sucederán. Quería fijar la complejidad de ese momento entusiasta que, casi siempre, implica el rastro invisible y mudo de una infinidad de fracasos, frustraciones y desalientos.
Quería recordar a lxs que perdieron pese a esforzarse tanto –y, a veces, más– que lxs que ganaron. Quería reivindicar la derrota, en especial, de esas delegaciones que no han ganado nunca y de las que estaban allí conformando colectivos “sin nación”, precisamente por la acumulación de tantas pérdidas en sus territorios de origen. Nosotrxs tampoco habíamos ganado medalla de oro olímpica hasta ese día. Nosotrxs también conocemos el sinsabor de la derrota sin soberanía. Quizá por eso es mejor que escriba hoy.
Puerto Rico, la derrota y el voto in-útil
Puerto Rico sabe de perder. Viene perdiendo hace siglos. Se esfuerza, lucha, resiste y pierde de todos modos.
Bien visto –y como dice Rosa Montero– nos pasamos la vida perdiendo. La victoria es un hecho insólito, pasajero y, tantas veces, caprichoso. Pregona el oropel y nos calla la estela de la lucha fracasada y del afán, al parecer, in-útil, pero constante.
La gente que habita nuestro archipiélago puede educar sobre la derrota cotidiana. Vive a diario la afrenta de una colonialidad versátil y obstinada.
Justo por los artificios de ese régimen perverso apostamos, a menudo, por loterías equivocadas. El bipartidismo PPD-PNP triunfa para que perdamos todxs. Los unos y los otros han saqueado al país todo lo que han podido. Han raptado nuestra liberación y han coartado nuestras potencialidades materiales. Nos han contado la falsedad que les convenía para mantener el tinglado de una auto-determinación mentirosa. Y hoy, ese supuesto socio del 1952 les ha dejado sin subterfugios, sin migajas y sin tramoya. Una podría pensar, en consecuencia, que estas elecciones son aún más irrelevantes que todas las anteriores. Esa lectura tiene sus méritos, sin duda.
Sin embargo, ¿a quiénes conviene que lxs ciudadanxs rebeldes y hartxs de tanto engaño se abstengan de esa cuota mínima de participación política? ¿Quiénes controlan el tinglado que compele a muchxs boricuas a votar por ellos para que puedan saquear un poco más? Seguramente, los mismos de siempre: el PPD-PNP con la complicidad de la Junta de Control Fiscal a su derecha.
Recuerdo mis primeras deliberaciones para votar. Recuerdo las arengas por el voto útil o eficiente. El PPD, en las décadas de su ocaso, se ha dedicado a pregonar el comodín de la victoria fácil y a sonsacar el gustito por ganar. Si no votan por nosotros, ellos (los cucos) ganan. Nos seducen con esa promesa barata del ganar perdiendo, como PROMESA.
Recuerdo aquella patética respuesta de un gobernador PNP –que no merece siquiera decir su nombre– cuando le preguntaron por su fracaso electoral. ¿Qué derrota? Esa gente, el innombrable decía verdad, nunca pierde. Perdemos lxs otrxs, lxs demás, lxs que, ciertamente, perdemos cuando ellos ganan, como cuando a-prueban PROMESA.
Entonces, ¿qué tal si hacemos quedar mal al voto útil que refuerza el saqueo del PNP-PPD-Junta? ¿Qué tal si consignamos nuestro rechazo, nuestro repudio y nuestra rebeldía? ¿Qué tal si apostamos por una derrota digna que nos siembre matitas de libertad?
Vamos a reivindicar una derrota que los desconcierte. Vamos a votar para perder a conciencia. Vamos a perder para aspirar, algún día, a un insobornable triunfo del cambio radical. Si todxs lxs que estamos indignadxs votamos por alternativas que abonen a nuestra liberación y no regateamos una derrota más, venceremos un buen día.
Vamos a votar in-útilmente. Vamos a negarles el engaño fácil de la victoria aparente. Vamos a impugnar nuestra complicidad. Vamos a sumar cada derrota si nos siembra dignidad, voluntad y fuerzas para ganar nuestra libertad. Vamos a perder con ganas por lo que vale la pena.