RADIO FALUMA BIMETU
Algunos antecedentes necesarios.
Cuando se presentó el proyecto de la Bahía de Tela que propone la concesión de las tierras costeras a las transnacionales del turismo, comenzó una permanente persecución contra los dirigentes comunitarios opuestos a dicho proyecto y por ende las amenazas a las organizaciones y medios que defienden el derecho ancestral. Como en casi todos los casos de lucha y defensa del patrimonio de los pueblos los enemigos fueron los mismos: los gobiernos municipales y nacional, la empresa privada y unas cuantas personas de la comunidad que les siguen el juego a los enemigos de la comunidad.
Entonces La radio comunitaria FALUMA BIMETU o Coco Dulce asumió un papel de denuncia muy beligerante. Se convirtió en la fuente de información y enlace entre las comunidades garifunas aledañas y una permanente fuente de formación de conciencia en la necesidad de hacer defensa del patrimonio ancestral. Eso tiene un precio y por supuesto no paso mucho tiempo en que se les pasara la factura. Lo primero que les pasó fue la amenaza de cierre que les vino del Estado aduciendo que no funcionaban de manera ilegal como si la comunicación no fuera un Derecho Humano. Después fue el gobierno municipal, quien junto con la empresa privada, emprendieron una campaña permanente de descrédito a la radio a fin de que el mismo estado hondureño formalizara el cierre de la misma. No pudiendo conseguir lo pretendido un día los poderes ocultos manejados por el crimen organizado y empresarios sin escrúpulos prendieron fuego a las instalaciones de la radio dejando sin su medio de comunicación por un buen tiempo a la comunidad.
Ante tales hechos y en vista de que prevalecían las amenazas de muerte hacia los dirigentes de la comunidad, se decidió hacer la denuncia ante los Tribunales de Justicia competentes pero, – como era de esperar -, la burocracia, el clientelismo y la sumisión de los Tribunales a otros intereses que no son la justicia en si misma terminaron por archivar los expedientes y dejar en plena vulnerabilidad a la población. Entonces se opto por buscar respuesta en las instancias internacionales y se demandó al Estado de Honduras ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que exigiera de las fuerzas jurídicas y de seguridad hondureñas las condiciones necesarias de seguridad para la población, los dirigentes comunitarios y la radio que defienden y promueven los derechos de la comunidad Garifuna.
Sin embargo a pesar de existir medidas cautelares a favor de los demandantes, en la actualidad esas condiciones de protección no se cumplen. De hecho las fuerzas del orden publico que deberían ser las garantes de dichas medidas de protección a menudo son vistas en compañía de los que son enemigos de la comunidad misma, generando con ello un clima de inseguridad y un estado permanente de indefensión que no contribuye con la armonía comunitaria.
Un conflicto importado para las comunidades afro-descendientes en las costas de Honduras.
Sin embargo unos momentos después de abiertas estas posibilidades las esperanzas se desvanecieron y los problemas internos existentes se fortalecieron; a la par emergían otras problemáticas para agudizar la situación de estas comunidades.
Las pugnas internas cobraron mayor fuerza y aquellos que vieron dinero en las tierras ancestrales iniciaron pactos con los globalizadores (actuales colonizadores del imperialismo de la misma forma que lo fueron los lacayos de Cristóbal Colon para favorecer la Corona Española) para promover las reformas a la legislación que permitiera la venta de las tierras protegidas, el despojo del derecho ancestral y la remoción de la propiedad comunitaria para favorecer la propiedad privada que se adapta mejor a los procesos de colonización promovidos por la actual modernización.
En las comunidades el enemigo se volvió transnacional y las formas de resistencia locales se volvieron insuficientes. Hubo que reinventar formas y – entre ellas – surge la idea de una estación de radio local que les permita decir lo que los medios nacionales e internacionales no les permite. La radio comunitaria FALUMA BIMETU o Coco Dulce, pone los micrófonos a servicio de la causa, y por ellos la comunidad comienza una permanente campaña para promover el derecho de las comunidades a su propiedad ancestral, a su autonomía étnica y territorial. Todo esto es lo que ha desencadenado que gran parte de las persecuciones que se hacen desde las instancias asesinas del crimen organizado y los poderes ocultos vayan en contra de su gente y sus instalaciones. Es importante señalar que esta no es una realidad exclusiva de la comunidad de Triunfo de la Cruz sino de todas las comunidades garifunas que se resisten a ser colonizadas por las transnacionales del turismo que las quieren extrañar de sus suelos ancestrales.
Las formas de organización comunitaria reconocidas a favor de la lucha comunitaria son el patronato y la Oficina del Comité de Defensa de las Tierras Triunfeñas. La gente lo sabe y a pesar de las malas experiencias que se puedan decir de algunas organizaciones comunales que se han vendido a los enemigos de la comunidad, estas tienen el respaldo total de la comunidad por su actitud creíble y beligerante. Ese es el caso del patronato del Triunfo de la Cruz y del comité de tierras: inclaudicables, incorruptibles y con su opción por la comunidad bien definida. Nacimos en la comunidad, para defender la comunidad y como organización de la comunidad y por ende – nos dicen – es para defender la causa de la comunidad y no de unos pocos.
Esa opción por la comunidad les ha conseguido serias dificultades a nivel del reconocimiento y autorización legal para funcionar en el territorio. El gobierno municipal en su afán por imponer la era globalizante les ha negado el reconocimiento como organización representativa comunitaria y, en una muestra clara de lo que se puede hacer con el poder en Honduras, han impuesto una organización patronal paralela a la que le dan plenos poderes y en la que figuran como representantes de la comunidad los que son enemigos públicos de la misma.
El patronato no tiene reconocimiento en su gobierno municipal pero lo consiguió en la instancia nacional ante las Secretaría de Gobernación y Justicia. A pesar de eso la municipalidad se niega a darles el derecho de gestionar proyectos de desarrollo, representar a la comunidad en los procesos de construcción y promover otras formas de desarrollo. Sin embargo la lucha sigue: dicen sus miembros cuando se les consulta sobre lo que hay en el porvenir.
Su mayor lucha es porque el gobierno municipal de Tela quiere incluir a las aldeas aledañas al régimen de barrios urbanos con el fin de aprovechar más la captación de los impuestos y los beneficios que han de generar las ventas de las propiedades al turismo transnacional. Eso supone además la renuncia a la propiedad ancestral y la perdida de reconocimiento de su condición de pueblo con identidad especial.
En la actualidad en la pared del edificio en donde funciona la radio hay un letrero que anuncia el cierre temporal aduciendo causas de inseguridad, tanto para la gente que labora voluntariamente en la programación como para los equipos que se usan en las transmisiones.
La radio esta silenciada y el articulo 64 constitucional que establece que es libre la emisión del pensamiento otra ves nos demuestra que en Honduras la leyes están escritas sobre papel mojado y que los derechos de los pobres son mercancía que se anuncia en el mercado internacional pero al que no tienen acceso los pobres que realmente los necesitan.
Los jóvenes locutores de la radio no tiene miedo, de hecho se oponen al cierre, pero los mayores: sabios por la experiencia y concientes de su responsabilidad con ellos, los han llamado a acatar la decisión. Sus rostros reflejan el desencanto y la tristeza pero están dispuestos a obedecer a sus mayores. Sus voces llenas de algarabiílla que sale de los micrófonos contrasta con el rostro que reflejan con la decisión tomada.
El cierre supone altas y largas jornadas de vigilancia que de alguna forma den seguridad a los equipos. No es individual sino colectiva pues hay temor a que los enemigos de la radio la emprendan también con las personas. Y no es una vigilancia armada pues el pueblo no tiene armas, es una vigilancia a conciencia en donde el valor por defender la verdad busca imponerse ante la corrupción y la avaricia.
Además supone poner en practica otra estrategia de comunicación pues la radio es su mayor fuente de enlace en la comunidad. Otra forma de encuentro pues la inseguridad se ha apoderado de su día a día y, desde luego, otras formas de resistencia porque los poderes ocultos interesados en colonizarlos no se detienen en la elaboración de estrategias para aniquilarles.
Seguir soñando.
Una tarde de estas nos sentamos a platicar con los dirigentes comunitarios. Hablábamos de proyectos de desarrollo comunitario, de la necesidad de generar conciencia en la comunidad y de mejorar sus formas de participación en la gestión y promoción del desarrollo comunitario.
Hablamos de la necesidad de sembrar esperanzas y ante la amenaza de boicot contra la radio hablamos de todas las voces. Esas que han de seguir denunciando los atropellos contra la comunidad aunque faltaran los micrófonos de la radio para hacerla soñar.