Retoman la calle Loíza
Nada perturba más el silencio, que un grito.
Tras años de inercia nada había revitalizado tanto La Calle Loíza como la voz de un barrio unido que el domingo se tiró a la calle para reclamar su espacio con: ¡La Fiesta de la Calle Loíza!
A lo largo de todo el día, miles de personas llegaron hasta Santurce para recorrer esta emblemática vía que mostró “su mejor oferta”, según una de las organizadoras del evento y residente, Joanne Gil Rivera.
Con una cálida brisa del mar, la gente disfrutó de un ambiente festivo y cultural que ofreció una variada gama de expresiones culturales como su música, gastronomía, pintura, baile, moda y literatura.
“La gente está que tú no puedes entender. Todo lo que se ha hablado es que la gente está feliz, contentos de que finalmente se diera una fiesta que le permitiera hablar y no estuvieran interrumpidos por bocinas, tumbacocos ni promociones”, expresó Joanne Gil Rivera.
Esta es la primera vez que se celebra la Fiesta de la Calle Loíza, cuya idea emanó de las entrañas de la comunidad, un grupo de residentes que se organizó como el Comité PR-37, nombre oficial de la calle.
A diferencia de la intención religiosa con la que se originaron las Fiestas de la Calle San Sebastián, esta surgió como iniciativa de gestión comunitaria en un esfuerzo por rescatar su vecindad, amenazada en los últimos años por la crisis económica y la criminalidad, como el resto del país.
“La idea era hacer una fiesta en la que todos pudiéramos aportar a la comunidad lo que sabemos hacer”, explicó una de las productoras del evento y residente, Mariana Reyes Angleró. La periodista y fundadora de la revista La Calle Loíza catalogó el evento como un “detonante para que se desarrollen proyectos de otra índole y la gente se motive a trabajar por su vecindario”.
“En Puerto Rico se pueden hacer cosas buenas. Podemos integrarnos todos para hacer la diferencia. Aquí hay espacio para todo, hay espacio ser straight, hay espacio para ser gay. ¡Coño! Es importante que nos queramos”, dijo desde la tarima Tito Matos, director y cantante del grupo de plena y bomba Viento de Agua y residente de la calle Loíza, enfatizando en la diversidad que tanto enriquece al sector.
“No queremos mantener esto en museos”, añadió Matos mientras desde el público una joven respondía a gritos “queremos evolucionar”.
La oferta musical demostró el sabor de esta calle con la agrupación Chinchillos del Caribe, residentes de la calle Calma, el exponente del perico ripiao Juan Castillo, Velcro con el grupo Lado Vé, también vecinos de la Loíza, y la academia de baile Essence en Punta las Marías.
“Creo que es muy poderoso lo que pasó ayer (domingo). Demuestra el poder de la unión comunitaria. Demuestra que Santurce y la calle Loíza es un área bien viva sin necesidad de que necesariamente haya mucha ayuda institucional. La cultura se manifiesta porque el arte y la cultura son muy poderosos”, destacó la animadora del evento, Magali Carrasquillo.
La también actriz y vecina del barrio afirmó que el impacto de esta “fiesta cultural impresionante” producto de un “junte de voluntades” es “incalculable”. Los organizadores están sorprendidos por la inmensa acogida. Según un sondeo que hicimos entre los comerciantes de la zona las ventas fueron más allá de lo esperado, muchos de ellos cerraron cuando ya no tenían más nada que vender.
“Pensaba que iba a ser una fiesta de pueblo bonita y esto ha sido una cosa fuera de lo común, espectacular. De verdad. La vibra, la variedad de gente, la escena artística. Ha sido monumental, realmente para la historia de Santurce”, expresó el director de cine Ari Maniel Cruz quien más temprano en el día ofreció un taller introductorio al guión cinematográfico en Casa Jefferson, como parte de la oferta de la Fiesta.
Manuel García Fongeboa, residente de la calle Pesante por una década, calificó el evento como “extraordinario, con buen ambiente y tienen el potencial de convertirse en unas fiestas anuales por el sentido de “empoderamiento”.
El artista gráfico y profesor de arquitectura de la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, espera que para años futuros se extienda hasta el sector de la calle donde reside poblado predominantemente por dominicanos.
“Tenemos que rescatar las ciudades para que la gente disfrute y se divierta y tenga momentos de expansión”, explicó García. Según el profesor, lo distintivo de esta comunidad es la diversidad de clases sociales y su ubicación entre sectores de clase alta y clase media trabajadora.
Uno de los atractivos de la actividad fue un recorrido histórico en el cual el sociólogo, Léster Nurse Allende, historiador del barrio y profesor en la Universidad Interamericana, pudo compartir con más de 200 personas datos y curiosidades de este emblemático lugar. A este se le unió el actor cangrejero Orville Miller, con su peculiar sombrero de vaquero.
En la noche, se proyectaron en Cinema Paradiso – un lote vacío que se ha convertido en el cine de la comunidad- varios documentales que formaron parte de “Neo Divedco” una colección producida para “Santurce es Ley” sobre la vida en este barrio, según explicó Rhett Lee García.
Con el apoyo de la Asociación de Documentalistas de Puerto Rico (Adoc PR) se presentaron además: “Agua Mala” de Ryan Pérez y Teresa Perpelti sobre el Caño Martín Peña; “Azucenas” de Claudia Calderón sobre Saúl, el vendedor de esta flor durante 15 años y un corto de ficción, “Sábado de Gloria” de Gisela Rosario y Karen Rossi.
García, miembro de Adoc PR explica que le alegra que “se esté llevando a cabo este tipo de actividad cultural y cohesión comunitaria”, pues le brindaron espacio a los documentales, un género que, usualmente, no cuenta con financiamiento.
Talento en la calle
Uno de los mayores atractivos de la calle Loíza es que inspira al peatón a recorrerla a pie como las grandes ciudades. Por esto, tras vivir en Nueva York varios de sus residentes encontraron en este lugar un rinconcito con la esencia de la Gran Manzana.
En los últimos años la calle Loíza ha experimentado un cambio demográfico con la llegada de jóvenes, en su mayoría artistas atraídos por la vida nocturna, nuevos restaurantes, boutiques ‘vintage’ y la cercanía a solo dos bloques de la playa y sectores más turísticos como Condado e Isla Verde. Muchos aprovecharon esta fiesta como una oportunidad para exponer sus talentos.
Isabel Batteria, lleva impregnadas en la memoria sus vivencias en este vecindario en el que ha vivido desde su infancia. En una serie de mini libros confeccionados junto a su madre y con la portada emblemática de uno de los varios edificios donde ha residido, la joven pretende compartir “la historia de su vida en la la calle Loíza”.
En una mesa, Batteria ofreció además libros artesanales de compañeros escritores como José Borges, Iva Yates, Isabel Panera y Alexandra Rodríguez.
“Para mí es bien importante porque este es mi vecindario. En los útlimos años físicamente ha decaído pero se nota que están surgiendo negocios nuevos y un deseo de revivir el área y que vengan a disfrutar y vivir el área, la revitaliza. Se llena de personas, baja la criminalidad y mejora la economía”, explicó Battería.
La rodeaban varios vendedores en un espacio habilitado como mercado en el que otros comerciantes expusieron sus obras como manualidades, piezas de arte, moda, frutas del país y hasta tatuajes de hena.
Frente a Battería, la artesana Tania Morales mostraba accesorios de moda para mujer confeccionados por artistas del patio como lazos, carteras y camisas pintadas. En este “kiosko” tenían piezas de 10 artistas del colectivo “Tereque” el cual se originó como bazar en dicha calle hace siete años.
“Lo mejor de todo es que la calle Loíza necesita este empuje, necesita que la revitalicen porque está olvidada, tanto el municipio como el gobierno la tienen olvidada y la calle Loíza es un pulmón de San Juan tanto como el casco de Río Piedras”, enfatizó la mujer de 40 años.
Por su parte, el diseñador de modas José Raúl entiende que para eventos futuros se debería integrar más al núcleo de modistas del área. “Para ser el primero ha tenido bastante acogida, entiendo que todo el mundo ha aportado y ha corrido muy bien”, explicó José Raúl.
El norteamericano Kaleb Strong, de 25 años, quien se mudó recientemente a Puerto Rico como agricultor para insertarse en el movimiento agrícola del país, se incorporó al evento para vender frutas silvestres las cuales recolecta junto a otros jóvenes de varios pueblos de la isla como quenepas y aguacates.
Oferta comunitaria
La oferta musical principal provenía de la tarima ubicada cerca de la esquina de la calle Taft, donde la gente cantó y bailó al son de la oferta de las bandas locales que presentaron: cumbia, perico ripiao, hiphop, bomba y plena.
Como decía Pales Matos, al que “no se le movía una cadera se le movía una nalga”. Hasta el personal de limpieza de la calle tomó una pausa al caluroso día para moverse al ritmo de la salsa que bailó el grupo de baile Essence.
Sin embargo, más adelante en Israel Mini Market un grupo de sobre 30 personas luchaba por lograr ser atendido en una atestada barra. Ahí reinaba el bolero y la música de típica en voces de clientes que se compartían el micrófono para exponer sus talentos vocales.
“La gente piensa que la música típica es más que para Navidad, y no es así. Hay que desencajar eso”, decía el trovador carolinense Miguel Alvarez. Este aprovechó la repentina visita al lugar de la cantante Lucecita Benítez para dedicarle una canción y honrar su presencia.
Con delantal negro y prendas de plata, la dominicana Marta Balbuena, se autoidentificó como la anfitriona del lugar y explicó que a pesar de este negocio estar lleno otros están “un poquito muertos y cerrando”.
Sobre su impresión de la actividad, el propietario de la barra, expresó “está bien bueno, pero no he podido ver nada allá afuera”. “¿Un Cuba libre?”, preguntó a un cliente mientras continuó atendiendo a la clientela del negocio que lleva en la esquina 1820 por espacio de 23 años.
Arte y cultura por la calle
“La cultura y el arte están agarraditos de la mano y cuando surge este tipo de evento de parte de iniciativas de colectivos independientes y personas que se preocupan todavía revivir los eventos culturales y artísticos en la calle y que nos volvamos a apoderar de la calle aprovechamos para ocupar espacios abiertos como esta casa”, Bobby Madison, curadora de la exposición de arte en la Galería Casa Jefferson, en la homónima calle.
“Esto es un esfuerzo colectivo entre mis hijos y otras personas que nos ayudan para promover el arte, la fotogalería, es una galería bien vecinal”, explicó José Rafael Charrón, propietario de la residencia familiar desde el 1950.
“Hay muchos cambios y hubo muchos problemas por un tiempo que se cayeron los negocios pero ahora hay un resurgimiento, añadió Charrón refiriédose a la apertura de restaurantes y la cercanía a la playa.
Su hija, Irene Charrón, artisa de “Nube” y estudiante de gestión cultural en la Universidad de Puerto Rico, se juntó con el colectivo Bobby Maddison para realizar esta exposición con trabajos fotográficos, dibujos e ilustraciones.
Por su parte, el otro hijo, Abey Charrón, ofreció a una docena de personas un foto recorrido en el que capturaron en imágenes la esencia y variedad arquitectónica del área desde la calle de Diego hasta la casa del fallecido cantante de salsa Ismael Rivera.
Asimismo, la galería se aprovechó para servir de centro cultural en el que se ofrecieron talleres de teatro, a cargo de Iliana garcía, actriz residente de la comunidad y parte del comité organizador, y allí también se ofreció un taller de guión con los cineastas Kisha Tikina Burgos y Ari Maniel Cruz.
Sara Arrollo, vecina de Santurce, asistió junto a su hija de 6 años al recorrido porque según ella “todos buscamos actividades familiares” pues muchas de las exhibiciones de arte y eventos culturales no están al alcance de los niños.
Efecto Multiplicador
Otro que se dio cita para disfrutar el evento fue el economista y estudiante de derecho, Héctor Román, quien lo catalogó como “un movimiento cultural que se transforma en un movimiento económico”.
“Al estar aquí unas cuantas horas, disfrutas, conoces, ves, consumes y se va creando un estilo de vida que de otra manera de vivir es posible y otra manera que respete el medioambiente, respete la ciudad y respete los espacios públicos y se respeten”, explicó Román, de 28 años.
Según él, este tipo de eventos tiene un “efecto multiplicador” porque los pequeños comerciantes, en su mayoría residentes, reciben público externo que les permite ampliar su inventario, oferta e inversión.
“Es importante rescatar los espacios públicos para seguir mejorando la calidad de vida que tenemos, bajarnos de los carro y de estilos de vida que son para áreas sub urbanas”, expresó Román.
Fotografías: Samuel Nemir Olivares excepto la blanco y negro que es de Abey Charrón
Publicado originalmente en www.lacalleloíza.com