Retrato
El último gobernador de la última colonia del mundo dormía en una cómoda alcoba en algún bello lugar de Valladolid cuando le sobrevino una tremenda pesadilla.
Se le apareció al pie de su cama el fantasma del primer gobernador de aquella añeja y paupérrima colonia, que ahora le toca regentar, y le profirío la siguiente profecía:
«Cuando termines tu mandato, serás más odiado que todos nuestros colegas que han gobernado esa colonia, tan mansa como un cordero, que muy bien pacifiqué. Incluyéndome a mi, ¡jajajaja! ¡Granuja! Aún nombran calles, avenidas (¿qué hostia es una avenida tío?) y estatuas en mi honor. En cambio tú, ¡pssst!»
El último gobernador de la última colonía despertó de su última pesadilla para constatar que todo estaba bien. No estaba en Puerto Rico. Estaba en un cuarto de hotel en Valladolid. Constató la silueta de su rostro en la reproducción de un retrato de Juan Ponce de León, que todavía estaba allí.