Selección Nacional de Baloncesto y el confeti de la esperanza
Sin embargo, el agónico partido no había culminado. El jugador Rivera había pisado la línea de fondo tras coger un rebote. Y en medio del confeti que ya se confundía con brincos de un jubiloso público y una enorme bandera de Puerto Rico que adorna cada evento deportivo en el Coliseo Roberto Clemente, el árbitro aguafiestas declaró que el juego no había culminado. La última posesión sería de los argentinos y había que limpiar esa mescolanza de papeles que alguien soltó antes de tiempo por no poder contener la emoción de creer que la escuadra puertorriqueña había derrotado a la potencia mundial de Argentina.
Un contingente de empleados del Municipio de San Juan bajó con sus pequeñas escobas a limpiar el tabloncillo y garantizar que, diez minutos después, oficialmente se declarara la victoria de la Selección Nacional de Puerto Rico. Tres días después, el quinteto puertorriqueño obtuvo su pase a la Copa del Mundo de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) tras derrotar a Uruguay 65-61 en otro agónico partido ante un repleto y estruendoso Coliseo Roberto Clemente.
¿Y ahora qué?
No han sido pocas las notas en las secciones de prensa deportiva y algunos blogs que comienzan a analizar los posibles escenarios del equipo puertorriqueño, de cara a la Copa del Mundo FIBA 2019. Aunque casi seis meses separan a 32 equipos nacionales de su cita con el torneo más importante del baloncesto internacional, las especulaciones y los debates en torno a quiénes deben integrar al quinteto de Puerto Rico ya dominan las pláticas deportivas tanto en el ciberespacio, como en la barra o cafetín de pueblo. ¿Debe Puerto Rico mantenerse con el núcleo de jugadores que estuvo disponible por más de un año durante las diferentes ventanas clasificatorias de FIBA? ¿Se deben convocar a los jugadores de la NBA que son hijos o nietos de personas nacidas en la Isla? ¿Se recuperará José Juan Barea de su lesión y hará un retorno milagroso en China?
Con tanta conversación plasmada de optimismo, parecería que la Selección Nacional de Puerto Rico continúa siendo ese equipo élite que en el pasado llegó cuarto en mundiales, ganaba oro en torneos de América y obtenía victorias notorias contra los trabucos de la antigua Yugoslavia, Estados Unidos, Brasil, entre otros. Eran buenos tiempos aquellos. Pero la realidad es que en los pasados tres mundiales FIBA (2006, 2010 y 2014), el conjunto boricua ni siquiera ha pasado de la primera ronda. Además, los equipos de México, Panamá y República Dominicana pueden derrotar a los puertorriqueños en cualquier noche, algo que era difícil de aceptar tan reciente como en el 2004.
La precaria realidad actual del baloncesto puertorriqueño es reconocida por todos y todas, desde el personal de la Federación de Baloncesto de Puerto Rico (FBPR), el dirigente Eddie Casiano y su grupo de asistentes, los propios jugadores y la gran mayoría de sus fieles seguidores y seguidoras. Puerto Rico no es una potencia de baloncesto en América, a pesar de su continuo dominio en la región de Centroamérica y el Caribe (conocida como Centrobasket). Ocupa la quinta posición en el hemisferio y la decimosexta posición a nivel mundial. Se clasificó a la Copa del Mundo 2019, pero fue a fuerza de temple, carácter y los sacrificios hechos por los jugadores, la FBPR y el grupo de dirigentes que nunca dejaron de soñar.
Entonces, ¿por qué la selección masculina de baloncesto continúa acaparando la discusión cotidiana deportiva y el contenido mediático por encima de otros deportes?
Sin obviar las importantes críticas que señalan el discrimen por razón de género y la menor cobertura de prensa a las mujeres en baloncesto y otros deportes de contacto, no podemos negar el enorme apego que Puerto Rico tiene hacia su selección de baloncesto masculino. Aunque se sepa que no tienen grandes posibilidades de triunfo en algunos torneos internacionales, todavía los catalogamos como ‘Los 12 Magníficos’.
Y es que hay una historia de triunfos y emociones con ese equipo. El baloncesto en Puerto Rico ha aportado a brindar esperanza y sentido de pertenencia en pueblos a través de importantes franquicias en el Baloncesto Superior Nacional. La Selección Nacional ha permitido que, a pesar del discrimen político en un contexto colonial, sepamos que se puede triunfar contra los más poderosos. El baloncesto también ha sido ese puente por excelencia que por décadas ha conectado a los boricuas de la Isla con sus compatriotas de la diáspora. Con el baloncesto hemos celebrado los triunfos de sus atletas y llorado sus penurias personales.
Hay elementos de apego deportivo que trascienden la actuación en el tabloncillo o terreno de juego. La relación de los puertorriqueños y puertorriqueñas con su equipo nacional de baloncesto masculino es una de apego emocional que, al evocar un pasado de victorias y momentos especiales, nunca renuncia a la esperanza de ver triunfar a ese conjunto de atletas. Por eso mucha gente continúa identificándolos como ‘Los 12 Magníficos’.
De la misma forma que celebramos cada victoria antes de tiempo y lanzamos el confeti cuando no debemos, nuestra relación con la Selección Nacional de Puerto Rico es una basada en la esperanza, aun sabiendo que nos podemos equivocar y que los triunfos no siempre llegarán.
¡Éxito a los 12 Magníficos en China!