SINESTESIA: alegoría de la alegoría
«La alegoría no es más que un espejo que traslada lo que es con lo que no es, y está toda su elegancia en que salga parecida tanto la copia en la tabla que el que está mirando a una piense que está viendo entrambas.»
-Calderón de la Barca
Cotto construye fotografías con la misma estructura semántica que despliega en sus poemas. Su creación literaria deambula en narrativas visuales que cruzan líneas filológicas. Ciertamente, el boceto y el apunte son esenciales en la articulación de su proceso creativo. En un croquis narrativo de la obra Un barco en una casa, 2017 Cotto inscribió, “Apenas llegaba pero parecía que se despedía y que dejaba rastros para la huída en cada paso de la escalera, por el pasillo hasta llegar a mí en el cuarto vacío. Le tenía miedo a la muerte si estaba lejos. Me lo dijo entre una cosa y otra que me contó del viaje. Me dijo: también soy un barco entre allá y después de aquí. Estoy anclada a este puerto. Y yo nunca he visto el mar, contesté. Pasaba el medio día.” Las fotografías fueron tomadas en la Casa Ashford en Condado, lugar en donde Cotto trabaja como guía/cuidador del espacio. En esta impávida construcción estuvo por espacio de seis meses estudiando el comportamiento de la luz en su interior. Regresaba a la estructura como se retorna a un recuerdo: a cuestionarlo, habitarlo e intervenirlo. En la fotografía Arnaldo es proa asentada en la orilla, su silueta erguida de espaldas a la cámara contempla hacia el exterior. En la obra exhibe con nostalgia y cierta resignación el tema de la huída desde la perspectiva del que se queda con añoranzas en alzada desde nuestra condición insular. El barco reside en la casa. Puerto Rico es la casa.
La estructura de la luz en la obra fotográfica de Cotto aparece y desaparece. En ocasiones es tan breve como un espejismo que se desvanece en la tabla a causa de la emulsión que la luminosidad modifica. Visto y no visto en Yo tengo un cuerpo de agua, 2017, la superficie “captura” la imagen que se muestra y se oculta como discurso reflexivo. Inmóvil, la fotografía fluye de la presentación a la retención. En la escena en donde el espectador/espectáculo impreso mantiene a través de la técnica de aparición el retorno de una entidad. La entidad es el artista en el escenario del teatro del Museo de San Juan. Sea lo que sea lo que ella ofrezca a la vista y sea cual sea la manera empleada, una fotografía es invisible: “no es a ella a quien vemos”, apunta Roland Barthes. La propuesta de Cotto reside en que el significado es «más» que el conTEXTO (escrito o fotográfico), más que las palabras (habladas u oídas) y es sólo a través de la exploración de la fisura entre la imagen y la fotografía, que se puede comenzar a entender la plasticidad exegética que debe utilizarse para discutir una fotografía.El cuerpo es uno de los temas centrales en la fotografía de Cotto; a través de la iluminación logra conseguir concentrar la atención en el sujeto. La característica monocromática de la imagen le añade gravitas y profundidad, y acentúa la aspereza de la luz en la configuración de la escena. El tríptico 23, 2017 es la expresión humana, la no reserva del cuerpo. Parece tamizar la narrativa, el desnudo, el objeto pero quiere ser consumida no apartada. Arnaldo se SIRVE para exhibir su arte. Es una mirada alucinatoria el mirarlo en el papel. La pose fotográfica recurre a trocear el cuerpo. El rostro enmascarado, el torso desnudo seccionado a la cintura por un taburete de madera –sedentario un gato negro lo observa e intercaladas aparecen las piernas y patas. La imagen no siempre coincide con su “yo”, ella es ligera y dispersa, él es inmóvil, empinado y observado.
23, es serie fotográfica que posee una carga emocional urgente. Nada más queda, solo el peso del tiempo, del recuerdo y los procesos de la transformación humana. 23, es índice alegórico de una imagen de la serie Rome series, 1976 por la fotógrafa estadounidense Francesca Woodman. La foto muestra el interior de una estructura abandonada y vacía y a la artista desnuda y en cuclillas. Ella se viste de papel-pintura caído y deteriorado entretanto apoya sus manos en una pared cubierta de antigüedad. En la fotografía encontramos el siguiente texto escrito a mano alzada: then at one point I did not need to translate the notes; they went directly to my hands. Para Cotto este es un viaje personal, uno que el espectador puede fácilmente absorber. Así, el artista explora lo antropológico, no necesariamente el origen del ser humano pero si su posición social y las permutaciones en sus conductas según pasa el tiempo.
Sinestesia arropa un análisis de operaciones fotográficas: por un lado en las obras Un barco en una casa y Yo tengo un cuerpo de agua se observa una asistencia química-análoga en donde utiliza emulsiones de gelatina de plata de positivado directo en cuartos oscuros manejando negativos de mediano formato, y en Atajos por el extravío la metodología es de emulsiones de hierro, o cianotipos, que son métodos de contacto directo utilizando luz natural y colocando objetos directamente sobre el material fotosensible que por su naturaleza se torna azul. La metodología es intrínseca entre el trabajo conceptual y el figurativo. Observamos dos campos/espacios de creación que persiguen entes opuestos pero que se remiten el uno al otro a través del medio fotográfico. El concepto sinestesia es analizado desde el montaje y como el discurso que genera ese empalme se exhibe en la sala.
La fotografía alternativa de Cotto emociona, afecta y por ende no siempre emerge. En la posmodernidad visual y en el contexto digital en el que nos encontramos es confortador observar en su obra los procesos fotográficos no comerciales en donde utiliza métodos y técnicas antiguas y análogas para producir la imagen-memoria. La serie Atajos por el extravío, 2017 conversa sobre la acción de abreviar un procedimiento o quizás un camino. El acortar o reducir la espera atinada en el paisaje plasmado de líneas y geometrías. La muestra es la acumulación de matices y percepciones que investigan la importancia de extraviarse en el olvido. En una sociedad que avanza y no para, el mirar en la historia es perderse en el recuerdo. Ese andar errático de la humanidad es imperativo. El extravío es introspectivo. Salirse del camino, es desvío para quienes en la búsqueda se apresuran a llegar. Sin embargo, el extravío es la acumulación de vivencias a las que se les concede significados y valores. Todo lo vivido tiene la capacidad de acumularse en cartografías afectivas. Cotto nos invita a caminar: sinestesia es una convocatoria imaginaria a los desafíos del entorno. Nos urge a regresar y en el retorno construir el modo en que valoramos las imágenes.