Sobre «Exterior» de Diego Romero
Así, pese a la intemperie, sus condiciones atmosféricas y más allá de nuestras propias circunstancias se conjugan lenguajes artísticos que hablan de bellezas inusuales y de conceptos cargados de inesperados significados. Ese es el caso de la exhibición Exterior del artista Diego Romero. Aquí el “exterior” no siempre es un afuera, a veces es un viaje o una mirada con los ojos cerrados o una melodía que sin querer se tararea. Desde ese “exterior” amorfo y flexible esta muestra de su obra más reciente funde temas de índole religioso, político y cotidiano, así como tradiciones pictóricas y musicales, desde una óptica desenfadada muy consciente del actual momento histórico de Puerto Rico.
La historia, esa acumulación de eventos y decisiones, en la obra del artista, deviene en crisol interpretativo que, en última instancia, transforma oficialidades políticas y reformula imaginarios de la cultura popular. Para alcanzar ese propósito Diego Romero no escatima en registros cromáticos y, mucho menos, se limita al uso de un solo medio. Éste se apropia de lo que está a su alcance y, en una suerte de Midas, dota de protagonismo lo que estaba supuesto a morir de trivialidad. De esa manera, una cajetilla de cigarrillos de PallMall, lejos de perderse en la basura, invade y derroca a ese emblema por excelencia del trópico que es el palmar. Esa presencia de objetos que el artista llama Tropimades (objetos que delatan un afuera manipulado) o Ready-mades (objetos icónicos a los que reformula su uso y significado) tuerce la noción de lo tropical generando coordenadas que no señalan geografías, sino a experiencias locales en un plano global y colonial.
Con la creación de espacios semánticos desplazados, Diego Romero, invita a entender los procesos políticos, sociales, culturales y artísticos como un mismo torrente de vida en constante cambio. De ahí que la plasticidad de las obras del corpus de la exhibición evoque diversas sensaciones y pensamientos. Ese poder evocativo, limpio de nostalgias, ahonda en realidades como la identidad puertorriqueña, lo colonial, lo colectivo y lo personal.
La sociedad puertorriqueña de inicios del siglo XXI vista a través de la obra de Diego Romero es un hermoso palimpsesto de tradiciones musicales y pictóricas que enuncia el complejo entramado de la condición colonial caribeña y sus consecuencias tanto al paisaje como a sus habitantes. De ese modo, el artista logra un diálogo con maestros de la pictórica puertorriqueña como lo es Miguel Pou (1880-1968) para, desde un diálogo con la tradición, intervenir en los problemas que atañen a los residentes de la isla. En esta conversación también participan instancias históricas de la política local, multinacionales, objetos del diario vivir, petroquímicas, costumbres, canciones y creencias. Y de ese conglomerado de voces saltan los discursos que son despojados de su seriedad, depurados de sus inocencias y presentados, sin más resguardo, que el permitido por la sensatez estética del artista. Así, por dar un ejemplo, el discurso político del Estado Libre Asociado se hace bombón y, no conforme, se manifiesta en un pandero para desembocar en la reminiscencia de una canción de plena.
Exterior de Diego Romero es un gran signo de interrogación donde se amalgaman tanto momentos históricos y personajes, así como tradiciones populares y religiosas, y objetos que con el pasar de los años se han gastado al punto de hacerse patrimonio. El corpus de obras que componen la exhibición ofrece un panorama fresco y problemático ante el cual despunta la reflexión sobre la urgencia del presente de Puerto Rico a la luz de todos esos pedazos de la realidad que conforman el exterior.
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La exhibición Exterior abrió el 15 de septiembre, en El Cuadrado Gris, Barrio Obrero, San Juan, y estará hasta mediados de agosto. Para más detalles, pueden llamar al (787) 942-6153 o escribir a [email protected]