Teatral pero sumiso, el PNP jura que desafiará al gobierno de Estados Unidos y lo presionará y forzará a conceder la estadidad, pero a la vez debe seducirlo, mostrarse dócil, complaciente y contrito ante lo federal.
Teatral pero sumiso, el PNP jura que desafiará al gobierno de Estados Unidos y lo presionará y forzará a conceder la estadidad, pero a la vez debe seducirlo, mostrarse dócil, complaciente y contrito ante lo federal.
La construcción de nuevos modelos teóricos permitirá sustituir las visiones antagónicas por una síntesis desapasionada de extremos triunfalistas y derrotistas… un punto de partida para el consenso.
El hecho de que la historiografía puertorriqueña la hubiesen manufacturado liberales reformistas y autonomistas resultó determinante en aquella actitud de complacencia del liderato político e intelectual tras el 1898.
Aquellas voces del abanico liberal, al igual que los conservadores, eran afirmativamente integristas, imaginaban que el progreso del siglo se debía a España.
El menosprecio por el vernáculo, empeora la crisis que vivimos, o más bien reproduce un sistema de atraso permanente.
Nadie se llame a engaño. La estadidad no es un derecho, es una concesión. La estadidad no es un asunto de derechos civiles, todo lo contrario, atenta contra ellos.
El 1917, la Gran Guerra y la ciudadanía americana, forzaron la revisión del lenguaje político en Puerto Rico. Concesión o imposición, la ciudadanía movilizó la opinión política en una diversidad de direcciones.
Esta isla articula una singular perspectiva a tomar en cuenta cada vez que se habla sobre cultura y política en el Caribe y Estados Unidos. Todo proyecto político de futuro deberá considerar eso.
La estadidad, ¿es «un fantasma», o es jugar a la Ruleta Rusa con el destino de Puerto Rico? El autor comenta los caminos enlodados y traicioneros que llevan al propuesto plebiscito sobre el status político.