La prisión se ha convertido en aquel albergue en el que se invisibilizan o esconden, por no decir se desechan, los excedentes humanos de los cuales la sociedad no se siente responsable.
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La prisión se ha convertido en aquel albergue en el que se invisibilizan o esconden, por no decir se desechan, los excedentes humanos de los cuales la sociedad no se siente responsable.
¿Cuáles son los límites de lo prevenible y de la prevención? ¿Cuáles son los riesgos de querer prevenirlo todo, incluyendo el propio dolor de la existencia? ¿Es eso acaso posible o incluso deseable?