A Guillermo le digo broder, así con de, o Guillermo y me reprimo de decirle Guille o pescao o bacalao o Gil o colina o agalla o branquia de pescao no vaya a ser que se encojone.
A Guillermo le digo broder, así con de, o Guillermo y me reprimo de decirle Guille o pescao o bacalao o Gil o colina o agalla o branquia de pescao no vaya a ser que se encojone.
De entrada y a nuestra derecha, nos recibe un elefante azul. Innocent enough. Hasta que nos percatamos de que el elefante está parado al borde de un precipicio. Entonces, entramos al bosque.
Otra vez tropezamos con el tiempo, con una ambigüedad del tiempo, que no permite marcar en este lugar el comienzo de esta historia hecha de historias.
Un libro que se titule así, «Todos los nombres el nombre», es inevitablemente una reflexión sobre la identidad. En esta isla que se sigue “buscando” desde los círculos intelectuales ese gesto no es ingenuo.
En «Todos los nombres el nombre», Soreno se abre camino por unos terrenos peligrosos, pero su pluma es segura y su gozo genuino, lo cual se transmite con júbilo y exuberancia.