Para saber lo que es ser pobre, hay que ser pobre, no hay otra. Hay también que saber que las poquísimas oportunidades existentes para dejar de ser pobre están atadas al color de la piel, al género y a la edad.
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Para saber lo que es ser pobre, hay que ser pobre, no hay otra. Hay también que saber que las poquísimas oportunidades existentes para dejar de ser pobre están atadas al color de la piel, al género y a la edad.
Nuestro país, tan chiquito y poblado, está inmerso en una batalla de etiquetas, exponencialmente magnificada por las opiniones en las redes sociales, la radio y la televisión, y hasta el discurso político.
La biotecnología, integrada al capital, y excesivamente inscrita en la hegemonía capitalista, ha consentido y facilitado la intensificación dramática de la producción capitalista de la naturaleza.