Ofrecen oportunidades recreativas únicas para entusiastas de la fotografía, a la vez que levantan alarmas de quienes temen que una cámara voladora vulnere sus derechos en esta era digital.
Ofrecen oportunidades recreativas únicas para entusiastas de la fotografía, a la vez que levantan alarmas de quienes temen que una cámara voladora vulnere sus derechos en esta era digital.
El largometraje recrea, particularmente, el ataque de drones ocurrido en 2011 durante la celebración de una “jirga” (una tradicional asamblea afgana), en la frontera entre Pakistán y Afganistán.
El pequeño Martin Richard en su memorable foto sostenía una cartulina que únicamente leía: “No more hurting people. Peace”. Así, sin cualificar, sencillamente, sin condiciones, sin excepciones de tipo alguno.
¿Podría considerarse un bombardeo aéreo como un conflicto militar? ¿Qué tal una operación clandestina de la CIA, ya casi completamente militarizada bajo el actual presidente?
Tan solo en Pakistán hubo más de 300 ataques con drones en los últimos años, que causaron la muerte de civiles y de presuntos insurgentes.
La autorización de los ataques mediante la utilización de aviones no tripulados se ha hecho a espaldas del Congreso de Estados Unidos, creando una presidencia imperial.