Pase lo que pase, el chavismo está, por largos decenios, instalado en el sentimiento de la población venezolana más humilde. Igual que el peronismo en Argentina.
Pase lo que pase, el chavismo está, por largos decenios, instalado en el sentimiento de la población venezolana más humilde. Igual que el peronismo en Argentina.
La victoria de la derecha se debe más al fracaso del gobierno en afrontar los problemas que azotan el país que a méritos propios como opción política.
El 3 de noviembre de 1970 Salvador Allende fue juramentado presidente de su país. Su programa de gobierno se resumía en cuarenta sencillas propuestas que nos hace bien volver a mirar, aunque sea de reojo.
Las cámaras no pudieron ocultar el desborde de congoja, de tristeza y consternación que había en los testimonios de la gente que acudió al velorio; de sus expresiones emanaba otra visión, radicalmente distinta, de Hugo Chávez.
Aun cuando es votado democráticamente, un régimen político hecho a medida de un líder carismático tiende a ser un problema para sus sucesores.
Cuando la centro-izquierda y centro-derecha luchaban tenazmente para encontrar algunas diferencias entre sí y la clase política se componía por hombres obsesionados con hacer dinero, Chávez iluminó el panorama político.
«Dialogamos por más de tres horas. Habló de su niñez, de su primer sueño: ser pintor, y de su segundo sueño: ser pelotero profesional de béisbol…» (documental)
Bouquet admitió ser un agente de los servicios secretos franceses (DGSE) y reconoció que estaba preparando un atentado para asesinar al presidente constitucional de Venezuela, Hugo Chávez.
Existe un cambio cualitativo entre la propuesta revolucionaria bolivariana de los pasados años y la propuesta de esa misma Revolución Bolivariana para los años por venir.
El Gobierno del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tiene ante sí un doble desafío: demostrar que tiene capacidad para aprender de sus errores y rectificar, y que la revolución bolivariana no desaparece con Chávez.
Hugo Chávez enfrenta una misión más que difícil con unas elecciones a siete meses vista, convaleciente de cáncer y con un rival que es apoyado por toda la oposición.
Los tiempos actuales exigen que la matemática entable un franco y abierto diálogo con la política. El conocimiento matemático tiene que hacernos más conscientes del mundo injusto, violento e insostenible que habitamos.