Mi punto sería que aquí hay algo más, y que en esta temporada que abrió con el carcelero Oso y cierra con la Ley en Santurce, se barajean síntomas de fisura interna en los paradigmas de diseño.
Mi punto sería que aquí hay algo más, y que en esta temporada que abrió con el carcelero Oso y cierra con la Ley en Santurce, se barajean síntomas de fisura interna en los paradigmas de diseño.
El Oso Blanco es para muchos de nosotros parte de una “autobiografía fundacional”, aunque lo experimentáramos a 50 millas por hora. Con apenas permitirnos re-encontrar el edificio desde el paso sosegado del peatón, mucha de la belleza que hoy algunos disputan se hace evidente.
No hay nombre más adecuado para la cárcel de un colonizado que el paraíso terrenal, o sus sinónimos sucesivos: isla del encanto, The Shining Star of the Caribbean, lo mejor de dos mundos, el Centro de Todo.
No es el Oso Blanco lo que se enfrenta aquí, esta causa es tan sólo el indicador más reciente, lo que enfrentamos ahora mismo es el divorcio entre el gobierno y los intereses del País.
Entrado el siglo XXI, todavía se cree que enjaular a seres humanos es una práctica justa y necesaria para el bienestar social y la seguridad ciudadana.