Teatral pero sumiso, el PNP jura que desafiará al gobierno de Estados Unidos y lo presionará y forzará a conceder la estadidad, pero a la vez debe seducirlo, mostrarse dócil, complaciente y contrito ante lo federal.
Teatral pero sumiso, el PNP jura que desafiará al gobierno de Estados Unidos y lo presionará y forzará a conceder la estadidad, pero a la vez debe seducirlo, mostrarse dócil, complaciente y contrito ante lo federal.
En Puerto Rico, ya se anticipa el rol activo que tendrán los grandes donantes en las elecciones 2016 mediante las campañas “independientes” y “no coordinadas”. La controversia sobre su legitimidad no se hace esperar.
Un 73% de los candidatos auditados por la Oficina del Contralor Electoral incumplieron con sus responsabilidades de reporte de gastos e ingresos de sus campañas y comités.
No partimos de la premisa equivocada de que cada ciudadano tiene una preferencia única e inamovible en cuanto a qué opción de estatus político sería mejor para nuestro país
Lo menos que necesita cualquier país son partidos políticos sin norte ni rumbo. Desgraciadamente esto es lo único que ofrece la “clase política” puertorriqueña y los que aspiran a “colarse” allí.
La lucha por la soberanía económica, política, cultural, educativa, deportiva, jurídica, para ser fructífera, requerirá nuevas alianzas con una base social amplia.
El noble propósito de la política de generar el mayor bien común, termina siendo víctima de un modo de hacer política cuyo objetivo es causar el mayor daño posible a la gestión del adversario para garantizar la sobrevivencia propia.
En un país como el nuestro donde la historia política se mueve a fuego lento, es todavía muy temprano para saber qué es viable de cara a una nueva consulta plebiscitaria.
Los gobiernos suelen ser débiles, vulnerables y transitorios. Es únicamente el pueblo organizado y movilizado el que puede mantener a los gobiernos en rumbo o declararle la guerra a los flojos o traidores.
Si el PPD ya no puede ser un partido de una ideología estadolibrista creíble y si el PNP perdió su razón de ser: ¿cómo es que continúan como los partidos fuertes y únicos en la vida política puertorriqueña?
Mientras son oposición, los políticos prometen que procesarán las violaciones y excesos de los gobernantes. Sin embargo, cuando son gobierno, casi nunca pasa nada.
Insistir en que Fortuño y AGP son idénticos no lleva a ningún sitio. No podemos prescindir de una oposición coherente y no hallaremos coherencia en la repetición de eslóganes vacíos.
No digo que el pueblo sea ingenuo, tampoco sabio, pero sí digo que está tan agobiado y cansado de su orfandad política que prefiere la pasividad del espectador antes que expresar la más importante queja que un público pueda articular.
Crear un tribunal compuesto por juristas de intachable reputación, desvinculados de la política partidista y nombrados con el consenso de la sociedad civil, resolvería la legitimidad de nuestro Tribunal Supremo.
Tanto la «nueva mayoría» en el Tribunal como la nueva administración del PPD, tienen la gran responsabilidad de restaurar la credibilidad del Tribunal Supremo de Puerto Rico.
Del mismo modo que la fascinante historia del ¡ay, bendito! aguarda por una ingeniosa pluma, quiero proponer una historia paralela: la de la justicia popular boricua o el proverbial «yo te cojo bajando».
El veto que coloca a García Padilla en ruta a la juramentación como gobernador de Puerto Rico no debe hacernos perder de perspectiva que casi la mitad del País favoreció a Fortuño.
El menosprecio por el vernáculo, empeora la crisis que vivimos, o más bien reproduce un sistema de atraso permanente.
4 de noviembre de 2008…fue abrumador, los azulejos viajaban en pick-ups con pencas de palmas teniendo control hegemónico de la noche, de las avenidas, de los chinchorros, de las urbanizaciones y los barrios.