La vida efímera de Simone Weil, apenas 34 años, se caracterizó por la marginalidad filosófica, compartida por caribeños, mujeres y negros. Weil desafió el canon filosófico europeo con una escritura política y existencial. Su formación le permitió interrogar el canon desde sus propias armas escriturales. Defendió una moral abstracta y social, donde los valores son deberes. Su activismo político y crítica al totalitarismo le dieron sentido a su vida. La verdad era un valor superior que sucumbía en la lucha de fuerzas. Weil fue un espíritu religioso y místico que terrenalizó la trascendencia. Su estilo filosófico fusionó raíces conservadoras con compromiso socialista. Su legado quedó truncado por una muerte temprana y la marginación de una cultura filosófica misógina.