Teorías de gran conspiración o seudociencia
Mundus vult decipi, ergo decipiatur.
Petronius (27-66)
Es aquí que yace la amplia atracción existencial de un prejuicio como el antisemitismo, puede en ocasiones atraer a intelectuales, pero siempre complace al idiota.
Stephen Eric Bronner[1]
Que usted sea paranoico no quiere decir que no lo estén vigilando
Anónimo
Una “teoría conspiratoria” tiene la función de explicar. Tiene entonces un rol psicológico paralelo al de la superstición, que responde a una necesidad de control. En ambos casos opera la inversión de la dirección argumentativa, en cuanto se parte de una conclusión y se busca selectivamente aquello que “confirma” la teoría, en un proceso de racionalización, característico de la seudociencia.
Los adeptos a teorías conspiratorias cambian los muñequitos cada vez que se encuentran con un argumento que refuta la conspiración. Los que pretenden que nunca fuimos a la Luna encuentran todo tipo de anomalías en las imágenes de la exploración. Están convencidos que fue una conspiración de la NASA para “ganarle a los soviéticos”, y esto entonces facilita pensar que el calentamiento global es otro invento. Recientemente, cámaras de alta resolución fotografiaron los sitios de actividad humana sobre la Luna, algo que se debería aceptar como prueba de que en efecto estuvimos allí. Entonces se cambian los muñequitos y se alega que fueron fotomontajes preparados por la NASA.
Se comienza con la pregunta ¿cui bono?, es decir que ante un evento inusual se pregunta quién se beneficia, y luego se supone que el grupo que se beneficia causó el evento. No se piensa que ante un evento siempre hay quienes ganan y quienes pierden.
Sin duda existen y han existido conspiraciones, de un grupo hacía otro, de unas naciones contra otras (los servicios secretos de muchas naciones se dedican a esto), pero es necesario fundamentar la hipótesis para cada caso particular. La dificultad reside en separar las conspiraciones reales de las ficticias para no perder tiempo cazando fantasmas [2]. Las teorías de conspiración menos plausibles son aquellas que proponen una vasta red internacional, efectiva, poderosa y secreta cuyo propósito es la de realizar actos para controlar y manipular al resto de la humanidad. Las conspiraciones cotidianas entre personas y grupos no son de gran interés (excepto para los afectados). Son las teorías de gran conspiración las que nos interesan.
Las teorías de una gran conspiración identifican tres grupos:
Los conspiradores, un grupo de personas e instituciones de mucho poder que con fines malignos quieren controlar a la población. (no se conocen conspiraciones con fines benignos). Ejercen en secreto absoluto actividades para promover sus metas.
La gran mayoría del público que son las víctimas de la conspiración.
Un puñado de héroes que han descubierto la conspiración (que no era tan absolutamente secreta) y luchan por el bien de todos a pesar de ser unos incomprendidos.
Ciertas características son comunes a las teorías gran conspiratorias:
Se trata de explicar una historia o proceso de gran impacto emocional o histórico y por consiguiente de gran interés público, rechazando la versión “oficial” o aceptada de los hechos. La existencia de una historia oficial ya se toma como parte del encubrimiento.
Expresan una profunda desconfianza de instituciones sociales y de gobierno y del orden establecido (en algunos casos particulares, bien justificado). Se alega que estas instituciones frecuentemente conspiran para esconder ciertos hechos que les son desfavorables (lo cual no es incorrecto).
Se supone que la hipótesis de una gran conspiración es correcta, y se busca prueba confirmatoria, y se argumenta que aquellos que la cuestionan no se han dado cuenta, o son parte de la conspiración.
Reduce fenómenos sociales complejos al resultado de acciones secretas de un grupo de individuos de gran poder (casi superhombres) que aparentemente explican el fenómeno, y en particular explican más que la versión oficial. Las cosas malas ocurren porque hay individuos malos que conspiran, y no porque: “Shit happens”.
La prueba que se presenta a favor es escogida (sesgo confirmatorio), limitada, parcial o circunstancial. Se invoca el conocimiento de un plan “ultrasecreto” sin explicar cómo es que si es tan secreto, entonces se conoce, o se inventa una fuente que naturalmente debe permanecer oculta por su propia seguridad.
Son populares las ideas de que agencias del gobierno de los EE.UU. conspiraron para asesinar al presidente Kennedy, (y porqué no creerlo si han conspirado para asesinar a otros líderes, en particular al presidente de Chile, Salvador Allende, en otro triste setiembre 11), y que la muerte de la Princesa Diana fue el resultado de una conspiración por el MI-6 (Military Inteligence Section 6), el servicio secreto británico de inteligencia. Es justo el hecho de que se han descubierto conspiraciones, (algunas solamente sobre papel), por parte de corporaciones y de organizaciones gubernamentales que las teorías conspiratorias albergan credibilidad y el ciudadano debe estar alerta utilizando su juicio crítico para evaluar los hechos. A pesar de los documentos históricos que demuestran lo contrario, muchos creen que los militares esconden lo que ocurrió en Roswell con una nave extraterrestre. Se esgrime un argumento como el siguiente: Si el gobernó estuviera encubriendo el hecho de que nos visitan extraterrestres, negaría que estas visitas han ocurrido. El gobierno niega que estas visitas hayan ocurrido. Por lo tanto: el gobierno está encubriendo los hechos. Un buen ejemplo de la falacia de la afirmación del consecuente.
Otros creen que el virus del HIV (o Ebola) surgió de laboratorios dedicados a guerra bacteriológica y que fue propagado para afectar a los afroamericanos. En un sombrío experimento conducido por el servicio de salud pública de EE.UU, que comenzó en 1932 y fue terminado recién en el 1972 (cuando la prensa expuso el estudio[3]), se infectó con sífilis y no se trató a los que ya tenían la enfermedad, a una población de unos 600 afroamericanos pobres, residentes de Tuskegee, Alabama, bajo el pretexto de estudios de la sangre.
Es para muchos, razón suficiente para pensar que todo es posible. También se alega que hubo “algo sospechoso” en los trágicos eventos del segundo 9-11 (Una conspiración del gobierno para justificar la invasión de Irak y Afganistán). Podemos leer[4]:
El “nuevo Pearl Harbor” del 9-11 fue planificado con asombroso detalle y realizado por el esfuerzo de una red compleja y numerosa de operativos. Fue más compleja y mucho más exitosa que el asesinato de Allende, el bombardeo de nuestro propio buque, el “Maine”, que dio inicio a la guerra española-americana (y nos entregó Guam, Puerto Rico, Cuba y las Filipinas), el incendio del Reichstag utilizado para justificar la suspensión de la mayoría de los derechos civiles en la Alemania de los años treinta, y hasta la Operación Himmler, que fue utilizada por los Alemanes para justificar la invasión de Polonia que dio inicio a la segunda guerra mundial.
Quien sea responsable de realizar este acto horrible de falsa bandera, que se ha utilizado para justificar las guerras en Afganistán e Irak como también ataques sin precedentes contra la investigación, la educación y las libertades civiles, debe estar perversamente orgulloso de su trabajo eficiente. Ciertamente, 19 jóvenes árabes y un hombre en una cueva a unas 7000 millas de distancia, sin importar el nivel de su enojo, no podrían haber planificado y realizado el 9-11: el anuncio televisivo más efectivo de la televisión comercial en la historia de la civilización occidental.
Esto fue expresado por Lynn Margulis (1938-2011), profesora distinguida del departamento de ciencias geológicas de la Universidad de Massachusetts y miembro de la Academia Nacional de las Ciencias de EE.UU., honrada con varios premios, (incluyendo la medalla nacional de la Ciencia), y autora de varios libros científicos de alta calidad. (Margulis fue la primera esposa de Carl Sagan). Aunque hay muchas cosas que se pueden cuestionar en cuanto a los eventos, es difícil aceptar que cientos de americanos se prestaran para una acción que mató a miles de americanos, y que nadie con conocimiento directo de esta conspiración lo haya delatado, ni que investigadores serios del gobierno o de la prensa hayan investigado, como ocurrió en muchas otras instancias desde el asesinato de Kennedy hasta Watergate, (esta última, una verdadera, pero pequeña, conspiración). Por cierto no queda duda que hubo una conspiración detrás de los eventos del 9-11, los conspiradores se llaman Al Qaeda.
Cuando se pregunta porqué tal o cual grupo no ha denunciado la conspiración (periodistas, partido de oposición, grupo afectado), se explica que de algún modo esos grupos también pertenecen a la conspiración, que por lo tanto crece, con el tiempo. Cuando en mi capacidad como director del Observatorio de Arecibo, yo negaba que hubiéramos hecho contacto con extraterrestres, o que utilizáramos el “radar” para controlar las mentes de la población (si, más de uno creía esto), lo único que conseguía era confirmar las sospechas, ya que se esperaba mi negación como parte de la conspiración, y si invitaba a los creyentes a visitar el Observatorio y hablar libremente con quienes desearan se sobreentendía que se habían preparado las cosas para el evento.
Considere el siguiente mensaje que cruzó mi pantalla recientemente en relación a la vacunación contra la influenza A-H1N1: “PUERTO RICO: Conejillos de Indias para la vacuna contra el AH1N1”. El mensaje[5] con fecha del 13 de octubre de 2009 sugiere que existe una conspiración y hace alusión a casos históricos de experimentos secretos con poblaciones a las cuales se les ocultó el hecho, (en 1931 el doctor Cornelius Rhoades realizó experimentos relacionados al cáncer con pacientes puertorriqueños sin que éstos lo supieran). El mensaje comienza con: “El departamento de Salud de Estados Unidos se apresta a realizar en Puerto Rico un experimento en masa con la vacuna contra el A-H1N1 con el propósito de probar su seguridad y conocer sus defectos”. Termina con: “¡Dile NO a la vacunación en masa contra el A-H1N1!” y dice además: “Protéjanse a lo natural: Astragalus, Equinacia, Bioplasma – combinación homeopática!! Vitaminas!! y mucho lavado de mano!!”
En el noticiario se presenta a un médico del departamento de salud que testifica que la vacuna es segura y nada distinta que las otras vacunas contra la influenza, pero acto seguido se entrevista a un naturópata que recomienda productos naturales para aumentar las defensas y testifica que hace años, luego de vacunarse contra la influenza tuvo serios problemas con el brazo. El televidente se asusta y no se da cuenta que está frente a un evento de muy baja probabilidad (cosa que se da generalmente para efectos secundarios) y a la falacia clásica – Post hoc, ergo propter hoc.
Las consecuencias no son triviales en este caso, ya que más de uno ha decidido no vacunar a sus hijos, lo cual puede llevar a un final trágico.
En casos como el anterior, en el cual se crean dudas acerca de algún procedimiento o medicina, se genera un proceso de decepción o psicosis colectiva, ya que el público mal informado y los precedentes del pasado, (como el caso de la Talidomida – fármaco comercializado como sedante y calmante de náuseas durante el embarazo que provocó miles de caso de bebés malformados), dan lugar a la suspicacia.
La historia europea es una historia de persecución a los judíos, de ataques desde el púlpito y literatura religiosa que perpetuaba la imagen del judío como maléfico, inferior, sucio y culpable, (per secula seculorum), de la condena y muerte de Jesús.
Los ataques a los judíos se multiplicaron en el plano secular, en una interminable serie de panfletos, revistas y diarios. Entre ellos se encuentra la publicación, en 1903 en la Rusia zarista de lo que se podría considerar como el texto conspiratorio canónico: “Los protocolos de los sabios de Sión”[6], un infame panfleto antisemita cuyo objetivo era justificar ideológicamente los pogromos que sufrían los judíos. Los protocolos son supuestamente las actas de unas reuniones de los «sabios de Sión», en la que se detallan los planes de una conspiración judía, que tendría como fin el hacerse con el poder mundial, tema recurrente en la oratoria Nazi. El panfleto, traducido a varios idiomas, alcanzó gran popularidad y grandes ventas en los años veinte y treinta.[7]
A pesar de que se trata de una falsificación, muchos aun en el presente se lo creen, y grupos diversos los utilizan para sus propósitos. En su momento formó parte de la base sobre la cual se apoyó el Shoah, comenzando su trayectoria criminal con el asesinato en 1922 del ministro de relaciones exteriores alemán Walther Rathenau (1867-1922), supuestamente uno de los 300 sabios de Sión. El Juez, en su resumen del juicio contra los que participaron en el asesinato, en palabras que pocos entendieron en su inmensidad, expresó[8]:
Detrás de los asesinos y sus cómplices alza la cara distorsionada por el odio el culpable principal, el antisemitismo irresponsable y fanático, – antisemitismo que envilece al judío, sin importar el individuo, con todos los medios de calumnia del cual el vulgar panfleto de los Protocolos de los Sabios de Sión es un ejemplo. De este modo siembra en las inmaduras y confusas mentes el deseo de asesinar. Que el asesinato sacrificial de Rathenau, quien bien conocía los peligros a los cuales se exponía al aceptar su cargo, y que la visión que nos brinda este juicio en cuanto a las consecuencias de instigación inescrupulosa sirva para purificar la infectada atmosfera alemana, y lleve a Alemania, que ahora se hunde con una enfermedad mortal en esta barbarie moral, hacia su cura.
Los “Illuminati”, representan una reencarnación moderna del mito de los sabios de Sión. Supuestamente son un grupo de personas (que afortunadamente no se identifican con algún grupo étnico) que conforman un “gobierno sombra” mundial cuyo propósito es el de establecer un nuevo orden. Según algunos, los Illuminati representan los que halan los hilos de un mundo de títeres, miembros de 13 de las familias más adineradas del mundo. Los Illuminati son dueños de todos los bancos internacionales, del negocio de petróleo, de las más poderosas empresas industriales, infiltran la política y la educación, y controlan los gobiernos.[9] (Es curioso que sean 13, y no 12 o 14). De hecho, es cierto que en 1776, Adam Weishaupt (1748-1830), profesor de ley canónica en la universidad de Ingoldstadt, fundó la Orden de los Illuminati, cuyo fin básico era una lucha contra el orden monárquico y el dogmatismo religioso de los jesuitas. Aliado con ciertos grupos masones, el movimiento se desmembró por divisiones internas hacia el 1785. (Claro que algunos dirán que no fue así, y que el grupo se fue a la clandestinidad y sigue operando).
Una de las primeras preguntas que es necesario hacer a aquel que dice saber de una conspiración ultra secreta es: ¿Si es ultra secreta, cómo lo sabe?
La particularidad de una conspiración exitosa, como la conspiración para atacar el edificio federal de Oklahoma City por unos terroristas estadounidenses, las torres gemelas de Nueva York, o bombardear la estación de Atocha, es que se trató de un pequeño grupo de personas, no miles. El problema con las hipótesis conspiratorias a gran escala es justo esto. Es muy difícil, especialmente en sociedades abiertas y pluralistas como las nuestras (muy distintas del régimen nazi), que un gran número de personas se pongan totalmente de acuerdo para hacer el mal, o que al menos, pasado un tiempo uno no confiese. Piense en Edward Snowden.
Brian Keeley lo resume[10] :
El rechazo del pensar conspiratorio no se basa simplemente en que las teorías son falsas como cuestión de hecho. El problema es más profundo. El mundo, tal como lo entendemos en el presente se compone de un número extremadamente grande de agentes que interactúan, cada uno con su propia visión imperfecta del mundo y con sus propias metas. Un sistema así no puede ser controlado por cualquier pequeño grupo controlador porque hay demasiados agentes para manejar. Hay demasiados grados independientes de libertad. Esto es cierto de la economía, el electorado político, y de las agencias que examinan los hechos sociales, puestas en duda por los que mantienen las teorías. […] Proponer que un secreto explosivo pueda mantenerse escondido por un período de tiempo, simplemente denota una falta de entendimiento de la naturaleza de las burocracias modernas. Al igual que el mundo, están constituidas por demasiadas personas con demasiadas agendas distintas para que sean fácilmente controlables.
NOTAS:
[1] Stephen Eric Bronner (2000). Un rumor sobre los Judíos. Laetoli.
[2] Peter Katel. Conspiracy Theories, Do they threaten democracy? CQ Researcher, Oct. 23, 2009, www.cqresearcher.com Volume 19, Number 37, Pages 885-908 http://www.maxwell.syr.edu/uploadedFiles/news/Conspiracy%20Theories.pdf
[3] Jean Heller, “Syphilis Victims in the U.S. Study Went Untreated for 40 Years,” New York Times, 26 July 1972.
[4] http://nationalexpositor.com/news/236
[5] Puede buscar el texto completo en Cibernecia
[6] Se ha comprobado que fueron una falsificación producida en Rusia por la Okhrana (la policía secreta del Zar). Partes fueron plagiadas de una novela (“Biarritz”, 1868) del alemán Hermann Goedsche (1815 -1878) que relata una conspiración judía para dominar al mundo. A su vez, la novela es plagiada del “Dialogo en el Infierno entre Machiavello y Montesquieu” (1864) por el satirista francés Maurice Joly (1829-1878).
[7] Will Eisner, (2005). The Plot: The Secret Story of the Protocols of the Elders of Zion. Norton, Stephen Eric Bronner (2000). Un rumor sobre los Judíos. Laetoli
[8] Norman Cohn (1996). Warrant for Genocide. Serif. London. P.162
[9] Arthur Goldwag (2009). Cults, Conspiracies and Secret Societies. Vintage
[10] Brian L. Keeley. Of Conspiracy Theories. The Journal of Philosophy, Vol. 96, No. 3. (Mar., 1999), pp. 109-126.