The Book Thief
Vamos por un cielo nublado mientras una voz nos narra el comienzo de la historia. Es una voz acariciante que simultáneamente augura algo ominoso. Yo pensé que me iba a arruinar el filme, pero el narrador nos llevó por un campo nevado de inesperada belleza y luego de indicarnos qué lo llevaba por allí, esperó su turno e hizo bien en ocultarse por mucho tiempo antes de que volviera a darnos su punto de vista de este cuento hermoso y esperanzador de un aspecto no muy tratado en películas anteriores de la segunda guerra mundial: la separación de hijos y padres, y la bondad de algunos alemanes.
Estamos en Alemania, antes de que haya guerra declarada con Inglaterra y presenciamos la huida de algunos de los primeros ciudadanos que huyen de los nazis: los comunistas, los desafectos al régimen y los judíos. Una madre en fuga en un tren hacia su exilio no tiene otra posibilidad que entregar a sus hijos para que los cuiden en una aldea un matrimonio que a cambio espera una paga mensual por auxiliarlos. A la mujer la han tildado de comunista y tal parece que lo es.
En el camino su hijo menor fallece y eso da pie a que la Muerte, que es la voz en off, nos cuente por qué se ha fijado en Liesel (Sophie Nélisse), una niña de doce años quien es el personaje principal de la cinta. Luego de que entierran a su hermano se da cuenta de que hay un libro en el suelo. Es del sepulturero, y se convierte en el primer libro que se roba. Con él ha de aprender a leer y, de cierto modo, a escribir. Hay una advertencia en ese apoderamiento ilícito: es “El manual del sepulturero”.
La perspectiva del filme cambia al punto de vista de Liesel cuando esta llega a su nuevo hogar y conoce a sus nuevos “padres”. A través de ella vamos viendo la vida de la aldea en que ahora vive y conocemos a su papá postizo Hans (Geoffrey Rush) y Rosa (Emily Watson). También al que se convertirá en su amigo inseparable Rudy (Nico Liersch). Con él comienzan también las excursiones a “robar libros”, tarea que desarrolla la niña luego de presenciar una quema de libros en la plaza de la aldea1, acto que coincide con Kristallnacht , el ataque de las tiendas y propiedades judías a lo largo de Alemania la noche del 9 de noviembre de 1938.
Más tarde, llega a la nueva casa de sus padres adoptivos un joven judío. Hans sobrevivió la Primera Guerra Mundial porque el padre del joven Max (Ben Schnetzer) le salvó la vida. Como se imaginan, esa presencia lo complica todo.
The Book Thief es una película muy hermosa. La cinematografía de Florian Balhaus es límpida y sugestiva, y el guión de Michael Petroni, basado en el libro homónimo de Marcus Zusak, está salpicado de líneas cómicas e ingeniosas, y diálogos serios que, con la música del gran John Williams, permiten que uno la vea tanto con el corazón como con el cerebro. La cinta lleva un tema (el abuso nazi, el Holocausto, el bombardeo de Alemania desde el 1943) de gran profundidad histórica, moral y ética. Sin embargo, aquí no todos los alemanes son malditos o sádicos y, cómo la trama se desenvuelve, nos sorprende. Estamos tan acostumbrados a otro tipo de visión de lo que sucedió en Alemania en los años de Adolfo Hitler que lo que vemos ante nuestros ojos no responde a los estereotipos y clichés que moran en nuestro subconsciente. Sin embargo, no sentí que se insultaba mi inteligencia ni se intentaba nublar mi sentido del significado de las persecuciones en el estado nazi. Ni trató de borrar la complicidad silenciosa de una parte significativa del pueblo alemán en el genocidio y el asesinato. Tampoco distorsiona, como lo hizo la sobre evaluada y, para mí execrable, “Life is Beautiful”, la realidad que tiene que haber experimentado la humanidad perseguida por los nazis. Un campo de concentración nazi nunca debe de ser motivo de risa como lo fue en esa película2Dudo que Hitler y sus asesinos pudieran borrar del todo y del corazón de cada uno de los alemanes el sentido de humanismo que residía en ellos antes de que él comenzara su campaña antisemita y racista. En esta película vemos algo de eso, y el guionista y el director Brian Percival (un director principalmente de televisión cuya “North and South”, una serie en PBS, me encantó, y que ha dirigido varios episodios de la estupenda “Downton Abbey”) han sabido hacerlo sin cruzar la raya que hubiera exagerado la nota.
En eso los ayuda que la joven actriz canadiense que interpreta a Liesel no solamente es bella (sus ojos parecen haber sido recortados del cielo), sino muy buena actriz y que es capaz de participar en escenas que pudieron haber caído en la arena movediza del sentimentalismo barato sin demostrar la más mínima evidencia de tratar de actuar para la audiencia tratando de extraerle lágrimas. Ella está seguida paso por paso por la dulce y al mismo tiempo sólida interpretación del joven actor Nico Liersch como Rudy su amigo y confidente. Igualmente respetable y conmovedora es la actuación Geoffrey Rush como Hans. Su presencia es conducente a la convicción que hay hombres que se crecen bajo las circunstancias más difíciles.
La cinta es, sin embargo, de Emily Watson. Esta actriz que se mueve con facilidad entre el teatro, el cine y la televisión, demostró hace tiempo su talento en “Hilary and Jackie” en la que representó a la chelista afectada por la esclerosis múltiple, Jackeline du Pré. Como Rosa, una mujer endurecida por la época y las circunstancias que vive, Watson es el epítome de la eficiencia y la rectitud, características que usa para sostener a su precaria familia junta y a resguardar a un refugiado que lleva la muerte consigo. Imperiosa, racional, audaz y sin miedo, su Rosa es lo que esperamos de una alemana calvinista, pero su corazón no tiene otra religión que la bondad y la valentía. Ella solita vale el precio de la entrada.
- Que no debe confundirse con la más famosa quema de libros en Berlín y otras ciudades el 6 de abril de 1933 y que en esta película juega más bien un aspecto alegórico y un elemento indispensable de la trama. [↩]
- Parodiar a Hitler como han hecho Los Tres Chiflados (the Three Stooges), Chaplin (“The Great Dictator”) y Mel Brooks (“The Producers”) es otro asunto y, sí, gracioso. [↩]