“The Dark Knight Rises”: agendas escondidas
Este verano las películas de súper héroes han dominado la taquilla con ventas que sobre pasan el billón, en Estados Unidos nada más. La lista la encabeza Marvel’s The Avengers, pero The Dark Knight Rises puede que la alcance. Tal vez hubiera sucedido de no haber sido por el tiroteo mortal en el cine de Colorado, en el que alguien demente pudo, porque tenía armas de asalto, matar y herir a muchos, y eso mantuvo a la gente alejada del filme.
No es para tanto. Esta película tiene violencia, pero no mucha más que otras de esta temporada o de otros tiempos. Pero lo que si tiene, es unos mensajes ocultos en un guión complejo, que esconde una serie de posturas ideológicas que me parecen confusas.
El villano de esta vez, Bane, es un monstruo humano con un físico que hace ver a Batman como un incapacitado, a pesar del traje que exagera los músculos del súper héroe. Es curioso que ese personaje, que apareció por primera vez en un cómic en 1933, haya conseguido su fuerza usando un esteroide llamado “Veneno”. La visión de Bob Kane, creador de Batman no se debe de menospreciar. La denuncia de Kane de los esteroides como veneno antecede la investigación en el béisbol, que es de este siglo, por casi setenta años. (Bane no juega pelota, aunque es partidario del fútbol.) Mucho menos se puede descartar cuando a Rush Limbaugh se le revolcaron las dos neuronas que tiene, y dijo que era una conspiración de Hollywood para denunciar los negocios de Mitt Romney en la compañía Bain. Pero en ese respingo de Limbaugh está claro que vio (o le contaron) que la película tiene alusiones a las arbitrariedades de los ricos hacia el resto de la humanidad.
Kane no auguró la llegada de Mitt, pero los guionistas Jonathan Nolan y su hermano menor Christopher Nolan, el director, tal parece que lo tienen en mente. Los Nolan son dos hombres talentosísimos y son responsables de la predecesora (“The Dark Knight”, 2008) de la película que nos ocupa, que es, sin duda, la mejor película de este género que se ha filmado hasta ahora, y, además, de “Insomnia, (2002), “The Prestige” (2006) y, en particular, de “Memento” (2000), una película revolucionaria en su técnica narrativa y en sus postulados sobre qué es la memoria y de cómo es el pasado y el presente, sin recurrir a efectos especiales. Esos los usó Christopher Nolan a un nuevo nivel de eficiencia tecnológica y profundidad visual en “Inception” (2010). Esta última película comparte con la que discutimos su trama laberíntica y los enredos emocionales de los personajes que se acentúan de forma impresionante con los cortes y cambios de escena que el director usa para acentuar el suspenso.
Pero, a pesar de la espectacularidad de los efectos especiales en “Rises”, lo más interesante es la posible agenda (como dicen hoy en día) que impulsan los Nolan, que requiere bastante concentración por parte del espectador. Para comenzar, está el tema de la manipulación de la verdad por parte de las autoridades y la creación de falsos héroes para mantener contento al público. Se hace clara referencia a la corrupción corporativa y a la avaricia de los jefes de Wall Street, la colusión entre “maleantes” y las corporaciones, y el enjuiciamiento de los ejecutivos por una corte “popular” que encabeza Jonathan Crane, personaje que encarna, con ojos de ácido sulfúrico, el escalofriante Cilian Murphy.
Sin embargo, existe una confusión en la presentación del porqué se están ajusticiando estos hombres que han saqueado los bolsillos de los incautos a quienes han engañado, y no se separa la criminalidad de los jueces de la de los enjuiciados. La tesis parece ser que sólo los criminales anárquicos podrían someter a los bandidos de Wall Street a pagar (con su vida) sus delincuencias.
Mientras tanto, Bruce Wayne/Batman (Christopher Bale) está maltrecho. Tiene rodillas sin cartílagos para amortiguar sus saltos y caídas, y un montón de dolamas, y está tan distraído por la muerte de su enamorada en la última película, que deja que Selina Kyke, en su encarnación como Catwoman, le robe, no solo un collar de perlas que fue de su madre, sino sus huellas, que las quiere para algo verdaderamente funesto. Peor aún, se pelea con Alfred (Michael Caine), su mayordomo fiel e indispensable. Todo esto porque se ha retirado y, en el fondo, está aburrido, por lo tanto se ha convertido en un ermitaño billonario, o sea, un Howard Hughes cualquiera.
Pero su encuentro con Selina/Catwoman, y lo que escucha que está sucediendo en Gotham City de parte de John Baker ( Joseph Gordon-Levitt) un policía que lo admira (y cuyo nombre real es Robin… humm) lo hace regresar a la batalla por la ciudad y enfrentarse a Bane.
Christopher Bale (Wayne/Batman) es siempre interesante, pero el retiro y su angst lo han hecho un aburrido, tanto así que no le hace mucho caso a los avances de Selina ni tampoco, algo verdaderamente imperdonable, a las movidas de Miranda Tate (Marion Cotillard). La Cotillard lo mira con esos ojos hermosos que son verdes o jade, y uno concluye que Batman ha perdido algo más que cartílago.
La película es de Ann Hathaway, aún tamaño cuatro, quien ha sido derramada en el traje de vinil negro que es el disfraz de Catwoman, y cuyos labios, rojos como una manzana, piden por lo menos un beso. Pero es ella, la que al fin y al cabo, besa a Wayne.
Tom Hardy como Bane parece que sí está usando “Veneno”: es una montaña de músculos quien, con trucos de cámara parce más alto que Batman (Bale es dos pulgadas más alto que él). Pero la amenaza que nos debe de trasmitir el personaje está limitada porque el actor tiene que usar una máscara que le cubre casi todo su rostro, y termina siendo un Darth Vader que compra ahora sus caretas en Marshall’s.
No soy de los que cree que el cine incita a la gente a matar y a la violencia. Si uno lo piensa con profundidad las películas han sido violentas desde hace mucho, pero la gente no se ha estado matando más por ellas. “Rises” es violenta pero no es una película tan excitante como su predecesora. Para mí que Batman se puede tomar un buen descanso para que piense en Catwoman.