The Great Wall
La belleza de esta película es extraordinaria porque se ha filmado en un lugar hermoso (Qingdao) y porque no se ha escatimado en los vestuarios de los ejércitos ni en los platós que semejan los interiores de la muralla china. La trama es bastante sencilla y, aunque uno no sabe de minuto a minuto qué esperar, intuimos el final.
William (Matt Damon) y Tovar (Pedro Pascal) son parte de un grupo de mercenarios que andan por la China buscando pólvora negra (el invento del momento). Es el tiempo de la dinastía Song (circa 1100 DC) y están unas millas al norte de la muralla perseguidos por bandidos. Se salvan de la persecución no sin antes haber tenido un encuentro escabroso con un monstruo que mata el resto de su patrulla. William le corta una mano al animal y se le lleva consigo como evidencia del “peor tipo de encuentro”. Al otro día, aún perseguidos por los bandidos, los salva y los apresan el ejército asignado a proteger la muralla de los invasores.
En la época eran los mongoles los que querían invadir desde el norte, pero en la película resultan ser los monstruos llamados Tao Tei, que supuestamente cayeron en un meteoro verde (por eso son verde y tienen sangre del mismo color) supuestamente enviados por un dios que quiere castigar al emperador por sus desmanes. Son de un poderío inimaginable, pero responden y están controlados por el sonido que emite “la reina” con un órgano que parce una peineta. Con ella también detecta dónde está cada uno de sus “hijos”. Estos son los que le dan de comer y, en hacerlo, se mantienen vivos: dependen de sus sonidos para su fuerza y movilidad. Los efectos especiales que adornan las batallas, la animación de los monstruos y los encuentros con estos seres son terroríficos.
Es imposible, en estos días de locuras diarias que amenazan el bienestar en el mundo, no asociar cualquier muralla con la que se proponen construir entre Estados Unidos y México. Este filme de gran colorido en el que el sonido es manipulado como si fuera un personaje (después de todo de eso depende la reina) no puede dejar de verse, en parte, como alegoría de que las murallas no pueden excluir a nadie por mucho tiempo. Eso la sabíamos de los sitios de ciudades y castillos en la edad media, del fiasco que fue la línea Maginot que en Francia se construyó después de la primera guerra mundial para no permitir el paso de alemanes y, sin embargo, a Paris llegaron en el 1940. También lo sabíamos de la mismísima gran muralla: los Manchú la cruzaron varias veces. En la película, los Tao Tei , como ha pasado en los ejemplos que he dado, se buscan una forma alterna para cruzarla. Sin duda que ha de ser lo que hagan los migrantes de Mesoamérica que quieren entrar a los EE. UU.
Hay que reconocer la magnífica dirección de Zhang Yimou que es capaz de movilizar con coherencia cientos de extras y varios actores con gran fluidez y acierto. Tanto así que hace del material finito uno que se puede disfrutar sin tener que pensar mucho durante la duración de casi dos horas del filme. Las actuaciones están subordinadas a la acción y las luchas, pero Matt Damon siempre da lo mejor que puede y está acompañado de Pedro Pascal, quien es gracioso y muy competente. En un papel importante pero secundario, Willem Dafoe como Sir Ballard, tiene sus momentos traicioneros y siniestros.
La película toma prestado de “World War Z” (reseñada aquí 4 julio 2013) en la forma en que las masas de Tao Tei invaden y tratan de escalar la muralla; de “Aliens” (1986) y de “Starship Troopers” (1997) y la idea de una reina controladora, que en la última mencionada era el “Brain Bug” que comandaba los otros aracnoides que habían aprendido a batallar como los humanos. Es curioso que la invasión la termine un tipo que habla inglés sin acento (de hecho, con acento americano) que anda con uno que habla español con acento chileno (no estamos seguros de la procedencia de William ni de Tovar). Como para la época de los Song no había chilenos ni americanos, presumimos que estos dos también llegaron a la China en meteoro.