The Hundred-foot Journey
Hoy día ser un jefe de cocina (chef) famoso significa tiempo en la televisión y dinero. Sin duda, la pionera en los Estados Unidos fue Julia Child, y aunque hubo otras y otros antes o concomitantemente con ella, sus programas televisivos le dieron la vuelta al mundo y trajeron las peripecias de la cocina a cualquier hornilla, en cualquier casa. Comer bien es un gusto común, de modo que no nos sorprende que a todos les guste. La diferencia, sin embargo, es lo que ocurre cuando uno se topa con un plato que estimula el olfato, apela a la vista y enamora el paladar. Eso es lo que hace un gran jefe de cocina. Preparar algo que resulta sublime y satisfaciente a la persona que aprecia el buen sabor.En esta película hermosa, graciosa y romántica, el menú nos brinda los ingredientes perfectos para pasar un par de horas de deleite.
El aperitivo es una breve historia de por qué y cómo una familia india de Mumbai emigra, primero a Londres, y eventualmente, por un giro del destino atribuido a los dioses, a Francia. Papa, el patriarca de la familia (el excepcional Om Puri) es obstinado y valiente, y se lanza a establecer un restaurante indio frente a frente a uno francés ya galardonado con una estrella Michelin. Si alguien no lo sabe, tener una de esas, otorgadas por inspectores que evalúan la excelencia y la consistencia de la comida, pone a un restaurante en un nivel que muy pocos pueden alcanzar. Tener dos es extraordinario; tres, el Nirvana culinario.
La ensalada consiste de traer a una aldea francesa no muy lejos de la frontera con Suiza tres hombres, una mujer y dos niños hindúes a vivir al cruzar la calle del restaurante de una mujer que se cree que es la Marianne original y, aunque tarda un poco en ponerse el gorro frigio y exigir libertad, igualdad y fraternidad, cuando llega el momento de hacerlo lo hace con gracia y aplomo. Madam Mallory, la altiva dueña del establecimiento con la estrella Michelin es Helen Mirren, de modo que uno sabe que la ensalada tiene un aderezo imposible de resistir. La obsesión de Madame es, por supuesto, conseguir tener dos estrellas para su establecimiento.
El plato fuerte de este menú incomparable es la belleza de la cinematografía de Linus Sangren, sobre una base literaria provista por Richard C. Morais, el autor del libro del mismo título, y el guionista Steven Knight, que ha sabido no añadir demasiada azúcar a la salsa. La salsa batida por la mano ligera del director Lasse Hallström es la interfase entre los distintos métodos de actuación de Mirren y Puri y las escenas de acción que giran sobre la imprescindible presencia del fuego a través del filme, sin cuya existencia no habría cocina. Acompañan el plato principal unas verduras muy francesas personificadas por el alcalde del pueblo (Michel Blanc) y su mujer (Shuna Lemoine), que son tan frescas como los higos que aparecen en una escena en el plato del omnívoro alcalde.
Para completar hay un soufflé que consiste en el romance diáfano entre el joven jefe de cocina Hassan (el hijo estrella de los emigrantes) y una aspirante a jefe de cocina, la bella Marguerite (Charlotte Le Bon), que hace de la búsqueda de hongos comestibles el nuevo foreplay. Además, un sabio pre-romance entre Madam Mallory y Papa se circunscribe a una lucha mano a mano por una botella de champaña y dos vueltas al compás de un vals entre los dos aspirantes al amor.
Todo tiene la levedad de una de las mejores comedias de Ernst Lubitsch y, a menudo, los diálogos poseen los mordiscos necesarios para poder engullir con gran placer irónico esta delicia. Hay unos breves instantes en los que temí una voltereta al serio problema de la emigración y el derechismo xenófobo francés de la actualidad. Es un tema importante pero que tendría que estar en otra película. Nuevamente, el jefe de cocina Hallström siguió batiendo la salsa incorporando esa especia para ponernos al tanto sin ponerse latoso y pastoso, y dañar este guiso exquisito. Una escena maravillosa demuestra cómo una distancia de 100 pies puede parecer un largo camino migratorio a otro mundo lejano y desconocido. Diría que es el momento simbólico cumbre de la película.
Si van a ver este filme con el estómago vacío saldrán corriendo a buscar algo para llenarlo. Si van comidos, las consecuencias pueden ser abrumadoras en la próxima comida. Están avisados. No se la pierdan.