The Mule: cosas escondidas
Como director de la cinta, Eastwood logra en corto tiempo decirnos mucho sobre su personaje y darnos una idea de qué es lo que lo hace un picaflor a los noventa años: es un charmer. Al mismo tiempo tiene inclinaciones altruistas que le devengan más atención de la gente con quien se relaciona. Atribulado por la soledad y la carencia, Stone se presenta al lugar que le han dicho y se convierte en una “mula”, llevando drogas a distintos lugares. Recibe a cambio paga que, como podemos imaginar, va más allá del esfuerzo, aunque no del peligro.
Eso —el peligro— es precisamente la debilidad del filme como drama, particularmente sobre el trasiego de drogas. Mucho menos percibimos que se cierna sobre nuestro antihéroe una amenaza. Cuando ese es el caso, las circunstancias nos telegrafían que nada ha de suceder. Sí, hay momentos de alguna violencia, pero Stone se escapa con algunos rasguños y con algunos moretones, pero más nada. Por supuesto, concluimos que debe de haber sido así para el personaje original, ya que vivió para contar su historia, y me pareció buen juicio que el guionista no se inventara historias pasajeras de tiros y asesinatos.
Lo que impresiona es que Eastwood sostiene la cinta con su actuación como “la mula” más encantadora en la historia del cartel de Sinaloa. Hasta los sicarios caen en su red de simpatía. A veces le dicen El viejo (de paso, ¿qué hace Eastwood, que tiene 88, representando un viejo de 90?), otras Tata, siempre con hilaridad combinada con admiración: es la mula más exitosa del Cartel, y mueve kilos de droga como si fueran los lirios que una vez vendía o las pacanas que siempre lleva en el cajón de su SUV para disfrazar sus intenciones. A veces, se pasa de la raya con sus manejadores y hace cosas que ellos detestan, pero esas variantes son parte de su éxito porque nadie puede estar seguro de sus rutas ni de sus puntos de contacto.
Colin Bates (Bradley Cooper), un agente de la DEA está investigando las entregas de drogas en Chicago (el vecindario de Stone) y poco a poco se va acercando a la mula estrella. Stone, como lo hizo el personaje de Robert Redford en “The Old Man and the Gun”, establece una conversación con el agente en un come y vete. Uno intuye que se está cansando de su trabajo. Eventualmente, viola todas las leyes de los traficantes cuando, con un cargamento millonario en el baúl, se va a ver a su mujer moribunda, Mary (Diane Wiest). Para entonces, el DEA ya sabe qué tipo de SUV conduce y por dónde ha de transitar, y se dan a la caza.
Antes de eso hemos visto porqué los traficantes han perdido la paciencia con Stone. Latón (Andy García), uno de los jefes del cartel, ya no lo es, y el nuevo mandón es un matón, y no tolera que sus mulas se salgan de la rutina. Eso le añade la amenaza física a Stone y comenzamos a preocuparnos un poco.
Clint Eastwood ha ganado cuatro Oscar, aunque dos de ellos (mejor película del año y mejor director por “Million Dollar Baby”) no me parecieron merecidos, y sus películas, como toda la obra de un director prolífico, fluctúan en su intensidad y su impacto artístico. Ha sido nominado como actor dos veces sin ganar. Sobre esto (porqué ha perdido) ha hecho comentarios racistas. Sabemos que siempre ha estado a la derecha en el espectro político, y sus cuasi fascista serie de Dirty Harry, excitante como fue, da testimonio al respecto.
En este filme, hay dos escenas que hacen referencia a las situaciones racistas de los Estados Unidos. Pasan el politicallycorretómetro, en particular el intercambio entre Stone y una familia de color. En otra defiende a dos latinos. Pero, esperen: los dos latinos son mexicanos traficantes que han cruzado la frontera. Stone los llevó a un restaurante (los mejores sándwiches de cerdo en hilachas en el mundo, dice) donde todo el mundo mira a los dos mexicanos como si fueran monstruos. Lo son pero allí nadie lo sabe. Stone, que es un criminal, los defiende de un policía hostil y prejuiciado, que los deja quietos porque el defensor es blanco. Pero, ¿está aliviando el prejuicio que hemos visto poco antes, o está confirmando que los que pasan la frontera (aún legalmente) son traficantes y asesinos que se conectan con otros, aunque sean blancos? Esa ambigüedad me fastidió, pero la actuación del viejo es una de sus mejores y, como dije, la cinta es muy graciosa a veces (una escena en la que el DEA detiene a un inocente en la carretera, porque su SUV se parece al de Stone, vale el precio de admisión). Lo que sí sembró la pregunta más existencial en mí fue, ¿por qué Mary se muere con los espejuelos puestos sobre su máscara de oxígeno?