The Theory of Everything
Esta película, basada en un libro de su primera esposa Jane Wilde (Felicity Jones), narra los primeros años de Hawking (Eddie Redmayne) en la universidad de Cambridge, el desarrollo de la enfermedad que lo aflige desde que tiene 21 años, y su romance.
La primera parte de la película trata sobre su interacción con los profesores Dennis Sciama (David Thewlis) y Roger Penrose (Christian McKay), quienes fueron los primeros en reconocer la brillantez de su famoso estudiante, y es fundamental para apreciar la maravillosa transformación de Redmayne en el Hawking que hoy nos es familiar a través de retratos y videos de entrevistas.
Redmayne es un actor fácil de apreciar pues tiene gracia y simpatía innatas y, además, se mueve sin esfuerzo de la comedia al drama cuando es necesario. Uno percibe que es un actor intuitivo pero de gran sensibilidad y conocimiento (es graduado de Eaton y de Trinty College en Cambridge). Haberlo escogido para el papel de Hawking es un logro de los productores y el director James Marsh. Sorprende que Redmayne pueda imitar casi todas las circunstancias físicas de Hawking con precisión clínica pero sin dejarnos ver los esfuerzos que tiene que haber hecho para lograr mantener el cuerpo en la posición a la que está condenado en la vida real el famoso físico matemático. Claro que hay cortes y edición del pietaje, pero en varias escenas uno puede apreciar y maravillarse del logro físico del actor. Es particularmente impresionante cómo mantiene la expresión de su rostro, y posiciona pies y manos, para representar los estragos de la esclerosis amiotrófica lateral (la enfermedad de Lou Gehrig) que ha entorpecido una carrera meteórica.
Igualmente inspirada fue la selección de Felicity Jones para representar el primer amor de Hawking. Jones tiene un rostro juvenil y apacible que resalta el contraste con la máscara en la que se va convirtiendo su esposo en la cinta. Asimismo, la suya es una actuación que transmuta de un amor absoluto a una liberación emocional de la circunstancia irreparable que es la enfermedad de su marido. El cambio mental de ella va progresando un poco más lentamente que el cambio físico de su esposo y, con gran sutileza, Jones refleja el momento en que ya no puede sostener el peso de la carga . Es uno de esos momentos en el cine que dura unos segundos pero que uno aprecia por su capacidad de transmitir una emoción sin que se recurra a gestos exagerados e histriónicos. Aunque la situación de Jane y Hawking se presta para pasar juicio sobre la moralidad de ella, no creo que nadie pueda hacerlo sin comprender, por no haberlo experimentado, lo que esa situación debe haber sido.
Básicamente, el filme es un drama romántico de lo que le sucede a un científico famoso como consecuencia de una enfermedad. Su interés es que se trata de Hawking. Se pudo haber creado una situación parecida con alguien que no fuera notable y lo que resaltaría de la película serían las actuaciones. En ese caso, tal vez, pocos querían ir a verla. Desde el punto de vista cosmológico, en el filme no hay una nueva revelación sobre el universo que nos inspire o nos transporte a entender sus confines. Lo que nos hace ver la cinta es que aún alguien tan valioso como Stephen Hawking es vulnerable a las vicisitudes de la vida y que la inteligencia y la fama no protegen de las enfermedades y del abandono. De una forma sutil, sin aspavientos ni sermones, ese es el mensaje principal de esta película agradable.