Three Billboards Outside Ebbing, Missouri: Una joya
Mildred Hayes (Frances McDormand) está frustrada porque hace siete meses que nadie es sospechado, mucho menos arrestado, del ultraje de su hija “según moría”, una frase que habremos de escuchar con frecuencia en el filme y que proviene de los informes forenses sobre la víctima. Hayes descubre tres carteleras en una carretera poco usada que conduce a su pueblo y las alquila para poner su desquite por la lentitud de la pesquisa. En ellas, parcamente pregunta qué hace el jefe de la policía Bill Willoughby—el sheriff— sobre el crimen. Por múltiples razones sentimentales la gente del pueblo sale en defensa del oficial (Woody Harrelson) y antagonizan a Mildred por su falta de “delicadeza”.
Cuando uno cree que el filme ha de ser sobre la investigación y el apresamiento del culpable, este toma un giro genial, gracias al estupendo guión y la dirección hábil y certera de Martin McDonagh, quien crea un análisis de las intrigas y las debilidades de un pueblo pequeño en el que aún se cocinan muchos de los prejuicios y las malas mañas del pasado.
Hay varios miembros de la comunidad que entienden el gesto de Mildred pero que repudian que haya tratado públicamente a Willoughby sin el respeto que creen que el jefe se merece. En particular, un policía llamado Jason Dixon (Sam Rockwell) se siente ofendido por la falta de respeto que le parece el arrojo de Mildred y el atrevimiento de la agencia que le alquiló las carteleras hacia la policía en general y hacia su jefe en particular. La pugna entre la policía y Mildred se agudiza y el jefe se da cuenta que tiene, según él mismo dice, una guerra sin cuartel en sus manos. Mucho de lo que ocurre es imposible de contar porque le quitaría cierto sentido de misterio y suspenso a la cinta, pero les aseguro que la trama es secundaria al impacto del filme.
La cinta se convierte en un examen de las vejaciones que pueden surgir de la ignorancia, de la falta de respeto por otros, y por la minoración de los sentimientos de otros. Charlie (John Hawkes) el exmarido de Mildred es un abusador, un tema que se trata de forma directa según la película se va poniendo cada vez más negra, más violenta y sorpresiva. Así también las vetas subversivas de Dixon, su madre y sus amigos en la policía. El prejuicio se derrama también sobre James (Peter Dinklage) un enano vendedor de autos usados que vive en el pueblo. Lo peor, sin embargo, es que Mildred y sus amigos comienzan a recibir amenazas, no solo de los que conocen, sino de desconocidos impertinentes y horríficos.
La venganza física nunca es la mejor forma de obtener justicia. El filme explora esa situación desde varios puntos de vista y revela que muchas veces recurrir a la fuerza satisface al vengador, pero que el goce no dura mucho y que invariablemente hay retribución por los actos. También mira cuidadosamente las hipocresías que el “respaldo” de lo que aparenta ser obvio ocasiona. Por supuesto que uno conmisera con la madre de la asesinada, pero es mandatorio, según la “mayoría” que esta sepa su lugar y no se pase de la raya, después de todo es una “mujer maltratada y divorciada”.
Todo lo que sucede nos dice algo sobre la vida del pueblo, además transmite perfectamente qué y cómo piensan sus ciudadanos. Esto es el resultado, en gran parte, del grupo excepcional de actores que ha sido convocado por el director. Los actores de reparto contribuyen actuaciones perfectas en sus papeles que sirven para crear la red que sostiene la existencia de un pueblo que podría ser muchos en el sur y el medio oeste norteamericano, particularmente hoy día. La señora Dixon, la madre de Jason, representada por la genial Sandy Martin, lleva la relación entre madre e hijo soltero a un nuevo nivel de ironía, respaldo sarcástico y asesoramiento conducente al machismo. Sus actitudes anclan parte de la vida de la mujer madura que es soltera, viuda o divorciada en la soledad y la dependencia. Caleb Landry Jones, quien es Red Welby el vendedor de la agencia publicitaria que es dueña de las carteleras, es un cobarde para quien el negocio viene antes que nada. Si le pagan lo hace. Pero en su momento nos deja saber que es un hombre bueno, y que sabe perdonar. John Hawkes es odioso y resbaloso vomitivo como Charlie el exmarido abusador de Mildred, y es el perfecto hombre inseguro que necesita estar con un mujer a quien domina completamente. Su novia Penélope (Samara Weaving) es un adolescente tonta e inmadura, pero nada la incomoda ni la saca de su condición de niña-mujer seducida por un abusador. Como siempre, Peter Dinklage contribuye con su capacidad de hacernos olvidar que es un enano al mismo tiempo que nos lo hace muy evidente. Lucas Hedges como Robbie el hijo de Mildred es todo sabiduría precoz y amor por su madre. Cada uno de estos actores tiene su momento distinguido en el filme y nos dan una idea de la dinámica en el pueblo que tiene que escoger entre Mildred y el sheriff.
Como el sheriff Willoughby, Woody Harrelson es una mezcla de marido y padre amoroso, policía que quiere hacer lo mejor posible en su trabajo, y un modelo comunitario para los que admiran su trabajo. Sus escenas cumbres están marcadas también por su capacidad para hacerse simpático y gregario. No me sorprende que Sam Rockwell sea una fuerza dramática deslumbrante en este filme. Rockwell ha estado en muchas películas, pero los que lo han visto en “Moon” (2009) y en “The Way, Way Back” (2013) saben que es un actor con una amplia capacidad, tanto para el drama como la comedia. Aquí es un tonto infantil y prejuiciado que lleva placa de policía y que comete una serie de estupideces que culminan en encontrarse a sí mismo y demostrar que dentro de él vive un hombre.
Lo que nos trae a la gran Frances McDormand. Su Mildred es dura como el granito, tierna como un gatito (con uñas), desafiante y sin miedo. Dice lo que piensa y, en algunas escenas, nos deja ver a través de sus gestos, lo que piensa hacer. Su relación con su hija, su hijo y su exmarido es la de una mujer que vive asediada por el abuso, pero que ella ha aprendido a controlar hasta cierto punto para poder continuar su vida. McDormand nos va preparando para la escena cumbre del filme dejándonos ver que es capaz de agredir si ve intenciones de agredirla a ella. Su actuación, me parece, sobrepasa la de “Fargo” (1997) lo que augura premios futuros.
La moraleja de la película es que aún los más descarrilados tienen bondad en su corazón y que el perdón siempre es mejor que la venganza. Este es un filme superior que nadie se debe perder, además hay que ver a McDormand y Rockwell al tope de sus destrezas.