Todo lo que no acontece igual
Tato es vecino de Los Robles, compañero de elevador, experto en conversaciones de 42 segundos de duración sobre lo primero que le venga a la cabeza. Me hace reír.
Tato es poeta Nuyorican. Era. Compañero de mis horas a solas entre libros. Experto en el verso rítmico, musical. En las pequeñas puyas versadas contra el establishment político-cultural de Puerto Rico y Estados Unidos. Capaz de destruir al imperio con un acento sobre la i (ver AmeRícan). Un súper-héroe, nada menos. Murió como mueren los escritores en las películas. Cuando la muerte es el desenlace, las películas de escritores son verídicas aunque sean ficción. Historias de pobreza y enfermedad. De vidas dedicadas a los libros. A las y los que leen libros.
Tres de los hombres más importantes en mi vida se llaman Tato. Es una afirmación hiperbólica. No conozco a un solo Tato que no me haya hecho sonreír por al menos 42 segundos de mi vida. Es una afirmación en extremo fiel a la realidad. En 42 segundos uno lee un poema. En 42 segundos mi vecino llega a su piso y se despide. En 42 segundos el compañero de mi mamá recita un poema mío, sonríe sin comprender y le dice que la ama.
Tato es poeta. Los tres.
Yo quisiera ser Joan Didion para enviudar y escribir un libro maravilloso. 7:14pm, llueve. California, 1970, cuenta Didion que nos contamos historias para vivir. Esto es décadas antes de la muerte de su esposo. Joan Didion no miente. Exagera. Inventa. 7:19, le doy de comer a mis perros. Lo menos que me gusta de mis perros es cuando piden comida a la mesa. Su esposo también era escritor. ¿Habrá dejado de contar historias? 7:22, ya vienen a pedir, ¿historias? Me siento a comer en el piso con ellos.
Yo sería un viudo perfecto.
Estoy extrañamente conmovido por la música en la barbería en la mañana de hoy. Actually, es un salón de belleza. A mi barbero (mi estilista) le provoca curiosidad y desagrado mi reacción: “Nene, ¿qué es lo tuyo? Si entrar aquí es como entrar a una sucursal del Popular, que siempre tienen el especial de navidad en los televisores. De hecho, eso que suena es el disco del especial del banco…de hace dos años.” Tiene razón. No obstante, siento que estoy a punto de llorar. Referencia obligatoria: Neruda. Lectura obligatoria: el periódico en la canasta a mis pies. Titular: “¡Hasta Cuándo!” Es un reportaje acerca de una mujer muerta por una bala perdida. Cada vez que leo/escribo/escucho la palabra “perdida” siento muchas ganas de gritar “¡La encontré!” Al sentarme en la silla de barbero, justo antes de guardar el celu en el bolsillo, leí un status de Facebook: “la custodia de un jardín de ceniza y muerte.” Supongo que es la frase (el verso) lo que me tiene triste. Había traído conmigo para leer Don’t Let Me Be Lonely de Claudia Rankine. Digamos que no es el libro más feliz para leer en la barbería. Mi estilista se molesta conmigo cada vez que me refiero a su lugar de trabajo como “la barbería.” Me ofrece un Kleenex para las lágrimas. “Podría haberlas atrapado con el filo de la tijera al caer, pero no quiero que te me desmayes aquí.” En la portada del periódico, la mujer muerta por una bala que traspasó una pared de madera en su residencia aparece en una foto sonriendo junto a una reja de balcón. Considero alcanzar el periódico. Considero abrir mi libro. Considero gritar: “¡La encontró!” Cambian la música. Algo instrumental tipo oficina/elevador/tiempo de espera en línea. Siento que no tiene ningún efecto sobre mí. Referencia obligatoria: Indestructible, de Barreto. Lectura obligatoria: Tengo que dejar de leer.
Muere mujer con siete meses de embarazo “atacada a tiros por su pareja” en un lugar llamado Matón Arriba. Google search para el Barrio Matón Arriba en Cayey, resultados: 961 habitantes, propiedades para venta y alquiler, parque de pelota. Cayey fue fundado en el 1773. Los intentos para salvar la vida de la criatura en gestación fueron “infructuosos”, según el reportaje. Definición: que no produce ningún provecho. La mujer tenía 23 años. ¿Cuánto provecho puede producir una persona en tan corto periodo de tiempo? ¿A los 23 años de la fundación de Cayey, Cayey era qué? No es ni el tiempo mínimo requerido para uno convertirse en una estrella del rock y morir. El nombre del hombre que la mató es Sandy. La búsqueda en Google produce resultados relacionados al paso de un huracán. Las imágenes son de destrucción.
Encontraron el cuerpo de un hombre, baleado y parcialmente quemado. No recuerdo dónde. Lo acabo de escuchar. ¿Habrá sido en Cataño? ¿Trujillo Alto? En Trujillo Alto, el alcalde se opone al proyecto 238 debido a sus creencias religiosas. Hace unos minutos le dieron seguimiento a la noticia de un secuestro en Río Piedras. ¿Cupey Bajo es en Río Piedras? Recuerdo que el nombre del colmado propiedad del individuo secuestrado era algo así como La Simpatía. Estoy mezclando historias. Historias no, titulares.
Noticia de un Secuestro es un título de libro. El Ahogado más Hermoso del Mundo es otro por el mismo autor. ¿Quién rayos escribirá los libretos para los programas de noticias? Michelle Rodríguez escribió un hermoso poema acerca del cuerpo muerto de una mujer en Río Piedras. En el poema, la poeta no se atreve a mirar a los demás a la cara por no ver el blanco de sus rostros, en el sentido de tiro al blanco. Para matar habrá que mirar los rostros de los demás como latas, botellas colocadas sobre un muro. Las prácticas de la destrucción.
Yo me imagino al alcalde de Trujillo Alto practicando sus discursos de odio frente al espejo. Luego se arrodilla a orar con un ojo entreabierto para admirarse en pleno acto de adoración a dios. El hombre tenía récord criminal. Me refiero al hombre cuyo cuerpo encontraron baleado y parcialmente quemado. ¿A quién le tocará adorar su cuerpo? Las prácticas del dolor. Apenas es noticia.
Yo no me imagino capaz de mirar al alcalde a la cara por miedo a divisar un blanco. No sabría cómo reaccionar. Intento practicar la simpatía a diario. ¿O era la empatía? No sé qué me provoca el poema de Michelle. Dice así: “No puedo mirar/ a nadie/ a la cara./ Temo reconocerlos como el blanco/ leerles encima/ la fecha de su muerte.” Lo leo una y otra vez para destruir el dolor, mas me duele su destrucción.
“¿Y esos ojos hermosos?” Se refiere al perro, no a mí. “Mi única perrita murió el día que murió Roosevelt. Yo tenía cinco años. No despertaba, así que cogí una latita, la llené de piedras para que sonara al sacudirla junto a su oreja. ¿Qué iba a saber yo de la muerte?” ¿Teodoro o Delano?, me pregunto pero eso no viene al caso. Me limito a escuchar hasta que el elevador se detiene en el piso de la señora. “Son verdaderamente hermosos tus ojos,” dice para despedirse del perro.
Tiene que ser Delano, porque si no la doña tendría 99, 100 años. Eso, o acabo de conversar con un fantasma. Pero, qué sabré yo de la muerte. La expectativa de vida de un perro ronda los trece años. Los músicos famosos viven poquito más del doble. Al morir forman parte de un club, Los 27, como la ganga de presidarios. Antes, cuando te encerraban en la cárcel, morías civilmente. Es un concepto legal. Recuerdo que una vez en elemental, un compañerito de clase respondió “prohibido morir” a la pregunta “y tú, ¿qué ley harías?” La maestra cambió el tema de inmediato. Resulta que el padre del niño languidecía en un hospital. Días más tarde nos acomodaron en fila para decirle que lo sentíamos. Años más tarde, en la high, los rockeros de mi clase se amarraron cintas negras en los brazos el día que murió Kurt Cobain. Ridículos, les dijimos. Entre otras cosas.
Hoy pienso que de haber sido rockero también hubiese sentido la muerte de Kurt. Pero yo quería ser cocolo y había otros muertos para llorar. Lo bueno de los salseros es que tardan más en morir. Cantan más canciones. Hacen a la latita sonar. Casi nadie se alegraría por la muerte de un cantor. “Cada cantor es un soldado menos,” Facundo Cabral dixit. A nadie se le ocurriría decir lo mismo acerca de presidentes o ministros. “Nos trató como perros. Hoy murió y estoy contento,” leí que dijo un británico cualquiera sobre Margaret Thatcher. Me alegré mucho por él. Y no lo siento.
Miro a mi perro. De verdad que sí, que son hermosos.
Cada vez que veo un payaso pienso primero en El Cantante de Lavoe, luego en la carátula de su disco Comedia. Entonces empiezo a tararear Payaso de Sammy Marrero con Raphy Leavitt. Tardo unos segundos en darme cuenta de mi error. A lo que voy es que todos los payasos sin excepción me provocan tristeza. Ya nadie quiere escuchar su pregón.
“You might not want to travel down there to work on a sports journal called El Sportivo like Thompson did, but you might want to go down there and drink massive amounts of rum and ride around on a motorcycle.” Se refieren a Puerto Rico. Es una recomendación de destinos turísticos para escritores interesados en escribir durante sus vacaciones. Vivo en Puerto Rico. Comenzaron mis vacaciones la semana pasada. Escribo.
“Now doesn’t that make you want to head right on down to sunny San Juan?” Llueve en San Juan y la quebrada junto al estacionamiento de mi edificio se desborda y tengo que bajar de mi apartamento a mover el carro. Por lo demás, apenas salgo de casa.
Recibo un mensaje de texto: “ Y tú, qué haces?” Contesto “Escribiendo,” aunque lo que quiero decir es “encerrándome.” Pero sé que si contesto como quiero no me escribirán más a preguntar qué hago. Son cosas del destino. Escribe Hunter Thompson que sintió en Puerto Rico en 1960: “a mixture of ignorance and a loose, “what the hell” kind of confidence that comes on a man when the wind picks up and he begins to move in a hard straight line toward an unknown horizon.”
Yo cruzo mi apartamento como si me balanceara sobre una cuerda floja. Es un truco que utilizo para ayudarme a escribir– la sensación de que no importa cuántos malos pasos podría dar en la vida, jamás podría caer. Me fui en un viaje.
Estas vacaciones contestaré todos mis mensajes con honestidad, abandonaré mi carro a las aguas, y no saldré nunca de la casa. Pero si un día hace sol, me tiro par de horas para la playa a encerrarme en otra parte. No sabría qué más hacer.
“Go back to sleep now Frank, and I may leave a tiny poem in that brain of yours as my farewell.” Líneas 72-75 del poema “A True Account of Talking to the Sun on Fire Island,” de Frank O’Hara. Seis cosas para hacer en Fire Island, Nueva York antes de morir: visitar la playa donde murió O’Hara en 1966, leer su poema en la playa, ver el sol caer, tirarme a morir, levantarme, caminar hasta el faro. Joan Didion visitó Fire Island en el 1966, comió sauerkraut (chucrut, en español). “Con esta técnica es muy difícil que te salga mal,” línea introductoria de una receta básica para hacer chucrut crudo fermentado. Igual podría ser una receta para escribir poemas. La mejor técnica para escribir poemas es copiar los de otros. Se alega que Frank O’Hara no le copió el poema al sol, sino que Kenneth Koch escribió el poema y se lo atribuyó a su amigo a manera de homenaje póstumo. Yo copié estos versos hoy a manera de que me dio la gana: “Ya ves, contra mis más ahincadas previsiones, esta ciudad donde todo es posible me ha servido para mostrarme—un poco tarde, es cierto—la sola cosa necesaria.” Seis cosas necesarias para hacer antes de escribir un poema: comer chucrut, morir en el 1966, hablar con el sol, tener un amigo, tener ganas, caminar en la playa.
Mi pelotero favorito es Darryl Strawberry. Jugó para los Mets, Dodgers y Yankees. En 17 años de carrera conectó trescientos treinta y cinco cuadrangulares. Sobre su carrera ha dicho: “cocaína,” “mujeres.” Novato del año en 1983, retirado. Desde entonces ha sido llamado una leyenda en su página de Internet, donde se dedica a Jesús. Sobre Jesús ha dicho: “el poder transformador de Cristo.” Tiene un restaurante.
Punto de información: una “carrera” en béisbol quiere decir un punto.
El menú incluye hamburguesas de pavo y cordero. Nació en 1962. Sobre nacer ha dicho: “estoy orgulloso de estar vivo.”
Mi ídolo.
Septiembre 1969. La canción es Fortunate Son de Creedence Clearwater Revival, inspirada en el hijo del Presidente Eisenhower en el contexto de la guerra de Vietnam. Es una canción de protesta: No será el hijo de Eisenhower quien tendrá que ir a la guerra a morir. Será el hijo de Whoever.
En el 1969, Roy Brown grabó Monón como parte del álbum Yo Protesto. Responde al mismo contexto: A cuenta de qué los hijos de PR tienen que ir a morir a Vietnam. Deben ir los hijos de Whoever.
Ese año nacieron Jennifer López, Jay-Z, Marilyn Manson, P. Diddy. Nació también Jakob Dylan, hijo de Bob. La tercera canción que tocó Bob Dylan en un concierto que ofreció en Isle of Wright en Inglaterra el 31 de agosto de 1969 fue Maggie’s Farm. Dice así:
Well, I try my best
To be just like I am
But everybody wants you
To be just like them
They say sing while you slave and I just get bored
I ain’t gonna work on Maggie’s farm no more.
El hijo de Obatalá. El hijo de Obi Wan Kenobi. El hijo de Biz Markie. El hijo del Marqués de Sade. El hijo de saudade. El hijo de lo acontecido ayer. Ayer aconteció la pérdida de un hijo cualquiera tiene un hijo perdido: el hijo de mi papá. Sus nombres son: Yeyo Lima, Carlos Soto Arriví, Cheíto Cruz, hijo. El hijo del oboe. El hijo de Lavoe. La ‘e’ es silente en el nombre artístico del padre: “Héctor Juan Pérez perdió a su hijo, víctima de un disparo accidental a manos de un amigo del menor.” Su padre se suicidó. En el nombre del padre, Francisco Rebollo López (1938- ), el hijo de su suerte quiso hacerle una canción. La canción es una ‘e’ silente.
“¿Y tú qué has hecho?” Esta era la canción favorita de mi abuelo. Murió en el 1990. Hoy es su cumpleaños. En términos políticos, mi abuelo y yo nos hubiésemos odiado bastante, y con razón. Pero murió cuando yo tenía once años y a mis once años él era un viejo dulce y cariñoso conmigo. A veces me aventuro a pensar en él de otras formas, digamos, como sujeto político de derecha; como representante del estado en tiempos de represión y persecución política. Y me da pánico. Y traigo rápido a memoria la imagen del viejo sobre el colchón. Dulce y duro como él solo. Traigo a memoria esta canción, en su voz profunda y ausente de melodía. Pero la cantaba como quiera. Y así me voy olvidando de lo otro. Y me da pánico otra vez. Y opto por pensar en otra cosa. Lo amaba. Aún.
Quedan: Miguel Algarín, Victor Hernández Cruz, Papoleto Meléndez, Sandra María Esteves. Una alternativa poco divertida es parear poeta con poema. Otra, morbosa pero mil veces más entretenida, es escribir obituarios versados y guardarlos hasta el día en que proceda borrar un nombre de la lista. “Todo poema es prematuro,” acostumbraba decir un don que frecuentaba las noches de poesía en el Nuyorican. “Porque el poema antecede todo conocimiento.” El don no sabía un carajo de poesía, pero escribía cabrón. Vaya manera de probar una hipótesis.
Mongo Affair—–>Algarín
Nuyorican Discovery #23—–> Esteves
A Butterfly in el Barrio—–> Papoleto
Three Songs from the Fifties—–> Hdz Cruz
Murieron: Pedro Pietri, Tato, Miguel Piñero, Louis Reyes Rivera, Frank Lima. Una alternativa es meter todos sus libros en una mochila para cargar de la casa al trabajo inútilmente. Otra es sentarme a leerlos de una sentá. Trazar por sobre las notas y comentarios que copié al margen de las estrofas que más me volaron la cabeza, allá para los tiempos en que casi cualquier estrofa me volaba la cabeza, pues la idea misma de querer leer y escribir poesía me volaba la cabeza. Para ese entonces pensaba que todos ellos estaban muertos. Es lo primero que uno cree saber acerca de la vida de un escritor. Uno, entonces, le dedica un poema sin saber la verdad, de forma prematura. Vaya manera de aprender a escribir.
Por fecha de fallecimiento: Piñero, Pedro, Reyes Rivera, Frank Lima, Tato Laviera.
Por orden de poema recordado al momento: Place I’ve never been, July Hangover, Poem from Amor, My Graduation Speech, Lower East Side Poem.
Por orden de llegada a mi vida: Pedro, Miguel, Tato, Louis, Frank.
Por orden de ¡carajo estoy harto de que las personas mueran cuando apenas comienzo a entender que coexistimos!
(8/26/12-11/7/13)