Tuto Giménez: una mirada a su larga trayectoria
Su vida ha transcurrido entre las palabras: la escrita que alimenta su intelecto y la sonora con la que ha nutrido a un pueblo a través de la máquina infinita de noticias y opiniones.
Es uno de los radiodifusores más respetados y sus análisis sobre política internacional han captado la atención de radioyentes en todo el país durante las pasadas cuatro décadas.
Como hombre de radio, pocos conocen su rostro, ya que raras veces ha dejado que retraten su perfil.
Cuando lo ha hecho, la expresión de su mirada delata una incomodidad parecida a la de Milan Kundera, el escritor checo francófono, para quien la pérdida de la intimidad es la pérdida de todo lo que posee un ser humano.
Su nombre es Alfonso Giménez-Porrata, mejor conocido por “Tuto”, un hombre que nació hace siete décadas en Ponce y ha sido testigo impasible de la historia de Puerto Rico, relator de sucesos noticiosos de gran envergadura y observador crítico de la sociedad puertorriqueña, así como de la nación que surgió tras la independencia de las 13 colonias.
“No me siento cómodo con las cámaras”, dijo de entrada cuando el foco apuntó a su figura para captar la silueta de hombre alto, a modo de obtener información de su lenguaje corporal, antes de que se le formulara una pregunta.
Mas como todo comunicador eficaz y perspicaz, convirtió un curioso interrogatorio en una lúdica conversación.
Y es que la magia de la radio se rompe en gran medida cuando se conoce el rostro del interlocutor, cuando le ponemos a esa voz un avatar para identificarlo.
El sonido del silencio pierde propiedad cuando se destapa el velo, y eso lo sabe bien Tuto Giménez, el hombre que accedió a nuestra entrevista bajo la condición de que no interfiriera con las ondas radiofónicas, es decir, que no se revele todo lo dicho y todo lo pensado.
Esto porque se trata de un gran conversador y, como todo el que practica ese arte con entusiasmo y honradez intelectual, no todo lo que se dice es para ser publicado.
Hechizado por fascinación
Su incursión en el cosmos radial, comenzó a explicar, ocurrió casi por conspiración del destino.
Aunque se confiesa por siempre apasionado de la electrónica y tecnología, fue su padre, don Alfonso Giménez Aguayo, quien como accionista y posterior dueño de la sureña WPAB 550 AM, lo posicionó desde la adolescencia en el lugar y hora exacta para insertarse en la creciente ola de desarrollo de la radio puertorriqueña.
Pero eso no fue todo. También quedó embrujado por la magia que emana del encuentro con los rostros más famosos de la época: un privilegio que se multiplicó hasta la fascinación.
Así conoció -a muy tempreana edad- a comediantes de la talla de Germán Valdés “Tin Tan” y Mario Moreno “Cantinflas”, sin contar la oportunidad de ver actuar en directo a actores y actrices de las compañías de teatro de la Edad de Oro en la industria local.
“Conocí a Tin Tan, a Cantinflas y eso lógicamente tiene gran impacto”, manifestó sobre los comediantes más importantes de la historia de México, quienes estuvieron en los estudios de WPAB en Ponce.
Y no era para menos, ya que estar cerca de Libertad Lamarque y Jorge Negrete era, para un joven en los años 50, el equivalente actual a estar frente a Jenniffer López y Brad Pitt.
Para colmo, WPAB se estableció primero en la calle León de Ponce, antes de mudar los estudios a la calle Villa, y en su primera sede había hasta un Café donde los artistas compartían socialmente luego de terminadas sus presentaciones.
“Allí iban todos los artistas y eso gustaba mucho. La radio tiene una importancia extraordinaria a través de la historia”, resaltó.
En parte, por todo esto, el joven “Tuto” jamás volvió a pensar en aquella idea de querer convertirse en arqueólogo, o por lo menos no tuvo tiempo para volver a hacerlo.
“Yo quería estudiar arqueología, pero tú sabes cómo son los padres y los familiares que le dicen a uno que con eso lo más seguro era que moriría de hambre y son factores que alteran el curso de las cosas”, confesó además, mientras se refrescaba con una copa de cava, sentado en la terraza de su hogar en un boscoso sector de Ponce.
Así pues, Giménez-Porrata se entregó al deseo de su padre y al de su más grande mentor, Luis Antonio “Wito” Morales, quienes junto a otros colaboradores lo convirtieron en testigo de la historia y ulterior pilar del maravilloso mundo de la radiofonía.
Derecho ganado
En medio siglo, Giménez-Porrata ha trabajado como técnico, reportero, entrevistador, analista, gerente y presidente de una de las emisoras más importantes de Puerto Rico, y la de mayor impacto en la región Sur.
Estudió Ingeniería Eléctrica por dos años y medio en Virginia Politechnical Institute, pero regresó a Ponce para finalizar un grado en Administración de Empresas en la Universidad Católica durante la década del 60.
Como gerente, Giménez-Porrata ha sido un innovador que introdujo a la radio puertorriqueña el formato de noticias y tertulias, y por sus manos han pasado desde periodistas de alto talante, hasta celebridades radiofónicas y formadores de opinión pública de gran alcance en la fraternidad mediática boricua.
“La Comisión Federal de Comunicaciones había decidido que se atendieran los problemas de las comunidades. Antes de eso, a principios de la década del 70, las emisoras eran para entretener, la música y los shows de música predominaban y nosotros introdujimos en Puerto Rico el formato de noticias y entrevistas”, confesó.
Esto no sin antes admitir que el resto de los radiodifusores pensaba que estaba loco e, incluso, su propio padre guardaba reservas sobre el proyecto.
El resto es historia.
De cara al sol
Giménez-Porrata también es un radiodifusor que ha visto la evolución de la industria al mismo tiempo que ha visto cómo el carnaval de la política insular ha mostrado sus mejores y peores rostros, sus poses elegantes y grotescas, sus vejigantes policromáticos y los desteñidos.
“Los medios deben cuestionar a los que sostienen el poder, porque si no lo hacen, los gobiernos nunca van a mejorar”, comentó al reflexionar sobre el rol de los medios de comunicación en la sociedad.
Y como persona que dice lo que piensa y piensa lo que siente, recordó tres eventos en los que WPAB tuvo un papel preponderante.
Fueron el establecimiento de los campamentos para haitianos en el Fuerte Allen de Juana Díaz, los asesinatos en el Cerro Maravilla de Villalba en 1978, y el escándalo Shearson American Express, eventos que sucedieron al cierre de la década del 70 e inicio de los 80.
Para esa época, la era del oficialismo radiofónico había llegado a su fin con WPAB, al punto de que el fenecido ex alcalde anexionista de Ponce, Joselyn Tormos Vega, calificó ese esfuerzo de fiscalización periodística como “Radio Moscú”, algo contradictorio, porque esa emisora soviética justificaba el poder, mientras WPAB lo cuestionaba.
Inquisidor innato
Giménez-Porrata es, además, un curioso de la historia que consume a grandes cantidades información sobre los entuertos, complejidades e intrigas de los que ostentan el poder y de quienes aspiran a ello.
Y los datos que no han llegado a su despacho los ha ido a buscar dondequiera que estén, como fue el caso de los documentos de Mason Sears, un ex embajador de Estados Unidos que lidió con el caso de “descolonización” Puerto Rico en la década del 50, pero que se destacó más en África, como uno de los motores que encendió la marcha hacia la independencia de las naciones francesas y británicas.
En sus investigaciones sobre Sears, ha encontrado documentos interesantes y no descarta escribir sobre ese personaje que abogó por el concepto “Pacto o Compact”, sobre el Tratado para convencer a la Organización de las Naciones Unidas de que el caso de Puerto Rico se había resuelto con la ley de autogobierno, pero que en papeles encontrados en sus memorias se descubre que hubiese querido la independencia para Puerto Rico.
“Viajé a Massachusetts para estudiar sus documentos y logré hacer buenas relaciones con su hijo, eso fue hace como cuatro o cinco años atrás pero no he sabido más de él”, relató sobre esa experiencia como investigador histórico.
La vida de Giménez-Porrata ha sido la radio, especialmente desde la adolescencia, cuando fue sumergido por su padre en las profundidades de la tecnología radiofónica y de la que aprendió a dominar como el mejor de los navegantes.
No ha perdido el entusiasmo y continúa contagiando a sus interlocutores con su sonrisa de adolescente y visión de futuro.
En la actualidad, combina sus funciones como radiodifusor con la presidencia del Comité del Sistema de Alerta de Emergencias de Puerto Rico (EAS, por sus siglas en inglés), labor que asume con entusiasmo y gran energía.
Advierte sobre la importancia de este sistema estar bien afinado, máxime tras el paso de la tormenta Irene por los municipios del este y norte de Puerto Rico, hasta convertirse en huracán al salir de nuestras costas para dirigirse al este de Estados Unidos.
Y en eso la radio toma el papel primordial, recalca, porque en caso de desconexión eléctrica, fallas telefónicas, interrupciones celulares, corte de Internet y fallas en la señal de televisión, un radio portátil puede ser la diferencia.
“Todos los medios son importantes, pero la radio puede seguir transmitiendo aún sin servicio eléctrico”, comentó mientras planteaba que la digitalización de los medios llegó para quedarse y mejorarse.
La entrevista fue publicada por La Perla del Sur el 31 de agosto de 2011 y se reproduce con su autorización.