Utuado: una joya de la UPR en jaque
El visitante comienza su recorrido por una finca de árboles nativos de uso agroforestal. Continúa y admira otro predio de árboles frutales -tanto nativos como exóticos- y va comprendiendo su relación con los huertos, hortalizas, cítricos, café y plantas medicinales que allí se cultivan. Su ruta está marcada por una explicación sobre la actividad agrícola humana y su relación con el ecosistema que lo rodea, con un fuerte componente educativo sobre la necesidad urgente de alcanzar la sustentabilidad con el menor impacto posible a la naturaleza, y preservar la nitidez de las aguas y los suelos a través del uso de plantas.
Cuando alcance el área del mariposario abierto, la belleza inefable del lugar ya le habrá sensibilizado sobre la delicadeza del paraje en que se encuentra y su potencial para el desarrollo de vida humana en armonía con su entorno. Tal vez frente a los bambúes de la Quebrada Arenas, se verá sorprendido al descubrir un petroglifo tallado por los indígenas que habitaron el área, previo a la conquista europea. En ese instante, pasado, presente y futuro convergerán en la reflexión del visitante y vendrá en cuenta que se encuentra ante un tesoro.
El visitante no sería parte de esta experiencia científica, educativa y –por qué no- vital, mediante la visita a un parque de diversiones o una reserva natural y cultural en el extranjero, sino adentrándose en los predios que podrían convertirse en el Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico en Utuado.
“Entendemos que el desarrollo de un jardín botánico dentro de los predios de la Universidad serviría como laboratorio viviente, que permitiría envolver a los estudiantes en actividades fuera del salón de clase que complementen de forma interactiva la información adquirida en los salones de clase. Por otro lado, nuestro jardín botánico ofrecería a la comunidad un lugar de aprendizaje y esparcimiento que contribuiría a mejorar la calidad de vida de la región”, lee la propuesta del Jardín Botánico y Veredas Interpretativas en la UPR-Utuado.
Este proyecto, dirigido por un grupo de profesores de los departamentos de Ciencias Naturales y Tecnología Agrícola, es una de las iniciativas investigativas, educativas y de conservación ecológica de la UPR que podrían estar en jaque ante la alineación del gasoducto del norte (denominado “Vía Verde”), según propone la Declaración de Impacto Ambiental Preliminar (DIA-P) que sometió la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) a la Junta de Calidad Ambiental (JCA).
El pasado 11 de octubre, el presidente de la UPR, José Ramón de la Torre, advirtió a su homólogo en la JCA, Lcdo. Pedro J. Nieves, en una carta –reseñada por los medios y que circula en la web– lo siguiente: “La UPR, conforme con su política ambiental, apoya cualquier desarrollo para la producción de energía renovable, alterna y de menor impacto al ambiente, máxime cuando el resultado sea aquel que, visto en su totalidad, redunde en beneficio para el pueblo de Puerto Rico. […] No obstante, la UPR tiene varias preocupaciones en relación con la construcción, instalación y operación de la infraestructura del proyecto Vía Verde (gasoducto) en terrenos de la UPR, según ilustra la ruta propuesta”.
En la misiva, De la Torre detalla cómo se afectaría gran parte de las 118 cuerdas de la finca donde ubica el recinto utuadeño: “Identificamos en la DIA-P que la infraestructura del proyecto Vía Verde (gasoducto) cruzará, tanto la quebrada Arenas, como la quebrada UPR-Utuado. […] Estos cuerpos de agua son fuente de agua para proyectos académicos e investigativos”.
Ante las serias preocupaciones manifestadas por la UPR, Diálogo decidió visitar el recinto utuadeño para constatar el posible impacto ambiental del gasoducto y conversar con profesores del Recinto, sobre cómo se afectan sus expectativas académicas ante este proyecto impulsado por el gobierno.
Una de las inquietudes principales expuestas por los profesores en las vistas públicas celebradas sobre el proyecto, es la inestabilidad de los terrenos en los que se construiría el gasoducto. «Son suelos sumamente arenosos. Estamos en terrenos montañosos muy inclinados…Cuando hay movimiento de terreno y construcción ocurren derrumbes y erosión; esa sedimentación afecta los cuerpos de agua. También cuando hay actividad en la superficie se pueden afectar los cuerpos de agua subterráneos», explicó al pie de la quebrada Arenas la especialista en suelos, Yaniria Sánchez.
La integridad de las quebradas utilizadas para las investigaciones agrícolas del Recinto -las llamadas UPR-Utuado y la Arenas- también les preocupa. La profesora Sánchez y el agrónomo Domingo Canabal, administrador de la finca laboratorio, les comunicaron sus reparos al ingeniero Daniel Pagán, asesor de la AEE en esta fase de la propuesta, en relación con la inestabilidad de los terrenos y los acuíferos circundantes al gasoducto. Pagán, quien visitó la UPR-Utuado el pasado 2 de noviembre, no ofreció una respuesta clara al respecto.
«El ingeniero Pagán le dijo a los profesores que la alineación (del gasoducto) va a cambiar. En aquel momento se le pidieron los documentos, pero el ingeniero alegó que no traía consigo los mapas de la alineación. No nos trajeron información detallada», dijo Mariangie Ramos, entomóloga y profesora del Departamento de Tecnología Agrícola, quien lleva a cabo investigaciones en la UPR-Utuado, financiadas por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos -junto a las profesoras Marisol Dávila y Sánchez- para lidiar con la plaga de la broca que afecta al café puertorriqueño. Ramos también es promotora junto a los profesores Javier Álvarez, Javier Arce y Olgaly Ramos, de un estudio de alternativas de restauración y manejo de recursos agroecológicos que fue sometido al Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos (US Fish and Wildlife Service).
Según el resumen del proyecto, la investigación persigue “evaluar alternativas de restauración y manejo para espacios agroforestales en la área montañosa central de Puerto Rico con el propósito de desarrollar directrices para proyectos de restauración que resulten de utilidad para la conservación de biodiversidad, el uso sustentable de recursos naturales y el desarrollo de la economía local. La investigación será un trabajo colaborativo entre investigadores de los departamentos de Ciencias Naturales y Tecnología Agrícola de la Universidad de Puerto Rico en Utuado, con miras futuras de extender las colaboraciones con integrantes de otras instituciones de Puerto Rico y otros países».
El potencial de investigaciones académicas y escolares que generen actividad económica parece evidente, tanto para el recinto utuadeño como para la comunidad montañosa entera, pero el gasoducto puede ser un serio impedimento para iniciativas tan necesarias como urgentes en estos momentos de estrechez económica que vive la UPR.
Sobre el proyecto del mariposario abierto, Dávila indica que, si bien éste se creó en el 2007 como un curso de práctica que formaba parte del programa de control de plagas, la iniciativa aún sigue en pie. La también Directora Interina del Departamento de Tecnología Agrícola explica que allí se propagan plantas hospederas, donde las mariposas ponen sus huevos, y luego sacan las larvas y las mueven a un laboratorio para protegerlas de los depredadores y los parásitos. “Además de la función investigativa universitaria, otro de los propósitos de este proyecto, es servir de elemento educativo para que los escolares utuadeños aprendan y estudien cómo ocurre la metamorfosis de las mariposas», añadió.
Un recorrido de Diálogo por las áreas donde ubican las plantas hospederas revela la presencia de mariposas cebra y monarcas. La mariposa monarca, por ejemplo, crea una crisálida perfecta y hermosa, con un característico anillo dorado que le rodea, en tanto la cebra se hace notar por sus manchas parecidas al mamífero africano.
«Tanto el mariposario, el Jardín Botánico, como los proyectos de restauración y manejo agroforestal son parte de esa ruta verdaderamente verde que quisiéramos potenciar con nuestras propuestas. La idea es que el visitante vea todos los beneficios de la naturaleza, desde la conservación hasta la agricultura», abundó Javier Pérez Lugo, profesor de Biología y director interino del Departamento de Ciencias Naturales.
Artefactos a un pie de profundidad
Otro de los inconvenientes sobre el paso del gasoducto por terrenos de la UPR-Utuado, según la propuesta original de la DIA-P, es su impacto en «zonas identificadas previamente como de valor arqueológico», según detalla el propio Presidente de la UPR en la carta enviada a la JCA. Además de estas áreas de valor arqueológico, localizadas en la región noreste de la Parcela universitaria, se han descubierto artefactos que utilizaban los indígenas que habitaban Puerto Rico, según reveló a Diálogo el doctor Reniel Rodríguez, arqueólogo y profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la UPR-Utuado. El hallazgo de estos instrumentos, que se encontraban entre uno y tres pies de profundidad, ocurrió durante una excavación que hicieron el arqueólogo y varios de sus estudiantes, en un depósito ubicado frente a los laboratorios del Departamento de Tecnología Agrícola.
Según Rodríguez, los yacimientos situados en la UPR-Utuado «están todos por estudiar, pues se hizo un proyecto arqueológico antes de hacer el Recinto, pero se circunscribió a los terrenos a ser construidos. Por ejemplo, donde ahora ubica el Centro de la Facultad (llamado Bohío por la comunidad del campus), había un depósito y posiblemente un batey. Estos yacimientos que hay en el recinto puede que sean los más abarcadores que hay en Utuado, no sólo por el espacio que ocupan, sino por el tiempo que abarcan. Aquí hay artefactos que datan del año 600 después de Cristo (fase tardía de la cultura Igneri o Salaloide), hasta artefactos indígenas que datan de la época del contacto con los colonizadores, la conquista y la colonia española».
En cuanto a los requerimientos arqueológicos señalados en la DIA-P que concierne a los terrenos del recinto de Utuado, Rodríguez opina que la AEE liberó los terrenos, sin antes realizar una prueba de subsuelo. De ser cierta la sospecha de Rodríguez, no se puede descartar la existencia de restos arqueológicos que correrían el riesgo de verse afectados por el trayecto del gasoducto. El Profesor resaltó el potencial académico y económico de los yacimientos arqueológicos que se encuentran en dichos predios, ya que incluso se podría establecer una escuela o laboratorio de campo que atraería estudiantes extranjeros. “Estos proyectos se estilan en las universidades de Europa y Estados Unidos. Por ejemplo, en proyectos de verano se les da la oportunidad de trabajar junto a estudiantes, profesores e investigadores. Hay programas que cobran hasta $4,000 por una experiencia académica como ésta. Se pueden generar ingresos con la arqueología, hace falta visión y determinación», señaló.
Por su parte, en una entrevista que le hiciera Diálogo al ingeniero Daniel Pagán, éste indicó que la AEE está tomando en consideración los señalamientos de la comunidad de la UPR y que están en continua comunicación con la presidencia universitaria para analizar y, de creerlo necesario, incorporar las recomendaciones de los académicos.
«Luego que hicimos la primera alineación el Presidente de la UPR se reunió con nosotros para hablarnos de los proyectos académicos que hay en el área. Movimos la alineación a 400 metros de cualquier estructura. Están más al oeste de una pequeña montaña cercana a la UPR-Utuado. Estamos trabajando con ellos para armonizar las necesidades de la institución y la construcción propuesta de esta estructura [gasoducto]. Queremos saber cuáles son las necesidades de la UPR para la continuidad de la docencia. En el caso de la agricultura de raíces no profundas, aunque se haga la tubería se puede seguir la actividad agrícola, igual que pasa con los terrenos sembrados de piña», argumentó Pagán.
Al preguntarle en cuanto al impacto que tendría el gasoducto sobre los proyectos ya encaminados, como el área de restauración agroforestal, la siembra de café y sus árboles de sombra, además del Jardín Botánico, y que pueden requerir de la siembra de árboles y plantas de raíces profundas, el asesor recalcó que «queremos ver si la alineación (en la DIA Final) cumple con las necesidades de la Universidad de Puerto Rico».
Armonizar las necesidades de investigación de la UPR-Utuado y viabilizar su potencial académico y económico debe continuar siendo el norte de la universidad, a tenor con sus políticas verdes y en pro de la sustentabilidad. Dejar esta joya a merced del tan cuestionado gasoducto, y sus más de 39 kilómetros de tubería expuestos a deslizamientos, según el más reciente estudio de la organización comunitaria Casa Pueblo de Adjuntas, precisamente en terrenos de características frágiles, sería como tirar una perla al lodazal.
[Publicado originalmente en la edición de noviembre-diciembre de Diálogo].