¡Vidente desde niño!
El mito es el dominio de las identificaciones múltiples:
«Proteo nunca es Proteo, unas veces viejo, otras ola, otras
serpiente». No tiene identidad precisa, de ahí la imposibilidad de
las definiciones apriori, o de los conceptos asegurados por los que
enloquece el pensamiento moderno: el de la Historia, de lo político
y de lo social racional.
–Michel Maffesoli
“Si cada uno de los puertorriqueños le dedicara
una o dos horas a la semana al trabajo social
voluntario tendríamos un país mucho mejor”
–José Luis Vargas
¡Vidente desde niño!
Exposición individual de José Luis Vargas
en el Arsenal de la Marina hasta el 23 de abril de 2014.
Proteico, iconoclasta, pop, híbrido, ecléctico, autorreferencial, informal, irreverente, trágico, cómico, épico, son algunas de las palabras que nos vinieron a la mente cuando visitamos la exposición del artista puertorriqueño José Luis Vargas que actualmente se exhibe en el Arsenal de la Marina en el Viejo San Juan.
Su universo plástico describe a un Caribe mítico y delirante habitado por personajes de la cultura popular, monstruos y seres sobrenaturales. Sentimos la sensación de estar en un carnaval surreal mientras nos movíamos de sala en sala.
La muestra abre con una colección de cuadros haitianos intervenidos por el autor con manchas, textos y figuras que los acercan al mundo narrativo del cómic. En otra serie de pinturas de mediano a gran formato, el artista se auto representa protagonizando batallas mitológicas contra monstruos marinos. En otras, pinta a Pedro Albizu Campos como un superhéroe de ciencia ficción que lucha contra seres extraterrestres y triunfa en medio de explosiones apocalípticas. El espíritu del mismo Albizu reaparece en un video que nos recibe con la escenificación de una sesión espiritista. Más allá, vemos al personaje de la lucha libre, el Santo, transmutándose en serpiente. En otra obra, las máscaras durmientes de André Bretón y Paul Eluard nos dejan desconcertados antes de enfrentarnos, en la próxima sala, con el cadáver de Toño Bicicleta levitando sobre una gran mancha de sangre que brota de sus genitales heridos. Mientras tanto la figura del Garadiávolo, esa osamenta de manta raya que fue el fraude paranormal de los años 70, reaparece en muchas de las piezas como icono obsesivo de la muestra.
Sin embargo, detrás del hacer proteico del Vargas, de la disparidad y el caos que parecen reinar en el conjunto de las obras, un orden, una coherencia es reconocible. Al examinar el uso y la repetición de varios arquetipos por parte del autor se puede afirmar que uno de los relatos unificadores de la exposición es la aventura del héroe mítico que lucha por salvar a su pueblo de enemigos sobrenaturales tal y como lo describe Joseph Campbell en su libro El héroe de las mil caras.
El héroe pintado por Vargas es múltiple, está representado por su propio autorretrato, por la figura de El Santo, Albizu Campos y Toño Bicicleta. Estos personajes aparecen en sus pinturas enfrentando la muerte y librando cruentas batallas contra seres monstruosos. Huellan de esta forma el camino iniciático del héroe, repleto de pruebas, que le enseñarán el modo de restaurar el orden cósmico que fue roto previamente por sus formidables enemigos.
En la iconografía de Vargas la figura grotesca del Garadiávolo es la principal representación del guardián del umbral. Este es el monstruo, serpiente, dragón o ballena que amenaza con tragarse al héroe. Tanto en Campbell como en Vargas, la lucha del héroe contra su enemigo es representada como un enfrentamiento contra su propio ego. De ahí que en la obra de Vargas el pintor acaba auto representándose convertido en el mismo Garadiávolo en la pintura que comparte su título con la exposición: ¡Vidente desde niño!
Esta batalla mitológica por la salvación del colectivo llega a la apoteosis en la última sala de la exposición. Aquí el héroe oscila entre el triunfalismo y la desesperanza. En una de las pinturas, una figura en posición de loto nos dice: “De que me sirve levitar si no puedo salvar el alma de los seres humanos”. Luego, al fondo, en la última pared de la sala y bajo un rótulo que lee: “¡Maravillosa!” un risueño Garadiávolo parece sonreir mientras comenta: “¡Y canto coritos!”. Esta colorida representación del monstruo domesticado aparenta ser el optimista final de la odisea de nuestro héroe caribeño.
El relato arquetípico de la aventura del héroe es una narración mesiánica que presupone una concepción de la historia como progreso y la noción de que una sociedad en crisis puede ser redimida por la acción individual y colectiva. José Luis Vargas es uno de los pocos artistas que conocemos que asume este credo con convicción, dedicando gran parte de su tiempo al trabajo social. De hecho toda su vida profesional la ha dividido entre el trabajo social y la actividad artística. Su experiencia en este campo se ha desarrollado paralelamente a su evolución como artista plástico empleando sus conocimientos en el arte y la educación para ayudar a adictos y deambulantes de todas las edades. Con Iniciativa Comunitaria trabajó el proyecto Un viaje interrumpido en dónde los deambulantes narraron sus historias personales en comics que aprendieron a diseñar e ilustrar ellos mismos. Además de trabajar con Iniciativa Comunitaria ha ofrecido sus servicios a la Fundación Comunitaria de PR, los Centros Sor Isolina Ferré, el Instituto Psicopedagógico de PR y numerosas escuelas y universidades en toda la isla. Ha producido y moderado varios programas de radio orientados al servicio comunitario en WIPR. En colaboración con esta y otras instituciones ha dado talleres de radio comunitaria a las comunidades de Salinas, Loíza, San Juan, Peñuelas, Camuy, Quebradillas, Isabela, Río Grande, San Germán, Fajardo, Guánica, Comerío y Aguada. Fue capellán en el Departamento de Corrección y ha trabajado con jóvenes del área metro y Loíza en dónde, actualmente dirige el Boys & Girls Club. Tan consistente ha sido en la vocación y la práctica del servicio comunitario que sería imposible comprender a cabalidad su arte si ignoramos su compromiso con los sectores indigentes del país.
Según el pintor, su gesto de intervenir las pinturas haitianas escribiéndole diálogos a los personajes que las pueblan, es un intento de redimirlos, a ellos y a su pueblo, del anonimato. La misma voluntad cívica lo guió a la hora de concebir la performance que tituló El Santo de Santurce en dónde el autor se disfraza del personaje de la lucha libre y se lanza a caminar por el barrio inquiriendo a sus pobladores sobre los problemas que aquejan a la comunidad.
No podemos terminar este breve texto sin comentar el aspecto técnico de las pinturas de Vargas. El mismo eclecticismo que exhibe el autor a la hora de abordar sus temas y contenidos lo usa para apropiarse desenfadadamente de medios y técnicas. Estamos ante un artista egresado de Pratt Institute en Nueva York, del Skowhegan School of Painting and Sculpture en Maine y del Royal College of Art en Londres, que domina el dibujo y la pintura académica con soltura. Los años que estuvo en Nueva York y Londres marcaron profundamente su manera de pintar. La influencia de artistas posmodernos como Julian Schnabel y el ambiente irreverente de los jóvenes pintores británicos de principios de los 90 entre ellos Damien Hirst, los hermanos Jake y Dinos Chapman, Chris Ofili y Peter Doig entre otros, afirmaron su previa afinidad con la pintura informalista europea y la obra de Antoni Tápies. De ahí, que el trabajo de Vargas incorpore todas estas tendencias y modos de pintar. A esto hay que añadir la profunda admiración que José Luis profesa por la pintura naif y su técnica directa, sin artificios. Dependiendo de la obra que esté trabajando y de las necesidades expresivas que esta le requiera, el artista hecha mano de todos estos recursos técnicos, creando pinturas que a menudo desconciertan al espectador. Para este artista no hay un paradigma técnico que guíe el modo de hacer su arte. Su estilo se caracteriza por la apropiación del largo inventario de técnicas ensayadas a través de la historia del arte, afirmando en ocasiones, y otras veces negando la importancia de este rico legado cultural.
Esta ajustada interpretación de la obra que presenta José Luis Vargas en las laberínticas salas del Arsenal de la Marina se nutrió de una larga entrevista que le realizamos antes de la apertura de la muestra. Sin embargo, la misma no agota las múltiples interpretaciones que pueden hacerse de su pintura. Afortunadamente, su complejo trabajo trasciende esta y otras posibles lecturas pues tiene el poder de generar la polisemia que caracteriza a toda buena obra de arte.