Welcome to Bioisland
Con estas palabras me recibió el gobierno de Puerto Rico a mi regreso a la isla en estos días. Con estas palabras y con un mapa de la isla en el cual se encuentran debidamente identificados todas las farmacéuticas que operan en la isla. Como si fuera cuestión de orgullo.
Fortuño, veterano de Turismo, es el último abusador en ocupar el mayor escaño electoral de la isla e hipócrita promotor del Gasoducto, adefesio peligroso que contaminará los acuíferos boricuas por los próximos cien años. Como si fuera cuestión de orgullo.
Lo que dan ganas es de recurrir a métodos poco ortodoxos para cambiar las cosas. Fortuño y el resto de políticos de todos los colores y complejos de identidad / estatus deberían pagar la descomunal limpieza ambiental que empezó más de 20 años atrás, cuando Puerto Rico figuró por primera vez en la lista de Superfund Sites del gobierno norteamericano.
¿Pero que se cree esta gente? ¿Que uno es bruto? ¿Qué han hecho las farmacéuticas aquí por mi familia, por la tuya? Los millones que generaron en la bonanza de las 936, los tóxicos que enterraron en nuestros patios, los experimentos que han hecho con nuestra gente –desde el nefasto Dr. Ashford al Agente Orange– son sólo tres de los crímenes, sí, crímenes, que con gusto y gana cometen estos Fortuños de nuestra isla. Porque tal vez se llame Fortuño ahora, pero en otros tiempos se llamó Ferré, Romero, Colón, este último nombre con un pedigrí de pesadilla en todos los momentos históricos de nuestra triste isla tropical.
Las farmacéuticas se creen que con darle trabajo a unos cuantos ya cumplieron su deber por envenenarnos el terruño –y conste que eso es exactamente lo que han hecho, envenenar la tierra y el cuerpo de los boricuas. El que dude, que haga una búsqueda en Google y averigüe cómo fue que se desarrolló la pastilla anticonceptiva en nuestro Condado. ¿Cuáles fueron los conejillos de guinea?
Esa misma industria farmacéutica que ha cabildeado para que sea un crimen regalar de gratis leche fresca orgánica sin pasteurizar y sin hormonas, así como lo oyen. Esa misma industria farmacéutica que se ha desecho de sabrá Dios cuántos miles de galones de sustancias tóxicas por el desagüe común y corriente. Esa misma industria farmacéutica que tiene a nuestra juventud empepada ya sea por ADD ú OCD, nuestra juventud que ahora está más narcotizada que nunca.
Claro, porque la Guerra contra las Drogas no es ni guerra ni en contra de las drogas. Es en contra de las drogas vendidas o preparadas ilegalmente. Esa misma industria farmacéutica que visita doctores y ofrece vacaciones, incentivos y hasta dinero en efectivo para que los galenos receten sus drogas peligrosas, para que convenzan a la población en general que están mejor si se toman esta o aquella pepita amarilla o azul… ¿qué color prefieres?
Como si fuera cuestión de orgullo. Le debería dar vergüenza Fortuño, Acevedo, Calderón, Romero, Colón, Ferré, Carrión, Roca y cuanto ejecutivo se ha lucrado con las industrias de la farmacéuticas, de turismo y de construcción y desarrollo urbano. Le debería dar vergüenza a la clase política del país, que en años recientes lo que han hecho es empeorar el hacinamiento de las cárceles de la isla.
Me cuesta mantener la calma ante tal despliegue, ante tanto caripelao que antepone sus aspiraciones políticas y su lucro personal antes que su deber político de administrar los recursos de esta isla para el beneficio de sus habitantes. Me cuesta tomarlos en serio cuando lo que hacen es vender, al mejor postor, cada pedazo de la isla y luego hacerse alardes de progresistas y visionarios.
La única visión que trae Fortuño a la mesa es el lucro personal, el egoísmo y la mentira del conservadurismo derechista de los Estados Unidos. La única visión que tiene Fortuño para con la isla es la de un agente de bienes raíces, la de un lacayo corporativo y un ‘drug pusher’ de la Roche.
Welcome to Bioisland. Y si no te gusta, pues tómate una Xanax para el obligatorio ataque de pánico cuando veas los planes que tienen para tu querida isla. Sigan eligiendo a estos acomplejaos, a ver cuánto nos duran los encantos naturales de la isla. Oh, pero espérate, ya estamos tarde, ¿no?
Ya lo que nos queda no da ni pa’ entrenar paramilitares en Utuado sin que se enteren los vecinos.