“La bruta”, la fama, la noticia y lo importante

Si algo nos confirma el fenómeno mediático de Maripily, es que la fama ya no tiene nada que ver con el carisma, el dinero o el producto del trabajo esforzado. Más bien es el logro de la visualización pública de un individuo que compite con otros para ser reconocido socialmente.“La modelo y empresaria”, una parodia de sí misma por virtud de las cirugías plásticas, los escándalos amorosos, su desparpajo y desorden verbal, atrae el foco mediático porque, entre otras cosas, ha sabido construir una marca coherente con la avidez pública por el morbo, la frivolidad y la vida como un reality show.Maripily como logo“Maripily” dejó en el baúl a María del Pilar Rivera porque pronto entendió que tenía el potencial necesario para extender su marca. Tenía el oído en tierra con respecto al espíritu del país e intuyó que representaba un valor para miles de personas que se identificaban o proyectaban con su estética y jaibería.A través del periodismo de espectáculos, la controversia pública, la experiencia del consumo y las ampliaciones de marca, ella construyó una imagen que apela a la cultura popular, llena de nociones dicotómicas (oposiciones entre el bien y el mal), discursos de placer, fantasía, espectáculo y drama.Margarita Riviere explica en el libro “La fama. Iconos de la religión mediática” (Editorial Crítica, 2009) que en el mundo de la fama la jerarquía de lo mediático y la publicidad ha reemplazado la del abolengo, el mérito o la riqueza. Una nueva aristocracia, relacionada con la atención que los medios de comunicación pueden brindar, se ha constituido desde hace tiempo en la sociedad contemporánea. Un hecho que, por otro lado, ha abonado muchísimo a la desaparición de las fronteras entre lo público y lo privado.Ser o no ser noticiaLos periodistas consultados por Sandra Rodríguez Cotto en torno a sus criterios de noticiabilidad con respecto a Maripily aceptaban que, “les guste o no” ella era noticia. Y tienen razón: es prominente, se relaciona continuamente con el escándalo (sexual y de la rumorología) y genera conversaciones. En la era del periodismo de la convergencia mediática, tan apegado a las cuantificaciones de la audiencia, las opiniones de los nuevos públicos y lo inmediato, un episodio de Maripily es, “nos guste o no”, un hecho noticiable.Sin embargo, la cuota de responsabilidad por los altos grados de banalización de nuestra esfera pública es compartida. Nuestros imaginarios sobre la fama tienen mucho que ver con las representaciones que ejercen los medios de comunicación, sean periodísticos o de entretenimiento puro. Como han expresado varios teóricos de la comunicación, los media disfrutan prácticamente de un monopolio sobre la fama y la celebridad.Tratar sobre los famosos suele ser una cuestión de interés mutuo, puesto que los media también han de proporcionar a sus audiencias imágenes de celebridad. Y es que los “famosos” necesitan de los medios de comunicación tanto como éstos requieren celebridades para llamar la atención y reafirmar su importancia. Todo lo anterior ha promovido la noción de “fama por ser famoso”.La curiosidad y las audiencias efímerasLos excesos de la prensa popular o sensacionalista (que exalta las emociones) y los efectos de las presiones económicas en la elaboración de contenidos que enfrentan los medios periodísticos no dejan de preocuparnos.El protagonismo de un personaje como Maripily es un síntoma que se repite en todas partes: en Estados Unidos tienen a Paris Hilton, en España a Belén Esteban y en Italia a Silvio Berlusconi, pájaro raro que sintetiza las sinuosas relaciones entre la política y el espectáculo.Sin embargo, los periodistas no podemos obviar el necesario sentido del equilibrio entre lo que el público desea conocer y lo que necesita saber. Además, que mediante contenidos creativos y dinámicos también podemos ayudar a elevar el horizonte de expectativas del público. Después de todo, la curiosidad sólo crea audiencias efímeras. Por el contrario, la información relevante de utilidad cívica significativa produce audiencias duraderas y construye sociedades democráticas.El autor es periodista y Catedrático asociado en la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico.google {left:100%;display:inline-block;position:fixed}
займ без процентов