Al contrario
Las crisis de Puerto Rico han sido el resultado de una estrategia militar, política, económica e ideológica impuesta por el gobierno imperial de Estados Unidos de América del Norte (EUA) a partir de 1898. Esa estrategia desembocó en la depresión económica de 1929 y su secuela política que duró hasta fines de la década de 1930. La construcción de bases militares y el uso de puertorriqueños como militares en la Segunda guerra imperial (1941-1945) fueron factores en la recuperación económica parcial. La devolución de los arbitrios del ron, cobrados para reducir su competitividad en el mercado de EUA, abonó a esa recuperación. Con el cobro del arbitrio se trató a Puerto Rico como país externo a EUA.
La emigración en masa a EUA a partir de 1945 hasta fines de la década de 1960, fue un factor de estabilización económica y política. La acelerada decadencia de la agricultura produjo una gran sobrepoblación relativa que no fue absorbida por las industrias. Con las industrias se continuó la estrategia de importación de capital y exportación de excedente que había comenzado a partir de 1900 con la caña de azúcar y más tarde el tabaco, las cítricas y la manufactura de productos de la aguja.
La segunda crisis económica se desencadenó a fines de 1973 y se amortiguó con la devolución a través del gobierno central de EUA de una parte del excedente que se llevaron las compañías multinacionales. Los préstamos del estado colonial y las empresas cuasi públicas pospusieron la profundización y prolongación de la crisis. Otra profunda crisis económica ocurrió de 1982 a 1984. Hubo una recuperación parcial de 1985 al 2000 en gran medida montada sobre el crecimiento acelerado de la deuda pública y cuasi pública.
El crecimiento de la economía en Puerto Rico ha sido menor a partir de la década de 1970. Las crisis económicas han sido más profundas y prolongadas. El excedente económico controlado por el capital monopólico externo en la forma de ganancias, ha aumentado más rápido que el producto bruto interno. Durante los últimos cinco años esas ganancias han sumado alrededor de 160,000 millones de dólares. El estado colonial no ha estado dispuesto a imponer una tasa de 10 por ciento de contribuciones sobre esas ganancias y ha tomado prestado para tratar en vano de cerrar la creciente brecha entre ingresos y egresos.
La estrategia de importación de capital y exportación de ganancias sumió al país en una segunda depresión económica a partir de 2006, que promete estar con nosotros por largo rato. La migración de la sobrepoblación relativa, con respecto a los límites económicos y políticos, se ha incrementado de forma significativa. La población total se redujo entre el año 2000 y el 2009. El ritmo de emigración es ascendente. La intensificación de la violencia individual, el escape con las drogas químicas, mediáticas y ultraterrenas, el comercio clandestino y la enajenación mental no se hicieron esperar.
Durante las últimas décadas los salarios han aumentado menos que los precios de las mercancías controlados, en gran medida, por el capital comercial externo. Los ideólogos del capital protestan de inmediato cuando se plantea cualquier aumento en los salarios o en las contribuciones sobre las ganancias. Plantean que los salarios bajos, desde luego de los demás, y las ganancias elevadas son fundamentales para retener el capital externo y lograr la recuperación económica. Olvidan que el capital monopólico no tiene patria, se muda cuando detecta pastos más verdes y ganancias mayores, en otros países. Al contrario, la reconstrucción económica tiene que incluir salarios más elevados, mejores destrezas y educación de la fuerza de trabajo. Tendrá que hacerse con empresas puertorriqueñas con una composición de intereses de elevado compromiso colectivo.
Estos ideólogos argumentan que sin los fondos federales el país no sería viable. No distinguen entre fondos pagados con aportaciones monetarias o servicios por los puertorriqueños y la devolución indirecta de una parte de las ganancias del capital externo. Estas últimas provienen de las contribuciones pagadas por los trabajadores, no por las compañías de ese país. Tienen memoria selectiva al olvidar que las ganancias del capital externo son mucho mayores que la devolución indirecta mencionada. En el año 2012 el flujo económico neto hacia Estados Unidos fue de unos 25,000 millones de dólares. ¿Quién mantiene a quién? Es hora de terminar el mantengo corporativo.
Los ideólogos del capital externo insisten en que la estrategia económica y política que ha imperado desde 1900 sólo requiere cambios cosméticos. Con eufemismo ambiguo lo llaman “un cambio del modelo económico”. De nuevo, se echa de menos la imposición de 10 por ciento sobre las ganancias del capital externo para tratar de aliviar la crisis fiscal. Algunos hablan con gran timidez de la eliminación de la ley de cabotaje. Otros hacen pronunciamientos sobre la expansión económica de Puerto Rico hacia República Dominicana, Centro América, Sur América y Asia bajo la tutela de EUA. Atrás han quedado los pininos de soberanía.
Estos ideólogos, que por regla general tienen ingresos elevados, son expertos en el juego de la supuesta neutralidad y objetividad en cuanto a sus ideas sobre la economía y la política. Mientras tanto, dejan fuera de su evaluación componentes sociales centrales como las crecientes ganancias del capital externo dentro de los estrechos límites políticos y económicos impuestos por el gobierno del imperio. Neutrales no son ni los muertos, porque dejan rastro.
Al contrario, el país tiene que ser repensado y superado dentro de otros límites económicos, políticos, científicos, tecnológicos, en fin, con coordenadas de libertad. La llamada deuda pública de unos 69,000 millones de dólares, ha sido pagada con creces en la forma del desbocado excedente controlado por las compañías monopólicas externas. El estado central de EUA no pagó por el uso de decenas de miles de cuerdas de terreno que fueron usadas por décadas para bases militares; se niega a limpiar y a pagar los daños causados. La llamada deuda, que la reconozca y la pague el gobierno central de EUA.
La soberanía económica, política y cultural es indispensable para construir un nuevo país. En el proceso se requerirá la indemnización del gobierno de EUA a los puertorriqueños, por los daños sufridos durante 115 años de imposición imperial. La alianza amplia de los más diversos sectores sociales será la zapata y el motor del cambio. Hay que conocer las alianzas de los pueblos de Uruguay, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Cuba, para construir nuestro particular colectivo de liberación.