La evidencia demuestra que existe en Puerto Rico una relación inversamente proporcional entre el decaimiento de la economía colonial y el incremento del jolgorio navideño.
La evidencia demuestra que existe en Puerto Rico una relación inversamente proporcional entre el decaimiento de la economía colonial y el incremento del jolgorio navideño.
Miro a mi niño y, como si estuviéramos conectados en pensamiento, también me mira sonriente. ¿Cuál te gusta más?, pregunto y él vuelve a señalar la grande. Lo sabía, una vez escoge es difícil que varíe su opinión.
Por un momento pensé que mis palabras lo habían sorprendido. Callar al gran bocón, imagínate. Pero el silencio duró nada. Me dijo que yo era un cabrón boludo. ¿Ahora tiene sentido? Y vinieron las carcajadas.
En un momento dado, mientras el más joven de los hombres agarraba las caderas de la chiquilla, el ave abrió grandes las alas.
Y pensar que al principio fue un simple juego para matar el tiempo. Juego que pronto se convirtió en una oportunidad para sacar ventajas a la crisis provocada por el huracán.
Cualquier otra palabra sobraría en esta tierna historia sobre las flaquezas humanas. La carne manda, inapelable, y yo me dejo ir, por ella, con ella, por lácteas vías.
Poco me sorprende que Ana se coloque cerca de la fotocopiadora en esas condiciones. Muestra con total descaro su pantalón manchado. Nuestra relación de compañeras de trabajo es escasa, pero a la vez la suficiente como para que haya sido incluida en más de una ocasión, en las charlas que realizamos durante el periodo del almuerzo.
a animadora agarró el micrófono y con gran entusiasmo preguntó: —¡¿Quién es ese que se escucha?! La respuesta vino enseguida. —¡Es el pueblo en pie de lucha! Ella, sonriente, no aguantó la tentación y volvió a preguntar: —¡¿Quién es ese […]
Renata y Lapo quedan sentados en la cama. Se miran. Están agitados y aturdidos. Saben que la alarma solo se activa cuando los sensores, ubicados alrededor de la cabaña, captan movimiento.
Bañar a un hombre siempre es carismático. Es más místico que bañar a una mujer. Entro en un estado contemplativo al admirar las pieles con mayores niveles de testosterona.
Aunque contaba con la ayuda de sus hijos y nietos en las faenas diarias, don Esteban no vislumbraba acogerse al retiro. Solían preguntárselo y él siempre ofrecía la misma respuesta: “Me retiro cuando ustedes dejen de comer pan”.