Cibernecia
Cada tecnología es ambas, un peso y una bendición, no una de los dos, pero esto y aquello.
Neil Postman (1931-2003) en Technopoly (1992)
Cierto, ya un tercio de la población mundial tiene acceso y todos podemos señalar ejemplos de comunidades donde el WWW ha sido beneficioso para tal o cual grupo, que ahora tiene acceso a información antes inaccesible. Constituye un poderoso mecanismo de comunicación, un medio inigualable de convocatoria, un foro en el cual se puede presentar y debatir todo tipo de cuestiones, un sitio de expresión para los que antes no tenían donde acudir, generalmente sin calentarse más allá de 80grados. También apoya un mercado gigantesco, ejemplificado por Abebooks e Ebay. Para aquellos de nosotros que sabemos aprovechar este recurso es fabuloso. Pero prestemos atención a las palabras de Postman del epígrafe. Malhechores, incluso terroristas también utilizan el Internet.
Aclaremos un par de cosas. El Internet es una red global de computadoras interconectadas que permite a los usuarios intercambiar información por medio de múltiples canales. Internet se refiere a la infraestructura de hardware y software. El WWW, (World Wide Web) es uno de los servicios que se implementan por el Internet. Fue inventado por Timothy Berners-Lee en 1989, mientras trabajaba para CERN en Ginebra, con el propósito de facilitar la comunicación entre los físicos que interesaban compartir resultados experimentales. Es una colección de documentos interconectados por hyperlink. Otro servicio es correo-e, en el cual se generan millones de mensajes por segundo, que circulan entre sobre tres mil millones de cuentas (la mayoría chatarra). Hay 800 millones de usuarios en Facebook, y se ven miles de millones de videos por YouTube cada año.
Hay algo como 200 millones de sitios activos en la WWW, la mayoría poco conocidos, y la cantidad aumenta cada año. Muchos de estos sitios son seductores pero ofrecen poco de valor, como los 400.000 que Google me indica son el resultado de la búsqueda de un URL, (URL= Uniform Record Locator), que contenga “Nostradamus” o los once millones que contienen “UFO”, o los 5 millones con “Astrology”, algunos de los muchos temas inanes que se proponen, y que toman el tiempo de millones y confunden a muchos. Mucha información, poco conocimiento.
Se describió como la Information Superhighway, pero en realidad es todo un país, Cibernecia, con autopistas, ciudades, pueblos, urbanizaciones, carreteras, y caminos, algunos tan fangosos que puede quedarse atascado. Es un país de imparable crecimiento, de maravillas y disparates al cual cualquiera puede ingresar sin necesidad de un pasaporte o un visado. Sobre el portón de entrada se lee: Proteja su mente quien entre aquí. No hay mapas ni guías turísticos, y puede fácilmente perderse por el camino que no es, sin tan siquiera saberlo.
Lo primero que es necesario entender es que “información” no es sinónimo de “conocimiento”, por lo cual educar no es lo mismo que llenar cerebros con datos. Lo segundo que se debe entender es que sin conocimiento no es posible distinguir entre lo cierto y lo falso, lo posible y lo imposible: el que no sabe nada tiene que creerlo todo. El abrumador tsunami de información genera su propia dinámica, y sin duda significa un cambio posiblemente más revolucionario que la invención de la imprenta por Gutenberg (c. 1398–1468), que impulsó el renacimiento europeo. Muchos problemas del presente no surgen por falta de información sino más bien por lo contrario. Se nos presenta un nuevo dilema, bien expresado por Fernando Savater cuando dice:
“La suposición de que lo racional es estar bien informado es uno de los problemas de nuestra época, en la que se considera que tener acceso a mucha información va a desarrollar la razón. La información es útil precisamente para quien tiene una razón desarrollada. El conocimiento es reflexión sobre la información, es capacidad de discernimiento y de discriminación respecto a la información que se tiene, es capacidad de jerarquizar, de ordenar, de maximizar, etcétera, la información que se recibe. Y esa capacidad no se recibe como información. Es decir, todo es información menos el conocimiento que nos permite aprovechar la información.”
El alud informático es abrumador y deja cada vez menos espacio para conocer y tiempo para reflexionar sobre el pasado o inquietarse por el futuro. El horizonte de tiempo que percibe una persona se hace cada vez más angosto con el presente dominante. Se vive del ojo a la memoria. Este “presentismo” causa que la memoria del pasado se pierda y ya para muchos “Hiroshima y Nagasaki, Auschwitz y Treblinka”, son términos cuyo verdadero significado no se aprecia; pérdida que viabiliza la repetición.
Por otro lado, sepa que anualmente se publican unos 2.000.000 de libros y Google estima que en total se han publicado unos 130 millones. La mayoría son ficciones, trabajo creativo que produce la más amplia variedad, desde importantes novelas hasta libros que no valen ni la tinta utilizada para su impresión. Menos son los ensayos acerca de algún tema de interés, y menos aun los libros sobre temas científicos. Por otro lado si usted leyera un libro por semana, (mucho pedir), no podría superar los 5000 en toda su vida, así que ¡escoja con cuidado!
Enfrentamos el problema que sin mapa nos perdemos en Cibernecia, sin guía nos perdemos en la librería. El mapa es producto del conocimiento adquirido por medio de la educación formal, los guías son los maestros y profesores que deben concebir este rol como el más importante junto a la enseñanza de las destrezas básicas ya que lo otro, información, es fácil de conseguir. La revolución cibernética no ha sido acompañada de una necesaria revolución en la educación, un enfoque que tome en cuenta que el problema es la distinción entre información y conocimiento, y esta distinción se efectúa mediante el pensamiento crítico, algo que es necesario enseñar ya que no se aprende de otra forma.
Ya en 1970 Ivan Illich1 nos presentaba la queja común de la época con respecto a las escuelas: “En las escuelas los estudiantes debidamente registrados se someten a maestros debidamente certificados con el fin de obtener certificados propios, ambos están frustrados y ambos culpan a recursos insuficientes –dinero, tiempo o edificios– por su mutua frustración”. La situación no parece haber cambiado y la queja podría muy bien referirse al presente, cuarenta años más tarde.
No solo se reduce el horizonte temporal, sino que las cada vez más penetrantes herramientas de análisis permiten generar para cada viajero una burbuja cibernética dentro de la cual viaja por alguna ruta, Las huellas que dejamos en Cibernecia son analizadas por sabuesos que estudian nuestros gustos y costumbres para “personalizar” nuestra visita. ¿O acaso piensa que es casualidad que se abran ventanas que justo contienen anuncios de algo que hace unos días usted buscó en Google?
Cada vez más, las personas pasan horas explorando Cibernecia (además de ver la Tele y entretenerse hasta morir – un libro de Neil Postman altamente recomendable2). Pero solo pueden rascar la superficie, sin tiempo ni medios para profundizar y de ese modo accedemos a información sin por eso adquirir conocimiento. Navegamos dentro de una burbuja en la cual buscamos aquello que nos interesa, generalmente aquello que va de acuerdo con lo que ya creemos, en un círculo vicioso que nos aleja del conocimiento – generando una comunidad de igual pensantes. Si somos homofóbicos entraremos en burbujas homofóbicas, si creemos en los OVNI entraremos en esa burbuja, y si nos interesan las conspiraciones encontraremos millones de sitios que nos las presenten. Resulta en un proceso de retroalimentación positiva que alimenta nuestro sesgo confirmatorio. Las personas tienden a asociarse con otras personas que mantienen las mismas ideas y creencias. Ya no se encuentran solos en su locura, hay muchos otros locos en el mundo y esa congregación los legitima. Con esto refuerzan y confirman sus ideas y no se exponen a una posible refutación. El resultado final del viaje es un aumento de polarización.
Las nuevas ideas surgirán de mentes que además de información tengan conocimiento. Cibernecia solamente puede dar lo que le damos: Si entra basura, sale basura. y solamente el conocimiento bien fundamentado nos permite distinguir. En el mejor de los casos WWW nos estimulará a tener nuevas ideas, en el peor de los casos nos devorará.
No me malinterprete. No opino que el WWW no sirva, pero quería alertar al hecho que es un medio muy diferente al venerable libro, quizá complementario, pero no lo puede sustituir. El WWW no es un sitio de estudio, no es un medio reflexivo como lo es un libro, es un medio de interacción en el cual el usuario quiere hacer algo. Tampoco es una panacea para arreglar el planeta. Para adquirir conocimiento es necesario el libro, (el buen libro), que analiza un tema con profundidad para no quedarse en la superficie, que es lo que se consigue con cortos artículos cibernéticos, (como este). El libro, (el buen libro), nos permite salir del presentismo, nos permite profundizar, analizar y comprender asuntos que de otra manera no se entienden. Entenderemos a Hiroshima y Nagasaki, Auschwitz y Treblinka, que son mucho más que meros indicadores, que son parte del lado oscuro del humano que deseamos esconder pensando que somos buenos por naturaleza. Si olvidamos repetiremos.
- Ivan Illich (1970). Deschooling Society. Harper and Row. [↩]
- Neil Postman (2001). Divertirse hasta morir: El discurso público en la era del “show business”. Ediciones de la tempestad. Barcelona. [↩]