Educación universitaria a distancia, el bosque o la hermosa flor

Murugiah
Presento mi argumento usando de ejemplo un curso universitario a distancia. Tratándose del futuro del curso, el análisis es especulativo, sin duda. El argumento no es acerca del curso como tal, sino que es acerca de la educación universitaria a distancia. El curso que he escogido para este propósito es un ejemplo de un buen diseño en esa modalidad. El curso además tiene potencial de éxito y emulación en la educación superior.
Aclaro que los planteamientos que hago en este artículo sólo tienen que ver muy indirectamente con las plataformas y aplicaciones que hemos tenido que aprovechar en el contexto de la pandemia de covid-19. Los detalles importantes de la discusión acerca de lo que debemos hacer en esta emergencia son otros.
Mi posición es que la educación universitaria a distancia debe ser la excepción, no la ruta o la cara del futuro, sino algo a mantener a raya; sobre todo no es la ruta hacia una institución universitaria más democrática, como tampoco es la ruta universitaria para colaborar con un mundo más justo. Entiendo con perfecta claridad la función de programas universitarios en línea en los campos de refugiados alrededor del mundo. Entiendo, en segundo lugar, que ciertas maestrías profesionales sean a distancia. Entiendo también que es razonable y ventajoso que en las redes proliferen cursos y programas en línea, cursos y programas que alcanzan poblaciones desaventajadas como también sirven de apoyo informal al estudiantado universitario. Aunque en la universidad tenemos mucho que aprender de las estrategias didácticas de algunos de estos cursos y programas, aparte a las excepciones mencionadas, no concuerdo con su acreditación como cursos y programas universitarios. Por razones que voy a presentar, ahí es donde entiendo que debemos trazar la raya y debemos hacerlo con firmeza. Los Massive Open Online Courses, mejor conocidos como MOOCs, así como también otros y variados e-learning platforms, no necesariamente masivos, hoy día complementan el ambiente educativo universitario y extra-universitario, pero no deben venir a constituir cursos para crédito universitario.[1] Debemos tratarlos en forma análoga a como tratamos textos de todo tipo. Sin ellos no hay universidad, pero la universidad es otra cosa.
La idea de excluir ciertos cursos y plataformas del proceso de acreditación universitaria suena muy antipática. Lo sé. El problema es de perspectiva. Es como andar por un bosque y encontrarse una flor muy hermosa. Si de hecho es hermosa, ¿por qué negarlo? Pero si resultase que la planta que nos da la hermosa flor ha llegado fortuitamente de otra parte, es lo que en la biología llaman una planta exótica invasora que amenaza la diversidad del bosque entero, el juicio debe ser matizado a profundidad, sobre todo porque hay muchas otras flores hermosas en ese bosque que con la introducción de esta planta vendrían a estar en peligro de extinción. Para colmo, esas otras flores hermosas en ese bosque, además de ser muchas y no sólo una, pudieran en conjunto presentar algo mucho más bello.
He planteado que quiero traer mi argumento usando de ejemplo un curso bien diseñado en la modalidad a distancia y un curso que tiene potencial de éxito en la educación formal superior. El curso que he elegido para traer mi argumento se anuncia en un artículo de la revista de una asociación que reúne antropólogxs de los Estados Unidos y del mundo. La revista presenta el curso como un “free and open ‘connected course’ that could bring together faculty from all over the world teaching Introduction to Cultural Anthropology”.[2] El artículo llega a mí a través de un amigo antropólogo, Rafael Boglio, a propósito de un intercambio que tuvimos él y yo luego que yo publicara un video en Youtube titulado “El cuento de la educación en línea”.[3]
ANTH101.com es el nombre corto del curso de introducción a la antropología cultural. Veamos detenidamente lo que nos ofrece. Aunque el artículo lo reseña como una gran oportunidad en los tiempos del covid-19, el curso fue creado con anterioridad a la pandemia. Cualquiera lo puede acceder, como también tomarlo, si así desea, buscándolo en la Internet. Su propósito hasta ahora ha sido satisfacer “the vast need for high-quality transformational education experiences that reach beyond our campus to those students who simply cannot be present due to work, parenting, illness, or many other ‘life happens’ situations.” [4]
A primera vista, si hay algún problema con el curso, éste no estriba en su calidad. Una parte sustancial del artículo describe interesantes y variadas actividades que lo componen, actividades que involucran a sus estudiantes en sus respectivas comunidades y lxs hacen reflexionar acerca de la vida contemporánea en esa comunidad desde el punto de vista de la antropología cultural. “We want to create inherently fun, mind-changing, world-expanding challenges,” nos dice el autor y co-creador del curso, Michael Wesch. [5]
Por su énfasis en aplicar los conocimientos en la localidad del estudiante que toma el curso, como dice el autor, no es tanto un curso online como un curso “out in the world”. Parte de su belleza estriba en su carácter human-centered, no content-centered. En lo que respecta a cursos centrados en el contenido, aquello que ANTH101.com no quiere ser, esto es lo que nos dice el autor:
It is easy enough to imagine putting a content-centered course into a hybrid environment in which students can either attend lectures or watch the recordings later, and then take simple and automated exams to measure their ability to memorize keywords or apply simple formulaic procedures. These content-centered courses are also the easiest to automate and scale, the kind of thing Silicon Valley edtech startups like to pillory in the press while gobbling up their content. It is also the vision of “online teaching” that gives faculty pause and leads to widespread concerns about the value of online teaching vs. face-to-face classrooms.[6]
Es muy posible que gran parte de lxs lectorxs concuerden con Michael Wesch y conmigo en rechazar ese tipo de curso no sólo centrado en el contenido, sino flojo, superficial, ‘enlatado’, podemos decir, como los vegetales, que cuando se enlatan pierden gran parte del sabor que los distingue. Dejemos estos enlatados a un lado, aunque sabemos que proliferan tanto en línea como a nivel presencial. No nos creamos, sin embargo, que los cursos a distancia centrados en lo humano o en las personas resuelven el problema que tenemos ante nosotros, o que el problema se resuelve dejando atrás los enlatados centrados en el contenido.
Para propósitos nuestros, por democracia entendemos el ejercicio de una más amplia distribución de la autoridad. La más perfecta democracia es la más amplia distribución de esa autoridad, sus individuos ejerciendo un máximo de autonomía en esa comunidad con carácter democrático.
Tomemos la idea de juntar facultad de todo el mundo (“from all over the world”) para crear un curso de introducción a la antropología cultural –lo que pudiera ser introducción a la filosofía (PHIL101.com), introducción a la química (CHEM101.com), introducción a la sociología (SOCI101.com), introducción a la bioingeniería (BIOENG101.com), lo que sea. En primer lugar, si se reúne facultad no puede ser de todo el mundo, sino que serán facultativos en sincronía con este tipo de ideario. En segundo lugar, si se reconocen las fuerzas que, al menos en este lado del mundo, se ejercen para reducir costos en las universidades, terminaremos reconociendo lo que ya es un hecho: cursos así se están convirtiendo en mercancía muy atractiva para los community colleges en los Estados Unidos y para gran parte de las universidades en los Estados Unidos y en Puerto Rico que están obligadas a cortar gastos tanto en programas nuevos como en programas establecidos. ¿Por qué no reconocer ese tipo de curso para introducir a nuestros estudiantes a la antropología cultural, sobre todo en las universidades que no pretenden llegar a tener un world class program in cultural anthropology? Lo primero que se logra con esta movida que se nos ofrece desde hace unos diez años con los MOOCs, y sobre todo recientemente con los a veces llamados xMOOCs, que suben el nivel de rigurosidad y vienen a incluir cargos para adquirir los materiales de evaluación y los certificados, es cortar de raíz la relación del curso introductorio con la riqueza de una comunidad universitaria particular. Lo primero que se logra es desarraigar esa introducción de un contexto específico y local.
¿Alguien habrá pensado que estos cursos introductorios deben ser diferentes en cada caso? ¿Qué en cada caso deben responder a un estudiantado particular y a un contexto específico y local? ¿Qué deben ser diferentes porque las crisis y los temas de particular importancia para esa universidad en específico y para esa localidad deben ser ejes medulares a la hora de diseñarlos? ¿Alguien habrá pensado que para abordar esas crisis y esos temas se necesita una discusión local? Por más que las actividades en ANTH101.com exijan que la estudiante se involucre en su comunidad, ANTH101.com no está diseñado para una reflexión local y comunitaria, y tampoco tiene un recurso en esa comunidad. Es un mejor enlatado en cuanto a su conciencia de diversidad, pero sigue siendo un enlatado con pretensiones universales. Claro, podemos hacer unos ajustes en el curso para incluir a un instructor local que integre más ampliamente lo específico y local y se haga cargo de ciertos aspectos del progreso del estudiantado local. Quizás la creciente población de docentes sin plaza sea el antecedente ideal para esa transformación administrativa, sobre todo por las condiciones precarias de empleo en que se encuentran esos docentes.
No estamos describiendo un perfil propiamente democrático, sobre todo si entendemos por democrático no un mero acceso expedito del pueblo a esto o aquello, sino una mejor distribución de la autoridad. Examinemos esto desde los dos puntos de vista: el punto de vista académico-administrativo y el punto de vista estudiantil. ANTH101.com se hace atractivo para una administración universitaria que se ve obligada a cortar costos. Se ahorran unos fondos de plazas docentes sin sacrificar las opciones que esas plazas presentaban. También se estandariza la introducción a la antropología cultural.[7] La gran escala disminuye costos y viabiliza cierta constante evaluación, validación y re-validación en la que pueden participar las asociaciones de docentes en la disciplina. Salimos de la necesidad de renovar plazas docentes; y salimos de los dolores de cabeza que vienen con asegurarnos que esxs docentes hagan su trabajo como es debido. Todo parece bien, quizás sobre todo porque sólo lxs mejores en las respectivas disciplinas, impartirán los cursos. Por otra parte, no podemos evitar el mensaje oculto en la estructura jerárquica que venimos a montar: las grandes estrellas de estos cursos son sus creadorxs y por lo regular no van a venir de esta localidad. El instructor local es un asistente. Si me considero, como dicen por ahí, un estudiante promedio, soy lo suficientemente listo para darme cuenta que las cosas importantes no pasan en mi comunidad. Y si me considero un estudiante destacado, cuando me gradúe debo buscar oportunidades en las tierras donde habitan esas estrellas, no en ésta, donde habitan los asistentes. Lo que a primera vista brilla con las luces de atender los ‘life happens’ situations de los desaventajados no es otra cosa que un nuevo y bien consecuente modo de colonialidad universitaria. Tampoco tenemos por qué pensar que la tendencia no va a penetrar mucho más allá de los cursos introductorios. Más tarde se anunciarán los ANTH201.com, los ANTH301.com… En tercer lugar, tampoco podemos concluir que, en un contexto jerarquizante como el que he descrito, lo que los mismos programados hacen deseable, todo el mundo ha de ser estrella en el centro del acontecimiento. En el centro del acontecimiento, dónde se diseña el curso, no cabe todo el mundo, y la dicotomía centro-periferia se fomenta y se fortalece gracias a la misma escala del curso.
La historia del futuro que he narrado pudiera recordarnos un peculiar fenómeno post-María. Las universidades del norte estaban por lo general más interesadas en llevarse unx que otrx estudiante o docente destacadx que en ayudar a reestablecer los servicios de los destruidos campus universitarios en Puerto Rico. ANTH101.com es una forma más sutil y distendida en el tiempo de arrebatar unxs cuantos estudiantes y docentes destacadxs.
Alguien pudiera pensar “usted lo que tiene es miedo que su trabajo venga a menos o desaparezca del todo”. Pues no, y eso sería un golpe bajo. Atacar la persona, no el concepto. No hay razón de peso alguno para dejar de defender los pocos trabajos autónomos y creativos que quedan en este jardín de tanta creación destructiva –recordando la famosa frase del economista Joseph Schumpeter tratando de describir una de las movidas más características y contradictorias de todo capitalismo. El problema de fondo es que la introducción a la antropología, como la introducción a lo que sea, ha de ser diferente para cada campus universitario. Aunque los textos que se escogen para discutir tengan carácter bastante universal, o más bien occidental, lo que nos puede llevar a otra discusión no menos relevante, cada comunidad específica saca mucho más provecho de discusiones cercanas y en vivo entre alumnos y recursos autónomos locales que de una discusión que se diluye en lo global, sea o no sea con la ayuda de asistentes locales, y por más que el estudiante venga obligado por las asignaciones del mismo curso a inmiscuirse en su comunidad desde la plataforma global.
Los contextos específicos para las discusiones cercanas y en vivo pueden ser geográficos, políticos, ambientales, sociales, etc., como pueden responder a una misión particular de una institución ubicada en cierta localidad. ¿Y por qué pensar se ha de aprender y enseñar mejor así? No es suficiente dejar atrás la pedagogía centrada en el contenido y centrarnos en lo humano. Ese debate abstracto y universalista tiende a oscurecer el valor de la cercanía que está en juego. Para darle un nombre al concepto en la lengua franca de los tiempos, pongámosle nearness-centered courses a los cursos que queremos resaltar frente a los human-centered courses. Lxs estudiantes universitarixs puertorriqueñxs, como los de cualquier otro lugar, deben verse, olerse, tocarse, y escucharse unxs a otrxs para hacer comunidad. En toda buena clase universitaria, las clases sociales, con todas sus diferencias, están debidamente convocadas para adelantar la discusión de un mejor futuro a construir. En gran medida es un asunto de producir lazos y compromisos duraderos.
En segundo lugar, no es suficiente dejar atrás la pedagogía centrada en el contenido para en lo sucesivo centrarnos en lo humano, si queremos promover diversidad de acercamientos a las disciplinas a través del mundo. La diversidad de acercamientos a las disciplinas siempre y en cada caso las fortalece mucho más y es de más provecho global a largo plazo que lo que se promete en los 101.com del futuro. Es un asunto de abrir y proveer un espacio para que alguien con nombre propio e historia personal, tanto estudiante como profesora o profesor, se arraigue y eche vuelo en el contexto específico de una historia nacional o una historia local, y ciertas luchas y debates que le dan vida a esa historia siempre inconclusa. En mi caso, un aspecto ineludible de la tarea es que me arraigue a Puerto Rico, a mi gente y mi futuro, a través de la filosofía. En el caso del amigo antropólogo, que se arraigue a Puerto Rico, su gente y su futuro, a través de la antropología. En el caso del estudiante destacado también: que si puede y quiere complete parte de sus estudios fuera, lo que tiendo a recomendar, pero que quede bien sembrado cierto compromiso con Puerto Rico –no que reine la sugerencia implícita de que todo lo grande acontece en algún otro lugar.
Y claro, no estamos diciendo que emigrar al presunto centro esté mal. Ya había anticipado que el argumento que compartiría en este artículo es el equivalente académico de proteger el bosque y no una hermosa flor que lo amenaza. La descentralización que describo y propongo nos abre un futuro a todas y todos globalmente, nos favorece en lo evolutivo; la uniformidad de los descendientes de los MOOCs que vengan a predominar en la educación a distancia en el transcurso de este siglo le cierra el paso a una gran cantidad de posibilidades fortalecedoras de una autoridad mejor distribuida –le cierra el paso porque enlata las materias universitarias aunque sea con cierta finura disciplinaria global, porque deja más afuera que lo que incluye, porque desvalora lo autónomo diverso y lo pone en peligro.
La educación a distancia es la versión académica del monocultivo. La breve historia del futuro que hemos narrado establece los lineamientos generales del proceso. Vienen sobre todo del norte global iniciativas como ANTH101.com y es de esperar. Tienen los recursos para ir acaparando los mercados que se van produciendo en lo que se desarrolla el momentum tecnológico que viene con la sub-financiación de la educación universitaria en el contexto político neoliberal. No es ajeno el proceso al desastre en agricultura o al desastre en transportación en el siglo veinte. Cuando sólo se observan dos o tres variables y no el conjunto, puede parecer que la tarea en agricultura es meramente aumentar rendimiento por acre, y en transportación, aumentar la velocidad y la seguridad en moverte de un punto a otro. Pero resulta que cuando se observa el conjunto, esa mentalidad no funciona. El súper arroz global nunca funcionó, y tampoco las SUVs de hoy. Son desastres ambientales. En otras palabras, son muchas más las variables. En este ensayo hemos examinado variables que tienen que ver con el fortalecimiento de lo diverso local. No podemos quedar satisfechos “reach(ing) beyond our campus to those students who simply cannot be present due to work, parenting, illness, or many other ‘life happens’ situations” lo que pretende desarmar toda oposición con un llamado a la compasión humanitaria.[8] Lo que tenemos que hacer es dotar a las universidades de Puerto Rico y del mundo con los recursos que se necesitan para bajar esa presión en el estudiantado de tener que trabajar en lo que estudia. Lo que tenemos que hacer es poner los recursos que se necesitan para el cuido de infantes en la universidad. Lo que tenemos que hacer es atender los ‘life happens’ situations desde el punto de vista de la universidad, y no rendir la universidad a las presiones del brutal capitalismo de hoy que tiene mucho más de destructivo que de creativo.
¿Queremos lxs docentes, desde nuestras respectivas disciplinas, compartir con otros especialistas alrededor del globo? ¡Pues claro que sí! Invitemos a esxs colegas a nuestras clases, y que nos inviten a las suyas. Desarrollemos proyectos colaborativos de igual a igual. Para eso es que debemos usar las plataformas de asistencia tecnológica. Diseñemos actividades en que podamos compartir. Pero permanezcamos centrados en nuestra peculiar perspectiva y localidad. No abandonemos la tierra de la que nos estamos desarraigando a pasos cada vez más grandes para quedarnos flotando en la escasa atmósfera de cursos que presuntamente pueden llegar a alcanzar el mundo entero. La democracia del mero acceso expedito es el grito publicitario de los monopolios globales de hoy. Más importante que el mero acceso es una distribución más justa de la autoridad.
Tiene razón el artículo que me hiciera llegar el colega antropólogo cuando dice, “But public sentiment, especially on the Right, is not in our favor. College is perceived as far too expensive and ideologically slanted, its institutions better replaced with automated systems of free online materials”.[9] ¿Cuál es la solución? ¿Competir con las más avanzadas de las plataformas for profit, como quizás Udacity o Coursera? Esto sólo estiraría el proceso de disolución comunitaria. ¿O lo que debemos hacer es bajar costos poblando nuestros currículos con human-centered connected cursos con carácter global que, por ahora pueden ser gratis y estar abiertos al mundo entero? Son aún gratis y están abiertos al mundo entero porque quienes los crean conservan sus buenos sueldos generalmente en universidades del norte global. La educación a distancia invisibiliza tanto la degradación de los empleos en educación superior que se produce fuera de las MIT del mundo, como el desarraigo y la uniformidad que he venido describiendo que se producirían si dejamos que el típico momentum tecnológico se imponga.
La trayectoria que se vislumbra sería otra forma de sucumbir ante esa Derecha que menciona la cita. Esa Derecha va a levantar la bandera de los costos para parecer estar con los estudiantados. En el fondo, la trayectoria más bien va a ser propiciar un control efectivo y estandarizado de la tierra universitaria. Es mucho más fácil lograr el control efectivo de lo que se dice y no se dice en materiales digitalizados que en encuentros presenciales. Al día de hoy, la educación superior ha venido resistiendo con cierto éxito la brutal concentración de poder que estamos viendo en los ámbitos del comercio, bienes y servicios, y la información y las comunicaciones. La historia de la institución universitaria futura vislumbra ser otra, sobre todo a raíz del covid-19, lo que ha servido de motivo adicional para ir cambiando hacia las plataformas que mejor acomodan los mejores y peores enlatados, incluyendo las exóticas e invasoras plantas de atractivas flores.
Preguntémonos qué otra institución que no sea la universidad conserva aún tanto potencial para la crítica que hay que levantar contra esa concentración de poderes en gran parte de los ámbitos de la vida de hoy. ¿Podremos llevar adelante esa crítica tan urgente y necesaria y echar luz hacia alternativas más democráticas si nosotrxs mismxs caemos en la misma redada? Mi juicio es que muy difícilmente. Los connected courses that could bring together faculty from all over the world son el equivalente universitario de esa concentración de poderes que estamos llamados a criticar en otros ámbitos. La contradicción está ahí. ¿Qué hacer? Dejemos de fijar la mirada en aquella hermosa flor que mencionamos al comienzo. Veamos lo que está pasando en el bosque. Hay que dar la pelea por la riqueza y el potencial del bosque.
__________
[1] Para un resumen que identifica patrones en la investigación reciente en torno a los MOOCs, véase Olaf Zawacki-Richter, Aras Bozkurt, Uthman Alturki, and Ahmed Aldraiweesh, “What Research Says About MOOCs – An Explorative Content Analysis”, International Review of Research in Open and Distributed Learning 19:1 (2018)
[2] Michael Wesch, “Saving Anthropology from COVID-19,” Anthropology News, American Anthropological Association, 27 de septiembre, 2020, 3/6
[3] https://youtu.be/ieomRPnGpEs
[4] Michael Wesch, “Saving Anthropology from COVID-19”, Anthropology News, American Anthropological Association, 27 de septiembre, 2020, 5/6
[5] Michael Wesch, “Saving Anthropology from COVID-19”, Anthropology News, American Anthropological Association, 27 de septiembre, 2020, 3/6
[6] Michael Wesch, “Saving Anthropology from COVID-19”, Anthropology News, American Anthropological Association, 27 de septiembre, 2020, 2/6
[7] Para un ejemplo de los tipos de esfuerzo que actualmente se hacen para estandarizar los cursos que van a estar en demanda “as the focus turns from informal and free to formal, accredited and paid”, véase Eamon Costello, Jane Holland y Colette Kirwan, “The future of online testing and assessment: question quality in MOOCs”, International Journal of Educational Technologies in Higher Education 15: 42 (2018) (https://doi.org/10.1186/s41239-018-0124-z ). Este artículo se concentra en el avalúo de preguntas de selección múltiple en 18 MOOCs de las áreas de ciencias de cómputos, ciencias sociales y ciencias de la salud.
[8] Michael Wesch, “Saving Anthropology from COVID-19”, Anthropology News, American Anthropological Association, 27 de septiembre, 2020, 5/6
[9] Michael Wesch, “Saving Anthropology from COVID-19”, Anthropology News, American Anthropological Association, 27 de septiembre, 2020, 1-2/6